Un amigo extraordinario

Andrea

SU nombre era música para los oídos de Manuel. Como ya lo hemos descubierto, Andy es la mejor amiga de Pamela. Desde el primer día en que se vieron, se volvieron comadres. Se cuentan todo, como sus más íntimos secretos, sus aventuras, los chicos que les parecen atractivos, y lo mejor, es que nada sale de sus labios; son muy discretas y saben respetar la privacidad de la otra.

Andrea es una chica linda, debo admitirlo. Ella tiene cabello largo, lacio y castaño, ojos color almendra que le brillan a la luz del sol y unas gafas estilo Harry Potter (las que sólo usa para leer), le gustan los temas relacionados con planetas no habitables y cree profundamente en que los alienígenas y la vida fuera de la Tierra existe. Usa siempre pantalones pescadores y camisas a cuadros (generalmente rojas), con sus tenis de bota. Practica danza y es portera de el equipo estatal, ha ganado numerosos premios y ha viajado alrededor de todo el mundo, pero a pesar de eso, ella es humilde, modesta y no presume de lo que ha logrado.

Manuel está loco por ella (por no decir que es una obsesión). Siempre la mira, le pone demasiada atención, casi casi escurre baba por ella. Andy es buena gente, así que lo trata bien, nunca rechaza sus temas de conversación y más cuando esos temas tratan de hombrecillos de otro planeta o planetas jamás explorados al alcance del ser humano.

—TOI 700 d es sorprendente, pero deberías valorar tu planeta, Andy…

—¿Mi planeta? Querrás decir nuestro planeta, ¿no?

—Ehh… Digo, ¡sí! Eso era lo que quería decir…

Manuel a diario cuestionaba los ideales de los demás respecto a cómo sería el aspecto de los alienígenas, por qué no quería que los humanos llegaran más lejos que marte y, sobre todo, no quería que se supiera más del TOI 700 d. A Andy esto le enfurecía mucho, pues ella era muy curiosa y claro, todas las futuras parejas tienen sus problemas o debilidades, la de ellos, era la astronomía.

—¡¿Cómo rayos puedes ser tan egoísta?!

—¡¿Egoísta?! ¡¡Dime por qué?

—¡¡Porque no compartes tus conocimientos!!

—¡¡No hay nada que tengas qué saber!!

Esto era el pan de cada día en la tarde de juegos familiares, cuando Andrea también comenzó a ir a la casa.

—Parece como si ya fueran a prepa… Sus conflictos son taaan maduros… Y yo me sigo conflictuando y cuestionando si el gansito es mejor que las mantecadas.

—Miguel. Obviamente el gansito es mejor que las mantecadas, ¡tienen relleno!

—¡Claro que no! Aquí todos sabemos que las mantecadas saben más deliciosas. Es menos dulce y son extremadamente esponjosas…

—¡Oh, vamos, Pamela!

 En cambio, nuestras conversaciones parecían ser lo contrario…

Andy y Manuel no se hablaban por días después de que esto ocurriera, pero Manuel siempre se terminaba disculpando, cayendo a sus pies como perro regañado, como cuando un día hasta fue capaz de ir a donde Andrea estaba entrenando para pedirle perdón:

—¡Andrea! ¡Perdóname! ¡Fui un tonto!

Andrea lo miraba sorprendida, con los ojos bien abiertos. Abrió la boca y le dijo:

—Eh, ¡Sí, sí, pero quítate de ahí!

—¿Qué? No, espera, no he terminado mi disculpa…

—¡NO, EN SERIO! ¡QUÍTATE!

Antes de que Manuel pudiera golpear, el balonazo le cayó justo en la cara. Al menos impidió que metieran gol a Andrea…




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