La gente lo miraba con recelo, como si de un animal exótico se tratara, ninguno de ellos podía apartar la vista de él. Ciertamente su apariencia era muy poco común y más aún en aquel extraño país.
Amadeus había revisado la lista que su amigo Adam le proporcionó, en ella se encontraban escritos más de 20 nombres lo que hacía pensar a Amadeus en lo popular que se había vuelto su amigo. Después de aquella breve revisión y de investigar un poco de los nombres ahí escritos, decidió visitar a una mujer cuyo nombre era “Violet Green Sanz". En la poca información que Amadeus recabo sobre ella encontró que se dedicaba a dirigir una Mediana Empresa dedicada a la inyección de Plástico en el estado de Puebla. Su residencia estaba no muy lejos de la ciudad por lo cual Amadeus se decantó por visitarla a ella primero. Para ello tuvo que tomar un autobús, algo a lo que estaba acostumbrado aunque siempre había tenido preferencia por el viaje en tren.
En el autobús no habían muchas personas, un grupo de adolescentes de a lo más 19 años de edad se hallaban en el fondo. Amadeus tomó asiento más o menos a la mitad y justo a la misma altura pero de lado contrario una mujer cuidaba de su pequeño hijo. Al grupo de pasajeros lo acompletaban un oficinista y una joven pareja, estos sentados en los asientos más cercanos al conductor.
Amadeus podía sentir la vista de todos a bordo sobre él, no le disgustaba aquello pues ya antes había estado en situaciones similares. Aunque le parecían innecesariamente escandalosos los adolescentes quienes de vez en cuando lanzaban algún que otro chiste sobre su apariencia. Y es que era raro ver a un hombre con una piel tan pálida vistiendo en su mayoría de negro y con una sombrilla en plena primavera. Incluso el pequeño niño le preguntaba a su madre cosas como «¿Ese señor está enfermo? Se ve como si su piel fuera a derretirse como los helados... »entre otras cosas.
Después de una hora de camino el chófer finalmente indicó que habían llegado a su destino. Amadeus bajo con prisa mientras extendía su sombrilla negra para cubrirse del sol pues a medio día los rayos eran más fuertes. Fue entonces que una silueta comenzó a caminar a su lado. Se desveló la figura de un hombre que vestía un pantalón de tela roto en las rodillas además de una camisa blanca de algodón en peor estado, no llevaba calzado alguno siendo que sus pies estaban llenos de manchas negras y rojizas. Parecía de la edad de Amadeus pese a su rostro cubierto de tierra y su seño fruncido.
—Odio como nos miraban, si fuera por mi ahora mismo estarían muertos —Dijo el misterioso hombre mientras sonreía de manera maquiavelica dejando entre ver sus amarillentos dientes.
—¿Ah si? —Respondió Amadeus con un tono de incredulidad aunque sin mostrar emoción alguna en el rostro —Ni si quiera noté que estabas ahí.
—No te hagas el gracioso conmigo Am, debiste acabar con ellos, siempre permites que hagan lo que quieran, si no fuera así nosotros...
La expresión de Amadeus cambio rápidamente por una mirada colérica causando el silencio en el misterioso hombre
—Tal vez me pasé un poco, pero vamos deberías dejar que tus instintos tomen el control con mayor frecuencia.
—No necesito tus sermones, nunca fueron útiles, Victor.
La gente miraba con extrañeza y hasta con miedo a Amadeus pues veían a un hombre de aspecto sombrío charlando con el aire. La forma en que el joven muchacho hablaba con la nada era tan realista como si alguien realmente estuviera ahí. Aún así la gente sólo pasaba de largo mientras murmuraba un par de cosas sobre aquel excéntrico chico. Amadeus simplemente continuó caminando pues para él Victor estaba ahí realmente. El vecindario parecía un lugar apacible, poca gente transitaba las calles y a diferencia de la Ciudad de México el ruido de los autos era mucho menor.
Después de unos cuantos minutos Amadeus finalmente llegó a su destino. Muy de cerca lo seguía Victor quien desde unos minutos atrás había guardado total silencio. Amadeus se encontró con un gran caserón, algo que podría parecer normal pues era la residencia de la dueña de una empresa aunque muchos otros podían pensar que era más de lo que alguien así se podía costear. La casa tenía un aspecto muy moderno, con la fachada color hueso bien tallado. Amadeus se acercó a la puerta para tocar el timbre y esperar una respuesta. Fue en ese momento que Victor empezó a hablar de nuevo.
—Pensé que tenías toda la ayuda y motivación necesaria con nosotros.
—Esta vez requiero ayuda real —Respondió Amadeus sin siquiera voltear a ver a Victor pues su presencia no le resultaba agradable. Sus pensamientos fueron cortados de tajo cuando las puertas se abrieron para mostrar un bello patio repleto de pinos verdes además de varias fuentes que adornaban el lugar. En el fondo se alzaba una casa que parecía una especie de pequeña mansión.
—No lo olvides Am, no tienes derecho a olvidarnos, no puedes y jamás podrás dejar atrás el pasado pues te ha hecho quien eres —Victor se desvaneció con la misma sonrisa maquiavelica con la que había aparecido. Amadeus no pudo más que apretar los puños pues Victor tenía razón.
Al llegar a la entrada, Amadeus fue recibido por un extraño ser, era un esqueleto con traje de mayordomo a quien le faltaba la mandíbula dándole un aspecto aún más siniestro. El mayordomo comenzó a adentrarse en la pequeña mansión, seguido en silencio por Amadeus. El lugar era bastante estrafalario. En las paredes habían varios cuadros colgados «Que mal gusto» pensó Amadeus al ver aquellas obras siniestras, la mayoría eran el retrato de ángeles caídos todos ellos con una extraordinaria ”belleza“ que le resultaba repulsiva a Amadeus.
Después de un rato caminando finalmente llegaron a un enorme salón donde otro esqueleto salió a su encuentro. Su apariencia era menos lúgubre que la del primero, pues ahora contaba con todo el cráneo además de un sombrero.
—Bienvenido, la señorita saldrá en un momento para atenderlo —Después de decir esto ambos mayordomos hicieron mutis dejando a Amadeus en medio de la sala. Pasados un par de minutos una hermosa mujer hizo acto de presencia en la sala.
—Esperaba con Ansias tu llegada joven vampiro —La mujer sonrió y tendió su mano hacia Amadeus quien cortésmente respondió el saludo. Le sorprendió la belleza de la mujer quien tenía un largo cabello color escarlata al igual que sus ojos, era un poco más baja que él pese a llevar tacones consigo. Su figura era voluptuosa además de que si piel se veía muy finamente cuidada. Vestía un vestido blanco con un gran escote lo que resaltaba aún más sus pechos. Su mirada parecía alegre, sin embargo dejaba una extraña sensación, como si de alguna bestia se tratase.
—¿Eso significa que ya sabría que vendría?
—Por supuesto muchacho, Adam me contó un poco de ti y de lo que haces.
—Eso facilitará un poco las cosas, ya sabe a que he venido.
—Claro que lo sé, pero no llevamos prisa, acompáñame a comer, justo llegaste en el momento en que estaban por servir la comida —Violet comenzó a caminar haciendo una seña coqueta para que Amadeus la siguiera.
En el camino Amadeus notó lo que realmente era que lugar. Estaba lleno de frascos acomodados en múltiples repisas a lo largo de los pasillos, además de diferentes tipos de amuletos. También pasaron cerca de una habitación que parecía estar llena de libros. Otra de las cosas que observó fue que en cada habitación por la que pasaban había un esqueleto como el que lo recibió realizando alguna tarea. Ese lugar simplemente podía ser el taller de una bruja. Era un tanto diferente a como los recordaba pero llevaba décadas sin posar uno así que no era normal el cambio. Finalmente pasaron por una habitación en donde Amadeus pudo ver a un chico encerrado en una jaula atado con cadenas en los pies. Entonces el chico alzó la mirada para encontrar la de Amadeus. Aquella mirada era un grito de ayuda, fuera quien fuese el hombre que caminaba por el pasillo el chico le miró con una profunda desesperación. Aquellos ojos grises se clavaron en Amadeus, quien simplemente lanzó un leve gruñido, con el suficiente volumen para que Violet lo notará.
—¿Así que tienes curiosidad por el chico? —Dijo la mujer mientras miraba de manera burlona a Amadeus
—Para nada, son tus asuntos y no tienen porqué ser de mi incumbencia —A pesar de aquella respuesta, Amadeus sentía una extraña opresión en el pecho, aquel joven de cabellos grises y ojos azules tan tenues que apenas y se alcanzaban a distinguir, me recordaban su pasado y el dolor que alguna vez sintió. La mujer sólo se limito a soltar una ligera risa, como si supiera que el vampiro mentía.
Finalmente después de mucho caminar por aquel pasillo que parecía interminable llegaron al comedor. En medio de la habitación se encontraba una larga mesa rectangular con asientos suficientes para diez personas. Sobre ella había un par de velas lo lo bastante grandes para alumbrar la habitación entera. La decoración era igual de repugnante que la de toda la casa según Amadeus. La bella mujer invito a tomar asiento a Amadeus quien acepto la oferta, seguido de esto pidió que les sirvieran un poco de vino.
—Espero te guste el vino, no es muy fresco pues hace años que no tengo a un vampiro como invitado.
—No se preocupe madame, no soy muy exigente en cuanto a esas cosas
La mujer soltó una pequeña risita mientras veía con intriga a Amadeus.
—Eres un vampiro bastante extraño
—¿A que se refiere? —Preguntó Amadeus con un ligero tono de sorpresa
—Sencillo, no eres como los otros vampiros. No posees ningún familiar contigo, nunca antes había visto algo así. Además, sigues intentando encontrar algo, cosa en la que yo todos fracasaron —Respondió con sinceridad Violet. Justo en ese momento los mayordomos sirvieron el vino. Violet comenzó a beber el vino mientras se lamia los labios y observaba a Amadeus con una mirada de depredador acechando a otro.
—Tiene usted razón, no soy como cualquier otro vampiro, y es por eso que estoy aquí. Si otros se han rendido es porque son unos incompetentes. Yo estoy dispuesto a hacer lo necesario para cumplir mi objetivo, no en vano me vendría a meter al taller de una bruja —Amadeus miró de manera desafiante a la bella mujer para después tomar un poco de vino al mismo tiempo que sus ojos comenzaban a tomar un color escarlata.
—Me agradas muchacho, tienes una fuerte voluntad, puedo verlo en tus ojos. En algún momento me enamore de un vampiro como tú. Ya veo que Adam no se equivocó al enviarte conmigo, ese hombre me da escalofríos de lo inteligente que es.
Después de eso la comida fue servida y ambos guardaron silencio hasta el final de esta. Amadeus parecía satisfecho pues pese a ser esqueletos cocinaban muy bien. Por otra parte Violet se puso de pie, ordenó a sus mayordomos retirarse y se acercó a Amadeus de manera seductora. Al estar a su lado tocó su barbilla con un solo dedo para luego acercarse bastante a él, tanto que sólo un par se centímetros separaba sus labios. Aún con todo esto Amadeus mantuvo a la causa pese a que la emoción se notaba en sus ojos escarlata.
—Eres un vampiro muy interesante, será divertido apoyar tu causa. Pero una cosa si te advierto, no me vuelvas a llamar bruja, prefiero el término ”hechicera“ tiene más clase.
—Entiendo, seguramente Adam estará feliz de oír eso.
—Oh querido, no me mal intérpretes. Conozco la situación actual del senado y no tengo la más mínima intención de intervenir. Mi ayuda es para ti, no para Adam. Te daré información y los recursos necesarios para moverte con libertad por el país. Quiero ver hasta donde eres capaz de llegar...
Dicho esto la mujer se separo de Amadeus quien inmediatamente se puso de pie, desde el primer momento que la vio entendió porque Adam lo había enviado ahí. Tal como ella lo había dicho, le parecía un poco aterrador lo astuto que era su amigo, Adam.
—Sabes muchacho puedo ver el velo de la muerte teñirse sobre ti.
—La muerte y yo no somos muy buenos amigos —Dijo Amadeus con un tono de ironía
—Eso lo puedo notar fácilmente, el problema no es ese, no se como decirlo pero creo que se ha equivocado contigo.
—La muerte suele equivocarse mucho, y siempre lo ha hecho conmigo
—Es verdad no por nada dicen «hay peores destinos que la muerte» —Dijo Violet para si misma sin que Amadeus pudiera oírla.
Caminaron hacia la salida cuando Amadeus volvió a toparse con el joven muchacho quien mantenía la misma mirada hacia él. Entonces Violet le susurró al oído «si tanto se desean puedes tenerlo» después de esto libero las cadenas del muchacho quien cayó al suelo sin energías. Amadeus no supo como reaccionar, ciertamente sentía como si un hilo invisible lo guiará al muchacho, así que avanzó hacia él para finalmente tomarlo entre brazos y marcharse.