Me encontraba caminando con Lucas y los chicos, ya comenzaron las clases y estamos yendo al instituto, que pesado.
—Llegamos —anunció Mateo, el instituto no estaba nada mal, era grande y bonito. Muchos estudiantes pasaban por ahí, las chicas me ataban con la mirada los chicos … eran chicos.
—¿Qué clase les toca? —preguntó Lucas.
—Historia.
—Algebra.
—Yo ni idea —digo perdida sin saber qué hacer.
Estaba más perdida que ni siquiera sabía que clase me tocaba. Pues claro, estoy en una ciudad nueva, instituto nuevo, amigos o eso creo nuevos. Obviamente voy a estar perdida.
—Tranquila princesa, tú tienes clase conmigo —habló Emilio.
—Creí a ver dejado claro el tema de los apodos.
—Pues déjame desilusionarte diciendo que no lo cambiaré.
—Dejen de pelear y dime Emilio ¿Cómo sabes que clase le toca a Kenzie? —preguntó Mateo.
—Ayer recogí su horario porque sabía que la niña tonta no lo haría —explicó.
—¡Yo no soy tonta!
—¿Sabes? Deberías dejar de renegar, eso te hace daño para tu salud.
—¡IDIOTA!
Tocó el timbre y todos se fueron a sus clases, claro que yo no sabía dónde quedaba la mía, solo seguí a Emilio.
Cuando llegamos al salón estaba más perdida, no conocía a nadie y claramente Emilio no cuenta como persona conocida.
—¿Tu eres la alumna nueva? —preguntó amablemente la profesora, una señora de más o menos 50 años de edad.
—Si.
—¡Atención, clase! preséntate querida.
¿Es necesario hacer eso? Por la mirada de la maestra, diría que sí.
—Eh … yo soy Mackenzie Smith y seré su compañera … en esta clase.
¡vamos! ¿Qué fue eso? un niño de 3. grado de primaria pudo hacerlo mejor.
—Bien siéntate al costado de la señorita Laura —me indicó la maestra.
Claro porque yo conozco perfectamente a todo el salón ¿me vio cara de adivina o qué?, creo que notaron mi cara de perdida porque una chica pelinegra de ojos marrones alzó su mano indicando que me sentara a su lado.
—Hola, supongo que tú eres Laura ¿verdad?
—Si y te llamaré Kenzie, tu nombre es muy largo, ah sí, y serás mi nueva amiga porque no tienes cara de ser una estúpida —ella es rara. Di una corta vista a todo el salón, y en efecto. Todos en esta ciudad son unas bellezas, al igual que las chicas, solo que ellas parecen unas barbies sin neuronas.
—Eh … sí, no tengo problema con eso.
La clase empezó y por más que intentara entender no podía.
Digamos que algebra no es mi materia favorita.
Me encontraba haciendo la tarea cuando sonó el timbre, se preguntarán ¿por qué carajos nos dejan tarea en el primer día de clases?, bien, hoy no es el primer día, las clases habían empezado hace una semana, pero a mí recién me matricularon ayer.
—¿Vamos a la cafetería? —me preguntó Laura.
—Claro.
Estábamos entrando a la cafetería cuando veo una multitud de chicas gritando
¡¿Que carajos?!
¿Acaso había venido Shawn Mendes o Edward Cullen?
Me acerqué y los vi.
No, no eran Shawn Mendes y mucho menos Edward Cullen.
Era nada más y nada menos que Lucas y los tontos de sus amigos.
Traté de huir sin que se dieran cuenta de mi presencia, fue en vano porque al instante que me vieron me llamaron para que me sentara con ellos, gruñí mientras me acercaba a ellos, los cuales sonreían como desquiciados.
—¡Hey, hermanita, siéntate con nosotros! —me gritó el estúpido de Lucas, no me quedó de otra y tuve que acercarme.
—Gracias Lucas, tú sabes que me encanta ser el centro de atención —hablé sarcástica.
—¿Sabes de popularidad?
¿Enserio? Como si me importara tener a varios idiotas tras mío.
—¿Sabes de sarcasmo?
—¿Y Mateo? —pregunté viendo que no estaba con ellos.
—¿No me digas que lo extrañas? —me preguntó Emilio.
—Claro que no, solo pregunto.
—Mejor, porque él tiene saliente —abrí mi boca involuntariamente.
—¿Ustedes también tienen salientes? —pregunté.
—No.
—Sigo dispuesto para ti, princesa.
—No me hagas vomitar. Bueno yo me voy Lau . . . —no terminé de hablar al notar que mi supuesta nueva amiga me había dejado.
—Adiós —me despedí, y me entraron unas ganas de ir al baño.
Encontré el baño después de unos largos minutos buscándolo, este instituto si que es grande, entré y vi a Laura y Mateo apunto de tener sexo, la pelinegra estaba en brasier y Mateo sin camiseta.
Cuando vi como la pelinegra iba a desabrocharle el pantalón a Mateo supe que debía intervenir.
—¿Desean una habitación? —pregunté pícara, los dos al instante se separaron todos con la cara roja, me daba risa verlos en esa situación.
Mateo todo avergonzado se despidió y se fue.
Así que Laura es su saliente, Interesante.
—Gracias, tonta —me dijo la pelinegra.
Sabía a lo que se refería, había arruinado su intensa sesión de besos con Mateo.
Esta chica es divertida.
Las clases en el instituto se habían ido volando, ahora me encontraba tirada en mi cama.
Mi madre no estaba, me había llamado para avisarme que llegaría en la madrugada, y pues yo estaba aburrida, mi madre me dijo que debía ordenar mi cuarto, pero yo tenía dos opciones.
Ordenar mi habitación
o
Dormir
¡Qué difícil!, a quién engaño, obvio prefiero dormir.
.
.
.
—¡GUAF! ¡GUAF! ¡GUAF! —¡estúpido perro!, por eso yo no tengo mascotas porque siempre terminan arruinando mi hermoso sueño.
Agarré mi celular y vi la hora 1:30AM, mi madre todavía no había llegado, ella suele llegar a las dos de la madrugada. Fui al balcón a ver la hermosa luna, hacia eso cuando estaba aburrida y no conseguía el sueño.