Un Amor Inesperado (editando)

Capitulo 19

-Listo.

Terminamos de limpiar la biblioteca.

Estuve dos largas horas acomodando esos libros.

-Aún nos queda una hora de castigo -dijo Emilio.

¿Una hora?

¡Mi cita es en treinta minutos!

¡¿Por qué en mi primera cita tiene que pasarme esto?!

-Creo que debes cancelarle a Dylan -comentó Emilio.

-No le voy a cancelar.

-Entonces ¿como saldras de aquí?

-¡Eso estoy pensando, idiota!

-Ay pero que amargada, uno queriendo ayudar.

-Me ayudas guardando silencio.

-Gruñona.

-Idiota.

-¡Ya deja de decirme idiota!

-¿Dejaras de llamarme gruñona? -pregunté sabiendo la respuesta.

-No.

-Entonces yo tampoco.

Bien, ahora Kenzie debes pensar en como escaparte de aquí.

Debo llamar a Laura y Gabriela.

-Kenize.

Tengo que decirles que me ayuden a salir.

-Kenzie.

Debo ir a mi cita.

-Kenzie.

-¡¿Que quieres?!

-La puerta está cerrada con llave.

-No inventes co . . . ¡Mierda!

¡¿Por qué diablos cerraron la puerta con llave?!

El director está loco.

Ahora ¡¿como carajos salgo de aquí?!

Debo buscar la salida.

-Kenzie.

Puedo empujar la puerta.

-Kenzie.

Puedo decirle a Emilio que empuje la puerta.

-Kenzie.

-¡¿Y ahora qué?!

-Nada, solo quería molestarte.

-¡Estúpido!

Empecé a inspeccionar el lugar y  . . . 

¡Bingo!

¡Hay una ventana!

-Emilio.

-Dime.

-Mira -señalé la ventana.

-Oh si, tú si que estás loca.

-No digas estupideces y ayúdame a salir de aqui.

-¿Por qué debería ayudarte?

-¡Solo has lo que te digo!

-¿Y si no quiero?

-¡Emilio!

-Esta bien, te ayudaré pero a cambio quiero algo.

-¿Que cosa?

-Quiero que me compres un bote de Nutella.

¿Enserio?

-Claro -acepté y vi como se puso a festejar.

Emilio me ayudó a abrir la ventana, estaba muy pesado para alguien como yo.

-¿Y ahora que? 

-Ahora ayúdame a trepar y saltar.

-¡¿Qué?!

-¿Quieres tu Nutella si o no?

-¡Kenzie, está muy alto!

-¡Ay vamos! ¡no está tan alto! Aparte yo soy la que va a saltar.

-¡Yo también!

-¿Qué?

-¿Que pensaste? ¿que me iba a quedar aquí? 

-Bueno . . . 

Subimos a la ventana y no estaba tan alto como decía Emilio.

-¡Está altísimo! -gritó este.

-Exagerado.

-¡Yo no bajo por aquí!

-Emilio ¿le tienes miedo a las alturas?

-¡¿Qué?! ¡Claro que no!

-¿Seguro?

-¡Si, le tengo miedo a las alturas! ¡Ayúdame Kenzie!

Oh, por eso no quería subirse a la montaña rusa aquella vez.

Que mala fui al obligarlo subise a ese juego.

-Bien, lo que debemos hacer es  . . . ¡no sé! ¡¿como se trata a una persona que tiene miedo a las alturas?!

-¡Yo que sé!

-¿Sabes qué? Lo que vas a hacer es saltar cerrando los ojos.

-¿Saltar cerrando los ojos? -preguntó confundido.

-¡¿Acaso eres sordo?!

-¡Solo te estoy preguntando!

-¡Entonces no preguntes!

-¿Y bien? ¿Entonces salto?

-Salta cerrando los ojos, por favor.

-Si muero en esto, Kenzie quiero que sepas que no he odiado a alguien tanto como te odio a ti, considerate afortunada.

-¡Salta de una maldita vez, imbécil!

Y saltó.

Así chicos perdimos a Emilio, mañana será su velorio.

Nah mentira, sigue bien vivo.

-¡¡AHHHH!! -gritaba mientras saltaba.

Dramático.

-¡Ahora te toca a ti! -gritó desde abajo.

-¡Allá voy! 

Me lancé y ¡Mierda!

¡Fue la peor caída del mundo entero!

-¡Ay pesas mucho, estas gorda!

Sip, caí encima de Emilio.

-¡Callate idiota!

-Ahora que ya no estás encerrada puedes ir con ese Dylan -dijo Emilio.

-Nunca entenderé por qué Daniel y tú lo odian tanto.

-Pronto lo sabrás -dijo y se fue.

-¡Oye! ¿donde vas?

-Tengo cosas que hacer, tú ve con ese, adiós.

Nunca entenderé a los hombres.

Son tan misteriosos. . .

¡Ahora sí!

¡Debo llamar a las chicas!

♡♡♡

-Perfecta.

Estaba en mi casa con Laura y Gabriela.

Ya estaba lista para la cita con Dylan.

-Te ves hermosa -me dijo Gaby.

Sólo llevaba puesto una falda negra con una blusa roja de manga corta.

Ah si, y los infaltables zapatos deportivos.

¡Amo esos zapatos!

-Ahora si, ¡ve con tu galán!

-¡Nos vemos chicas!

Las chicas se fueron y yo me dirigí a lugar acordado de la cita.

Me fijé la hora en el reloj que llevaba en mi muñeca y vi . . . ¡¿4:10?!

¡Maldición!

Llevaba atrasada diez minutos.

Llegué al sitio donde nos encontrariamos y pude localizar a Dylan sentado en una de las mesas del restaurante.

-Hola -saludé.

-Oh, hola, pensé que no vendrías.

-Lo siento, es que tuve algunos problemas en el instituto.

-No te preocupes.

-¿Esperaste demasiado?

-No mucho.

Me senté y la mesera vino por nuestras órdenes.

-Pide lo que desees -me dijo Dylan.

Agarré la lista del menú y ¡diablos!

¡Todo aquí cuesta más de 100 dolares!

-Ehh, yo quiero  . . . ¡esto!

-¿Una ensalada?

-¿Eh? 

¡¿Una ensalada?!

Mierda.

Ahora va a pensar que soy una de esas rubias que se cuidan y comen bien para parecerse Barbies.

-Kenzie, eres libre de pedir lo que quieras, no creo que con una ensalda quedes satisfecha.

-Bueno, entonces quiero esto.

-Bien, unos spaghettis y una lasagna, ahora regreso con sus pedidos -dijo la mesera y se fue.

El entorno se convirtió en un silencio incómodo.




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