Esa tarde Luisa entretuvo Guio, conversándole de espadas y armas, guerras y batallas, fingiendo interés cuyo único propósito era el de distraerlo de sus labores como constructor. Ya por la noche se disculpó para irse al baño y a dormir, el caballero en su afán por cumplir con sus compromisos se descuidó, ella aprovechó para salir por una ventana, corriendo primero hacia la tienda a comprar unas gomas o algo dulce para sobornar al hermano de Luis, sin ni siquiera sospechar que algo siniestro se cernía sobre ella, debido a que unas sombras oscuras se abalanzaron en su contra haciéndole recordar lo de la batalla del otro día. Esta vez sus gritos si salieron y sus pies le respondieron para tratar de huir. Las sombras atrás suyo parecían disfrutar de su miedo, parecía que nadie más la escuchaba, también sentía que no corría en ninguna dirección y tenía razón, pues sus pies ni siquiera tocaban el suelo, al quedarse quieta escucho muchas voces que decían:
—si contemplas que es muy fácil para nosotros, solo necesitábamos que nos diera la oportunidad de su bruteza.
—mátemela y devorémosla.
—no se puede, los jefes la quieren viva.
—viva, más no completa.
—no, si la probamos, solo pararemos cuando ya no quede nada de ella.
Luisa cerró los ojos, rezando pensando en Luis, en su madre y hermanos, sentía que la llevaban por los aires a gran velocidad, de repente la soltaron contra algo, como unas matas. Al abrir sus ojos vislumbro a un hombre fuerte, su corazón se alegró diciéndole:
— Luis, ¿eres tú?
Pero lentamente su vista lo enfoco enseñándole que se trataba Guio, quien llegaba en su ayuda interponiéndose entre las sombras y ella. De nuevo la salvaba, examino a su alrededor, viendo que las sombras eran cuatro, que, aunque sus cuerpos eran de humo negro, tenían rostros humanos, que cada uno hablaba como si fueran coros, aunque no angelicales, sino de gatos enfermos, casi no entendía lo que decían, uno dijo algo así:
—maldito héroe, lárgate, te prometemos que te permitiremos huir.
—no, ni en sueños, yo lo mataré, me beberé tu existencia, ya te saboreo, me recuerdo de cada de los otros cazadores que me he engullido.
—si héroe reflexiónalo muy bien, no tienes oportunidad contra nosotros en este bosque oscuro.
Guio no les contestaba para no entrar en el juego de sus mentiras, no porque les tuviera miedo, ya había peleado contra criaturas parecidas, aunque con su maestro, quien lo acompaño esas veces. Recuerdo que le decía que para bichos como estos invocara armas de luz, se concentró tratando de generar una gran espada, sin lograrlo, solo de sus manos salían pequeñas chispas, —tal vez no he descansado bien, —reflexionó Guio, —si ni siquiera puedo hacer un arma menos abrir un portal.
—Qué desilusión, —pronuncio una de las sombras mientras se acercaba a Guio, —no han enviado al peor héroe de tristeza, ni siquiera puede materializar un cuchillo de cocina.
—es triste como estos héroes de pacotilla dependen ahora de esos hechizos, —menciono otra sombra que se dirigió sobre Luisa, —ya no los hacen como los de antes, quienes cargaban con sus armaduras y pesadas espadas hasta para ir a sus letrinas.—si todo es culpa de esos que llegaron de arriba, —chillo otra sombra, —ellos los malacostumbraron, claro que ahora es divertido matarlos, ya que nos pueden herir, no como antes que sus metales solo nos atravesaban como las sombras que somos, qué ridículos se veían en sus últimos momentos.
—voy a destruir a este héroe y para saborearlo lo voy a golpear, nada de cortadas serán solo golpes y me contendré para no cargármelo de uno solo, —parloteó esto lanzando sobre el héroe poderosos golpes que este no pudo esquivar, al tiempo el monstruo producía un extraño sonido de risa. Un golpe le saco el aire a Guio, dejándolo de rodillas, pero alcanzo a ver que Luisa, que salió corriendo, —ojalá ella si se pueda salvar, —pensó mientras seguía recibiendo senda paliza.
La sombra se cansó de golpearlo con sus brazos que materializaba solo para agredirlo, así que empezó a enviarlo hacia arriba, dejándolo caer libre, la sombra se aburría, pues parecía que el héroe aceptaba la muerte, sin tratar de luchar y eso era, aunque todo cambio cuando unos segundos antes de estrellarse contra el piso pudo divisar a Luisa quien era traída por las otras sombras que pronunciaron:
—deja de jugar con ese pelmazo, acabadlo ya, que nos tenemos que llevar a esta presa.
—espera, no es justo que este se divierta y nosotros no, —murmullo una de ellas, —voy a comerme un solo dedito.
Y abrió sus fauces mostrando unos largos colmillos, se le acercó a la mano de Luisa, quien grito con todas sus fuerzas. Esto causo que Guio frenara su caída estirando sus manos y pies y como un gato salto sobre esta sombra, rompiendo sus colmillos con un golpe, dio una media luna quedando en posición de ataque su aura de energía reapareció, junto con un lazo de oro con el que ataco a una de ellas enrollándola en su cuerpo, si se podría decir, se la enrollo como una boa, la jalo apretando el lazo de luz hasta que la sombra exploto en mil pedazos, las otras dos maldiciendo, empezaron a atacarlo esta vez con garras y colmillos, chocaban contra el guerrero quien les daba con todo, tratando de acabarlos antes de que se recuperara al que le rompió los colmillos, pues ya era muy difícil contra dos de estos seres, de seguro contra los tres perdería la batalla, aprovecho una fracción de segundo para ver a Luisa la cual se encontraba tumbada rezando y llorando, con tantas lágrimas que sus ojos ocres parecían azules como el mar de su tierra natal, de Grecia, ¿acaso ella era la diosa Griega que le habían profetizado que sería su gran amor? Las sombras lo atacaron una y otra vez hasta que gruñeron con mucha fuerza sacando varias manos, muchas garras afiladas con las que atacaban y agarraban a Guio, poco a poco su brillante coraza se disolvió quedando a merced de las bestias, recordó su infancia, su familia, la liga de los guerreros de la luz, de como una tragedia acabo con los primeros y lo llevo a los últimos, miro a Luisa quien seguía rezando, ella sintió su mirada y también se fijó en sus ojos donde pudo ver que la esperanza se terminaba, ella desesperada le propuso: