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¿Qué es la libertad? ¿Quién es realmente libre? Este tipo de preguntas han imperado en el corazón humano desde lo albores de su existencia, quizás nadie conozca el significado de la palabra “libertad” y aún así todos se avalanchan sobre ella. Esta es la historia de un joven, quién al igual que muchos otros creía ser libre, sin saber qué las cadenas que lo ataban eran aún más fuertes que las de la mayoría.
El joven era un chico como cualquier otro de su edad, no resaltaba físicamente pues no tenía cuerpo de atleta. Tampoco poseía un rostro de galán de película ni mucho menos era la persona más inteligente de su clase. Al igual que cualquier otro asistía todos los días al bachillerato de su comunidad. Poseía unos cuantos amigos, y si algo habría que destacar del joven era que tenía un extraño carisma pues todo aquel que le conocía terminaba entablando algún tipo de relación con él.
Vivía con sus padres en una casa de dos pisos a las afueras del centro de la ciudad. Su Padre era un oficinista común mientras que su madre se ocupada de una pequeña cafetería, afortunadamente el salario de ambos era más que suficiente para que pudieran llevar una vida tranquila y sin deudas. Los padres del muchacho no eran especialmente estrictos lo que le daba la facilidad de ir y venir cuando quisiera, sin embargo poseían una sola regla: El chico no podía salir los días de luna llena, pues esos días eran de reunión familiar, ya güera para ver películas, cenar u cualquier otra actividad en familia. Al joven esto no le molestaba en lo más mínimo ya que gozaba pasar tiempo con sus padres. La única inquietud que albergaba en su interior era la diferencia entre su apariencia y la de sus padres ya que no poseía ni el más mínimo rasgo característico de estos. La única vez que había cuestionado esto ellos le respondieron que su parecido era totalmente al de uno de sus abuelos de quien no tenían fotos. Pese a que esa respuesta no acaban de convencer al muchacho decidió dejar de cuestionar esto y simplemente llevar una vida tranquila. Pero la verdad no puede mantenerse oculta por siempre, y tarde o temprano todos debemos enfrentar nuestro destino.
—¡Thomas García Rubio!
—Ya voy mamá, no te enfades —El joven chico bajo rápidamente las escaleras para entrar a la cocina, llevaba consigo su mochila además de una botella de agua.
—Otra vez vas tarde hijo, ¿cuántas veces te he dicho que debes levantarte con más tiempo?
—Lo siento mamá, no volverá a pasar. Ahora me tengo que ir porque si no…
—Espera, estas olvidando tu almuerzo —Pesé a la cara de severidad de su madre Thomas sabía lo amable que era en el fondo, esto se notaba aún más con el cariño en que ella le entregaba su almuerzo.
—Gracias —Rápidamente Thomas guardo su almuerzo para después besar la mejilla de su madre y despedirse, acto seguido se dirigió a la piedra con velocidad.
—No lo olvides Thomas, esta noche te toca escoger la película —Desde el segundo piso se oyó la vos de su padre quien con prisa se acomodaba la corbata pues también llevaba retraso para llegar a su trabajo.
—No lo olvidaré papá, hasta entonces.
—No lo puedo creer, los dos son iguales —La madre de Thomas se limitó a sonreír mientras continuaba preparando el almuerzo de su esposo.
Thomas solía juntarse con dos amigos que conocía desde hacía años además de una chica a quien apenas habían conocido algunos meses atrás. Pasaban los ratos libres entre clases hablando sobre películas de moda, cómics, videojuegos e incluso deportes.
—¿Iremos a la fiesta de esta noche? —Dijo uno de los amigos de Thomas, un chico de piel oscura, alto y corpulento. Tenía una expresión alegre acompañada de una sonrisa radiante. Vestía una playera blanca y unos jeans negros.
—Por supuesto que iremos ¿No es así Carol? —Respondió el otro de los muchachos. Él tenía algunos rasgos asiáticos poco pronunciados entre los que destacaban sus ojos un poco rasgados y el ligero tono de piel amarillento. No era mucho más bajo que Thomas y su físico era más delgado que el de este.
—Claro, chicos. Casi termina el semestre y debemos relajarnos un poco —La chica tenía un aspecto dulce, las facciones en su rostro de notaban determinación, desde sus ojos finamente dibujados hasta sus mejillas redondas y coloreadas. No era especialmente atractiva pero aquellas características le daban un toque peculiar.
—Lo siento chicos, pero me temo que no podré acompañarlos, hiy es viernes de película con mi familia y les prometí que no faltaría
—No seas aburrido Tom —Dijo el muchacho de piel oscura mientras le daba una palmada en el hombro a su amigo —No puedes abandonarnos a Carol, a Fernando y a mi.
Los otros dos amigos de Tom asintieron casi de manera simultánea mientras lo veían con seriedad.
—Además estará esa chica que tanto te gusta está…Angela. No puedes dejar pasar esta oportunidad, además creo que también le gustas —Dijo Fernando mientras le guiñaba el ojo a Tom causando un leve sonrojo en este
—Lo siento chicos pero no puedo faltar, es una tradición en mi familia, además mis padres me dan mucha libertad, no me agradaría ofenderlos.
Los amigos de Tom lo miraron con desapruebo, sin embargo en el fondo todos sabían que hacía lo correcto, esa era una de las cosas que más le agradaba a la gente de él, su bonachonería además de que se mantenía fiel a ella.
Las clases transcurrieron con normalidad, parecía ser un día como cualquier otro, Tom de a ratos dejaba de prestar atención al igual que sus amigos mientras lanzaban un chiste o dos. La clase de Química había sido especialmente aburrida ese día, pero no era nada fuera de lo común. Aunque no lo reflejaba Tom tenía cierta inquietud rondando en su cabeza pues la noche anterior tuvo problemas para dormir. A veces pesadillas horribles lo atemorizaban, haciendo que prefiriera pasar la noche viendo alguna serie o jugando un videojuego. Él no pensaba que fuera nada de lo que preocuparse, después de todo ¿Quién no ha sufrido pesadillas? Lo único extraño en todo ello era que siempre veía la imagen de un enorme lobo mirándolo a la distancia.
La tarde llegó más lento de lo normal. Eran las 6 de la tarde cuando Tom decidió regresar a casa, antes había salido a comer con sus amigos quienes después de eso se fueron a la fiesta —Tú te lo pierdes—Había gritado Carol en tono burlón.