KAIDAN
—¡Y te cerró la puerta en la cara! —enfatizó un divertido Adam.
—¡Si!
—Eliana Berfor siempre comportándose como una perra.
—Cállate, no hables así de ella. —le reclamó Robert.
—Oh, sí olvidaba que estas perdidamente enamorado de esa arpía.
—¡No le digas así!
—¡Pero si es una arpía!
—Te recuerdo que tú estas detrás de Romina Berfor. —Adam empezó a reír a carcajadas.
—Solo cuando el infierno se cógele podría buscar algún tipo de acercamiento romántico con Romina Berfor, no gracias. Ella solo me está ayudando.
—¿Con que? Porque a mí no me has dicho nada.
—Esto se pone interesante —dije tomando un poco de limonada.
Al menos un pleito entre los gemelos me distraería de mis problemas con Sabina.
—¡Kaidan, estas aquí! —nos interrumpió esa cantarina voz.
Felicity Bonet se había convertido en una hermosa rubia de apariencia delicada y refinada.
—¿Me acompañaras en la velada de hoy? —me preguntó emocionada. Lo había olvidado completamente, mi prioridad ahora se reducía a Sabina Berfor. —¿Lo harás?
Miré a los gemelos y ambos me miraban expectantes.
—Te acompañaré a ti y a tus hermanos con gusto. —ella torció el gesto.
—Felicity nos puedes dejar a solas —dijo Adam.
—No.
—Vete ahora querida hermanita —espetó Robert con rudeza y la rubia a regañadientes se fue enfurruñada.
“Igual que cuando éramos niños” –pensé divertido.
—Esperamos que nuestra hermana no quede metida en las rencillas entre tú y Sabina Berfor. —espeto Adam.
—Jamás le he dado ilusiones a su hermana. —dije con tranquilidad.
—Más te vale McDonall.
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La casa se sentía tan silenciosa sin mis hermanas en ella. Cornelia al otro lado del continente junto a su esposo y mi sobrino Cameron. Visitaba a Diana dos veces a la semana y la veía feliz con el menor de los Perkins y su beba Beatrice, la niña es preciosa y cada día era más parecida a mi hermana.
Mi madre estaba en su saloncito, merendando y al verme sonrió. Entré a la estancia, me senté a su lado.
—¿Por qué esa expresión tan triste?
—Pasa querida madre que soy un asno con las mujeres.
—¿Y ahora es que vienes a darte cuenta de eso? Creí que ya lo sabias y lo hacías por gusto. —la mire estupefacto.
—No hace falta ser tan directa.
—Por favor solo aclárame algo que me tiene desconcertada, ¿te comprometerás con Felicity Bonet?
—¡No! Felicity es solo la hermana menor de Adam y Robert, no tengo intenciones de fraternizar más allá.
—Ay dios, no sabes cuánto me alivia eso —por poco y me río a carcajadas ante su expresión de felicidad —Sabes que no tolero a la madre de esos muchachos, sería una tortura si me hace fraternizar con esa loca, ¡no te lo perdonaría nunca Kaidan McDonall!
—¡Por dios santo, que no me voy a comprometer con esa muchacha!
—Más te vale… siempre pensé que tú y Sabina a estas alturas ya estarían casados pero tú siempre le viviste huyendo al compromiso Antoñito.
—Madre no me digas así —replique.
—¡Pero es lo que eres! Un Antoñito mujeriego y escurridizo, supongo que fue mi culpa por consentirte demasiado. Te volviste estúpido y mimado.
—Comienzo a dudar de tu amor por mí.
—Oh, al contrario cariño. Te amo tanto que te echo tus errores en cara para que aprendas de ellos…
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SABINA
Romina me ayudaba peinarme para esta noche. Mis rizos siempre han sido problemáticos, mientras que a Eliana sus cabellos eran lisos, Romina tenia ondas a mí era la única a la cual se le descontrolaba esta frondosa melena pelirroja y Romina era la única con suficiente paciencia para peinarme.
—¿Preparadas para esta noche mis niñas? —preguntó mi madre desde el umbral de mi puerta.
—Casi —Romina puso la peineta de rubíes en el alto peinado que me había hecho. —Estas perfecta hermana.
—Gracias. —sonreí feliz al ver mi reflejo en el espejo.
—Preciosa. —enfatizo mi madre encantada.
Me levanté de la silla frente del tocador y las tres bajamos para irnos.
—Ríndete ahora padre —escuchamos la voz de Eliana desde el estudio.
Los encontramos a ella y padre en una reñida partida de ajedrez. Eliana lo miraba a los ojos con su barbilla apoyada en sus manos, su expresión era victoriosa cuando él dejó caer a su rey.
—Tú ganas pequeña sabandija. —felicitó mi padre.
—Ya es momento de irnos querido. —anunció mamá.
—Sí, vámonos. Esta arpía me lleva ganando dos partidas seguidas. —Eliana rio.
—¡Soy la reina del ajedrez!
—Deja de presumir….
Siempre que mi familia hacia su entrada en algún salón llamábamos la atención de todos los invitados. ¿Cómo pasar desapercibidos el cabello pelirrojo o la gran altura? Era bastante cómico como junto con mi padre y mis hermanas, dejábamos a madre tan pequeña y enana. A veces me era incomodo ser más alta que la mayoría de la mujeres, aunque a Romina parecía no impórtale y a Eliana le encantaba poder imponerse sobre todos.
Quería disfrutar de esta noche pero tal parece que no se podrá, Kaidan se encontraba aquí junto a los hermanos Bonet.
—La noche promete estar entretenida —murmuró Eliana a mi derecha, entrelazando su brazo con el mío.
—Como te gusta llamar a la desgracia Eliana —intervino Romina a mi izquierda.
—No quiero que pase ninguna desgracia, dejen su cizaña las dos —espeté.
Sentí la mirada de Kaidan encima de mí y cada vez que volteaba me encontraba con sus ojos, pero tal parece que Felicity Bonet lo tenía retenido a su lado. Era hasta comico sus muecas.
—La pequeña Bonet no lo suelta ni un segundo —dijo Romina con un tono lleno de diversión.
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Editado: 02.04.2022