Umbría

3

Los rayos del sol apenas y alcanzaban a colarse hacia su habitación anunciado el comienzo de un nuevo día. El bullicio de la ciudad ya no presentaba ningún problema para él pues tras unos cuantos días había logrado acostumbrarse, era una ciudad ruidosa cuya actividad comenzaba desde muy temprano al igual que en cualquier otra gran metrópoli. Habían pasado ya varios días desde que Amadeus visito por primera vez la ruinas prehispánicas, hasta el momento no había rastro alguno de lo que había venido a buscar, pese a la primera pista parecía como si la respuesta se negara a aparecer.

Todos los días Amadeus seguía la misma rutina siempre fue así sin importar el lugar en el que se encontrará, esto para despistar a alguno que otro curioso que se atreviera a seguirlo además de que no tenía muchas cosas que hacer. Pero en esta ocasión era distinto, él sabía que lo seguían, empezando por el cazador del otro día además de alguien más, aunque el segundo no presentaba problema alguno pues parecía ser un humano común y corriente lo cual hacía fácil despistarlo pero si no se andaba con cuidado ese hombre podía resultar peligroso como ya lo había demostrado alguien más en alguna ocasión.

Ese día Amadeus tenía que cambiar ligeramente su rutina, no porque quisiera si no más bien por obligación. Después de arreglarse como era costumbre Amadeus salió esta vez sin dirigirse a la ruinas, su manera de vestir resultaba un poco extravagante para la mayoría de la gente ya que solía vestir con ropa negra, ya fuera casual o con un smoking añadiendo que siempre usaba una sombrilla oscura además de unos lentes del mismo color, la gente no lo sabía pero a Amadeus le molestaba el sol y ya que su piel carecía de ciertas vitaminas era sencillo que los rayos del sol causarán estragos en ella, no era como que los de su especie necesitarán ocultarse del sol, simplemente a él no le agradaba el exceso de luz que este proporcionaba.

Después de caminar durante algunos minutos, Amadeus llegó a un establecimiento en donde se leí el cartel “Vinos y otras delicias”. A simple vista el local parecía una especie de restaurante & Bar, su interior no destaca especialmente por nada, las mesas eran de madera bien cuidada cubiertas por manteles de un azul muy claro, al fondo se encontraba la barra de bebidas la cual era atendida por un hombre de peculiar apariencia. El hombre vestía como cualquier otro barman, lo que realmente destacaba de él era su cabello blanco como algodón además de sus ojos grises que no parecían denotar expresión alguna su piel al igual que la de Amadeus era totalmente pálida y finalmente tenía una expresión totalmente seria como si no se le permitiera sonreír. Amadeus se acercó hasta la barra para sentarse y pedir un trago  
—Una copa de vino Francés de Leroux —Ordenó Amadeus mientras sacaba una especie de pañuelo, al verlo el Barman se acercó de inmediato para mirarlo fijamente.  
—En seguida señor.  
El Barman trajo tranquilamente la copa para Amadeus, luego de eso se alejó para limpiar la barra ya que en ese momento apenas y había clientes en el lugar. Pasados unos minutos Amadeus se terminó la copa mientras se saboreaba los labios acto seguido el Barman se acercó a él.  
—Temo pedirle señor que me acompañe —El Barman veía con mirada fría a Amadeus quien solo se limitó a asentir para dejar su asiento y seguir al extraño hombre, quien abrió una puerta detrás de la barra, al entrar llegaron a una especie de callejón angosto para luego dirigirse a un pequeño local, los dos hombres caminaban por una especie de ciudad trasera que parecía ser una red enorme de callejones cada uno llevándote a un destino diferente.

Mientras caminaban Amadeus notó que algunas personas se movían entre estos callejones, algunos clavaban su mirada hacia él mientras que otros pasaban de largo su camino. En algunos callejones había hombres sentados jugando a las cartas, en algunos otros había mujeres y hombres negociando por quien sabe que, otros eran más animados pues se veía a mujeres bailando con hombres y entre sí. Todos vestían de manera muy diferente entre sí pero compartían un rasgo en común y ese era su blanca y pálida piel. Finalmente llegaron al pequeño local donde un hombre de cabello blanco casi idéntico al Barman.

—Este es el recién llegado señor —Dijo el Barman con mirada seria para luego señalar a Amadeus.  
—Buen trabajo, ahora puedes irte, no queremos que los clientes entren y no vean a nadie atendiendo —Respondió el hombre de cabello blanco y largo quien luego sonrió hacia Amadeus. El Barman hizo un especie de reverencia para luego marcharse sin más —Así que tú eres Amadeus, te doy la bienvenida a la ciudad aunque me han dicho que ya llevas un par de días por aquí, me sorprende que no hayas venido a reportarte de inmediato.  
—Lo olvidé por completo, he venido por trabajo y es tanto que ni siquiera tengo tiempo para relajarme, pero no volverá a pasar…  
—Llámame Javier, y por supuesto que no volverá a pasar a menos que quieras que te reporte con el consejo, pero tranquilo que esa no es mi intención, como has visto quiero que te sientas a gusto, para eso es que hemos hecho este lugar.  
—¿Sentirme bien escondido como "rata"?No gracias, prefiero concentrarme en lo que he venido a hacer.  
—Disculpa Amadeus ¿acaso es muy diferente la situación allá en Europa? ¿Allá no se esconden como "ratas"?  
Amadeus guardó silencio, no sabía que contestar pues la situación en Europa no era mucho mejor que ahí, ciertamente todavía había poblados que en su mayoría eran de vampiros, pero llevaban un estilo de vida similar por lo que no podría diferenciarlos mucho  
—Eso pensé, y ya que lo mencionaste ¿A qué has venido?  
—He venido a traducir y restaurar algunas reliquias que pertenecen a la historia de este país.  
—Oh claro, lo decía en tu expediente. El trabajo que has escogido para este siglo es arqueólogo o paleontologo no lo recuerdo de todo , muy bien muchacho sólo tengo que pedirte una cosa y es que debes reportarte conmigo cada semana.  
—No creo que sea necesario reportarme con un dollx —Dijo Amadeus mientras sonreía y se disponía a marcharse.  
—¡No me hagas reír! Tú bien sabes que somos los ojos del senado, y si en mi reporte te considero peligroso, bueno sabes que pasará.  
Amadeus no pudo más que morderse el labio, nunca le habían agradado los dollx pues eran marionetas vacías creadas por el senado para vigilar a los vampiros y así “mantener el orden”. Los dollx no tenían personalidad propia, en el momento de su creación aquel que les daba vida decidía cuál sería su forma de ser y actuar por lo cual no tenían un juicio propio, su única finalidad era señalar a cualquiera que ellos consideraran una anomalía a su responsable en el senado, también eran muy bueno peleadores, e incluso sus capacidades a veces  sobrepasaban las de los vampiros. Su existencia se remontaba casi a la de los vampiros aunque solo unos poco privilegiados sabían como crearlos.  
—Esta bien, traeré mi informe en diez días, hasta el momento no hay nada sobresaliente que resaltar, simplemente me he estado adaptando a la ciudad —Amadeus no mencionó su encuentro con el cazador, pues si se sabía que se encontraba en la mira se abriría una investigación de parte del senado hacia él, y lo que menos quería ahora que había encontrado una pista eran problemas –“tendré que encargarme de ese cazador yo sólo”- pensó Amadeus mientras suspiraba  
—Muy bien Amadeus puedes irte, y no creas que es fácil librarte de los ojos del senado, tu actividad en Europa ha desatado grandes sospechas hacia ti, además el otro día unos informantes me hablaron sobre el cadáver de una chica, a simple vista parecía el trabajo de un simple degenerado, pero la chica tenía cierta marca característica en su cuello, espero no hayas tenido nada que ver con eso —El dollx clavó su mirada en Amadeus como si de dos cuchillos afilados se tratara  
—Por supuesto que no —Respondió Amadeus con tranquilidad mientras caminaba fuera del local seguido por la mirada del dollx.



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En el texto hay: vampiros, fantasia magia, terror supenso

Editado: 04.08.2019

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