ELIANA
Siempre que me sentaba frente a un tablero despejaba mi mente, me enfocaba por completo en el juego. Nicolas Lombrad creyéndose caballero me dejó ser blancas para empezar la partida, pude haber sido ególatra y dejar que él las tuviera pero cualquier ventaja que crea que me está dando con gusto la tomaré.
Moví el peón del rey a la casilla central y Lombrad movió el de su reina, con mover mi siguiente peón traté de lograr un centro con peones para obtener el control, pero Lombrad ataca inmediatamente, comenzando la lucha por el centro atacando el peón d4 desde el flanco.
Los dos teníamos una lucha aguda. Ambos bandos estábamos corriendo para atacar primero. El francés era bueno pero no iba a dejar caer mi confianza.
“Nicolas no iba a dejarse vencer ni yo tampoco”.
Íbamos ya por el medio juego y la partida estaba reñida.
—Ríndete. —dijo cuándo me creyó acorralada. “Tanto que me subestimaba y ya sentía que lo odiaba”. —No me gustaría verla llorar cuando la venza.
Hice todo lo que estuvo en mí para mantener la compostura y contener mi mueca de desagrado.
“Oh, tú lloraras idiota”.
El juego ya estaba por el final con la mayoría de mis peones capturados. Tenía a mi rey bien resguardado a mi reina en la defensa y él me creía perdida. Lo miré a los ojos sonriéndole con coquetería al guapo y pequeño bastardo que parecía haberse quedado admirándome. Así que cuando moví a mi dama por última vez, el vio tablero y se quedó estupefacto.
—¡¿Es en serio?!
—Lastimosamente esto es jaque mate, cariño. —dije con suficiencia mientras él no dejaba de mirar el tablero.
—Me ganó. —repitió más para sí mismo.
—Le dije. —el francés no dijo nada por un tiempo luego se levantó de su silla, me ofreció su mano y la apreté.
—Me sorprendió lady Berfor.
—Nunca subestime a una dama, lord Lombrad.
—No lo volveré hacer con usted. —aparte la mirada de él y entonces vi a Robert acercarse a mí por lo que me levanté de la silla.
—¿Podemos hablar?
ROBERT.
Vi a Eliana ganarle a Lombrad de una forma que me dejó atónito, yo no sabía ni las reglas básicas del juego, el ajedrez era más el terreno de Adam. Verla ahí con esa seguridad, sin perder la compostura y feminidad que tanto la caracterizaba me hacía aún más amargo el saber que nunca podrá corresponderme de la forma que yo quiero.
—¿Podemos hablar? —le pedí y ella acepto.
Sus hermanas y los demás salieron de la habitación dejándonos solos. Se hizo un silencio entre ambos, Eliana esperaba que yo hablara, casi ni se atrevía a mirarme.
—Acepto que fui un terco por no darme por vencido antes, ¿me puedes culpar por querer conquistar a la única mujer de la que me he sentido enamorado desde que tengo uso de razón? —ahí ella mostró su incomodidad —Pero tú no sientes ni sentirás lo mismo, ¿verdad?
—No. —reflexionó y en sus ojos se vio apenada por todo —Eres maravilloso Robert. Otra estaría encantada de estar contigo de enamorarse de ti, sería buena para ti.
—Otro pero no tú.
—No soy lo que necesitas. —dijo con tristeza.
—¿Y según tú qué es lo que necesito?
—Una mujer especial, correcta, que te ame, corresponda en cuerpo y alma a tus sentimientos porque yo no estoy enamorada de ti Robert.
—Lo entiendo. Me rindo Eliana Berfor, igual ya no importa—ella sonrió y sostuvo mi mano.
—Créeme, muchas pelearan por ti. —“muchas, ¿por qué tú no?” —Además, eres más guapo que el insoportable de Adam.
—Somos gemelos idénticos, Eliana.
—¡Pero tú eres el más guapo! —reí.
—¿Puedo abrazarte? —ella asintió y la abracé, aspiré su aroma a lavanda hasta que llegó el momento de soltarla.
“Intentaré dejar y olvidar mis sentimientos por ella. Ojala tuviera suerte”.
Eliana era como una avecilla inquieta que no buscaba un dueño a quien pertenecerle o servirle fielmente…
SABINA
¡Mi hermana le había ganado a Nicolas! El error estuvo en él por subestimarla, no dudé ni un segundo en que Eliana pudiera ganarle pero el francés sí que dio una buena contienda acorralando a mi hermana pero al final el pobre quedó sorprendido y derrotado. Iba a acercarme él para decirle alguna palabra de consolación, Kaidan me lo impidió sosteniéndome del brazo para mantener con él mientras Romina se iba junto al lord Hatmond y Nicolas.
—Tu hermana venció a ese imbécil de una manera aplastante. —dijo Kaidan con un tono burlón.
—Sabía que ella lo haría. Eliana es una fiera en ese tablero. —respondí con desinterés.
—Cierto, hasta me compadecí del pobre francés.
—Eres un mentiroso, no lo hiciste —él rio.
—Me atrapaste. No, no lo hice, disfrute cada segundo de su derrota. —no pude contener mi sonrisa.
“Kaidan comportándose como es: burlón, celoso y vengativo”…
#1192 en Otros
#221 en Novela histórica
#368 en Humor
celos amor peleas enemigos, amor desilusion encuentros inesperados
Editado: 02.04.2022