Eduardo había intentado por todo los medios posibles evitar el arresto. Pues tanto como él y Lucy sabía que Shay era inocente. Pero de nada sirvió. La joven había sido esposada y llevada mientras su madre lloraba de dolor. Emily había presenciado todo y sorpresivamente noto que no se alegraba de gozo como lo había pensado. Sin embargo, no podía decir la verdad, tenía miedo. Ante de salir, Shay la miró y comprendió lo que había pasado: Shay sabía que la culpable había sido ella. Pensó entonces que Shay la delataría, pero no la había hecho. Solo se había dejado llevar con la frente en alto, sabiéndose inocente de los cargos.
Esa había sido la última vez que Emily vio a Shay.
-Yo… lamento mucho lo que hice –dijo Emily visiblemente avergonzada. –desde el mismo momento en que te llevaron me arrepentí de lo que había hecho… pero tuve miedo, por eso no dije nada…
Shay la miró en silencio durante unos instantes.
-¿Tanto me odiaba? –preguntó en voz baja, como si a ella también le afectaron los recuerdo del pasado.
-No –se apresuró a responder ella levantando la mirada hacia Shay – No… solo… estaba muy herida… por lo que me había hecho. Estaba dolida y quería vengarme. No pensé en las consecuencias ni en el dolor que les causaría a todos con mis actos.
-¿A tal punto quería a ese chico para hacer algo así por él? –pregunto Shay inclinándose un poco hacia ella.
-No, no fue eso. Yo quería ser independiente y al obligarme a dejar la fiesta sentí que estaba vulnerando mi derecho de ser libre.
-No era independencia, era rebeldía. Y la quería parar ser sufrir a Eduardo que solo se esforzaba por agradarte. Ni siquiera pensantes en que podrías haber estado en peligro.
-Lo sé – dijo ella bajando el rostro de nuevo. –ahora lo sé. En esa época… era muy inmadura, inestable y tenía miedo de que papá dejara de quererme…
-El amor no se divide, solo se multiplica –dijo ella.
Emily se dijo que ahora sabía que así era; lo comprendí muy tarde.
-Yo… no sé si pedirte perdón… no sé si pueda perdonarme porque yo siento que no me he perdonado a mí misma –dijo aun sin mirarla.
-¿Por qué no te has perdonado? –pregunto Shay unos instante después.
Ella la miro.
-Separe a una madre de su hija. Cometí contigo y con Lucy una terrible injusticia que no se ha podido enmendar-
-¿Y por eso me buscaste? ¿Para enmendar esta injusticia?
-Si –confesó ella con serenidad.
Shay guardó silencio por unos instantes.
-¿Y porque hasta ahora? ¿Por qué ocho años después?
-Te equivocas –dijo ella –llevo cuatro años buscándote. Cuando comencé a trabajar tuve mi propio dinero y contrate a un investigador privado… más bien a varios, de hecho. Solo el último pudo encontrarte.
Shay pareció sorprendida. Emily se dijo que no era para menos. Ella la había conocido como una chica díscola y rebelde, jamás se imaginaría que su actitud hubiera cambiado tanto.
-¿Y quiere que vuelva a casa? –preguntó ella casi sorprendida.
-Sí –dijo ella ansiosa –.Podría de que fue un regalo de navidad encontrarte para esta época. Años atrás he visto a Lucy melancólica por no poder estar contigo en esta fiesta, sería muy feliz si esta navidad la celebrará con ella… con… nosotros.
Shay sonrió enigmáticamente mientras servía el vino en las copas. ¡Se veía tan guapa!
-Dime algo –dijo ella –si hubiera sido al revés, si hubiera sido yo, quien cegada por la furia, te hubiera alejado de tu familia con una acusación tan grave, ¿me perdonarías?
Emily sintió un profundo dolor en el pecho. Con esa pregunta, Shay solo le estaba diciendo que no la perdonaba. Estaba en todo su derecho. ¿Por qué perdonar a la persona que la había alejado del ser que más amaba?
-No es necesario que me perdones para que vuelva a la casa a ver a Lucy y a mi padre… -dijo fingiendo valentía que no sentía. Al saber que ella no la perdonaba su corazón se había partido, pero no quería que ella lo notara.
Shay tomó un sorbo de vino.
-No te culpo del todo por lo que hiciste -dijo después de un rato –al fin y al cabo, yo lo provoque al sacarte a la fuerza de aquella fiesta.
Ella la miró sorprendida. ¿Estaba justificándose?
-No, no fue así. Mi padre te envió a buscarme –dijo ella.
-No es cierto –contradijo ella vendiendo otro sorbo.
-¿Cómo? –preguntó ella sorprendida –.Si, tal vez no lo recuerdas bien. Así fue. Mi padre dijo que te envió a buscarme.
-Recuerdo esa noche como si fuera sido ayer –dijo ella pensativa. –y puedo asegurarte que Eduardo no me pidió que fuera a buscarte. Fui por iniciativa propia. Tu padre te mintió.
En silencio, Emily observó que Shay bebía el resto de su copa. Estaba intrigada. ¿Por qué su padre había mentido? ¿Por qué Shay había ido a buscarla?