Un Amigo Para Recordar

CAPÍTULO 10

Gemma parecía un muerto viviente que habíamos encontrado por el camino, pero aun así corríamos sobre la negrura de las calles. Había que salir del pueblo de cualquier forma, y para eso tenía que hallar un coche en buen estado, sin embargo, el agotamiento comenzó a reflejarse en Amber y Becka, además, un sonido permanecía extrañamente constante a pesar de que nuestras piernas daban todo para no desistir.

El sonido seguía haciéndose cada vez más fuerte, entonces decidí mirar por encima del hombro y me di cuenta de que el hombre con su perturbadora máscara de conejo arrastraba en repetidas ocasiones la hoja del hacha contra el asfalto. Baxter se detuvo de repente, mientras seguíamos corriendo y supe que estaba dispuesto a enfrentarlo, cosa que no podía permitir. Esta vez era distinto, él no era como los demás.

—Vamos amigo, él hará puré de perro contigo —dije.

La desobediencia surgió en Baxter al revelar sus dientes y gruñir con dirección hacia el hombre de la máscara, que al parecer no lo intimidaba.

—No lo hagas, Baxter, por favor.

El asesino comenzó a caminar más despacio, pero de pronto se detuvo, y asintió lentamente con la cabeza, como indicándole a Baxter que lo atacara.

—Por acá, Baxter. ¡Vamos! —era la voz de Becka.

Era muy notorio que Baxter tenía cierta obediencia cuando se trataba de las ordenes de Becka, pero no era algo que me disgustara, sino más bien me llenaba de confianza porque sabía que la protegería con su propia vida.

—Creo que Baxter no nos protege a nosotros, sino a Becka —dijo Amber.

Eso no importaba en estos momentos, sino buscar la forma en cómo escapar de aquí… Becka tuvo la idea de escabullirnos por un angosto callejón, y gracias a ella Baxter desistió en atacar el hombre que ahora parecía estar aún más molesto.

—Bien hecho amiguito, no era el momento de atacar —le dije acariciándole su cabeza manchada de sangre.

No iba a negar que el callejón no me daba mucha confianza, por lo que no sé si fue una buena idea de meternos por este lugar, pues prácticamente no se podía ver nada. Pero era nuestra última opción, el último recurso desesperado después de ver esa macabra máscara, con unos ojos circundados de infectada maldad.

—Solo espero que no sea un callejón sin salida —dije.

Cada vez que avanzábamos, más me preocupaba, porque quería y anhelaba ver por lo menos un poco de luz. Gemma aún seguía caminando solo por inercia, pero que podía hacer, no se me venían a la cabeza las palabras adecuadas para animarla. Amber no le soltaba la mano por ningún motivo, algo que demostraba que la estaba queriendo.

No dejaba de mirar hacia atrás, y presentía que ya no nos estaba siguiendo, ya no oía sus pasos inquietantes y el golpe de su hacha contra el asfalto. Quizá el hecho de que pensara que matarnos era tan fácil era la única razón de que todavía estuviéramos vivos; como un comensal a punto de disfrutar de una comida excelente, no había motivo para apresurarse.

—Veo algo —dijo Becka.

Por fortuna, una tenue luz comenzó a diluir la oscuridad, y el primero en salir del callejón fue Baxter. Nos topamos con otra calle, y miramos a nuestro alrededor. De nuevo solos, aunque esta vez era distinto, no sabía si era buena suerte, pero estábamos rodeados de coches aparcados sobre la acera y en medio de la calle.

—Espero que alguno funcione —dijo Amber.

—Si no funcionan, hago que funcionen.

—No me hagas reír.

Pero de repente mi cabeza se había quedado fría, como si toda la sangre se le retirara de pronto de mi cerebro dejando una sensación de nada, entumecida y muerta al observar demasiados coches y no saber cuál escoger.

—Que pasa, reacciona… tenemos que irnos de aquí —dijo Amber.

No era el momento de ser un tonto, así que opté por un Sedán de cuatro puertas de color aguamarina estacionado al lado de lo que fue una librería. Amber y Becka se retiraron silenciosas a un costado mientras yo intentaba abrir la puerta, nunca se sabe que se pueda encontrar, y lo mejor es estar alerta ante cualquier riesgo.

No fue muy difícil abrirla, de hecho, rápidamente me subí y busqué si estaban las llaves. Vi que Becka ladeó la cabeza, con la intención de ayudarme, pero era inútil, desafortunadamente no hallé nada que pudiera encender el auto. Debí tomar clases de delincuencia, y así no necesitaría de ninguna llave.

—¿Qué sucede? ¡Muévete! —dijo Amber.

—¡CÁLLATE! No me dejas pensar…

—Entonces piensa rápido.

Más vale me concentré en respirar profundo, y otorgarme a mí mismo una expresión de paz, pues trataba de hacer lo mejor que podía. Empecé por eludir los gritos de Amber, que no me estaba ayudado en una idea que lograra… De repente, Se oyó un sonido silbante y a continuación el golpe de un hacha en el parabrisas causando que todo estallara y los vidrios se esparcieran a nuestro alrededor. Lo vimos, estaba allí parado, con su máscara de conejo, pero con una sonrisa desquiciada. La había lanzado contra nosotros, todavía sin la intención de lastimarnos.

—Pudo asesinarnos… ¿Por qué no lo hizo? —murmuró Amber.



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En el texto hay: misterio y amor, perros, drama

Editado: 08.02.2021

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