Un ángel cayó

Capítulo 10

El cirujano se despidió de la humana antes de salir del hospital. En un costado del edificio estaba la ángel esperándolo, llevaba ahí, media hora en su espera y sonrió con un ápice de melancolía al verlo. Sentía tristeza de saber que aquel atractivo y perdido ángel, ya estaba enamorado.

—¿Listo? —le pregunto, sonriendo.

—Si, por favor.

La pequeña lo tomó de la mano y en ese instante, se volvieron invisible para el humano. Lo llevó hasta la cima del monte Teide; el desterrado, al verse en la cima de aquel gran volcán, jadeo el nombre de aquel dios que lo voto de los cielos.

—Agárrate de mí —pidió Solange, se puso de espaldas a él, el desterrado se aferró a la cintura de ella. Impresionado de ver aquellas enormes alas blancas que se dejaron ver que salían de la espalda de la ángel de luz. Ésta alzó vuelo y se elevó a un más —. Haz lo que te diga, sin miedo —pidió en un grito.

Cuando sintió que estaba a la altura perfecta, escondió sus alas y el desterrado comenzó a gritar. Solange le gritó, que la soltera y con miedo, la soltó, por lo que ella, al verse liberada de él, desprendió sus alas y voló separándose de él, dejándole solo.

—Concéntrate —gritó Solange, volando a su alrededor.

Este, cerró sus ojos, suspiró con dificultad y entonces alzó vuelo, unas hermosas alas color champagne se dejaron ver con un brillo hermoso. Sonrió y gritó de emoción.

—Soy un ángel —gritaba mientras que Solange lo miraba sonriendo.

—Si, eres un ángel.

Volaron durante varias horas hasta que la joven ángel de luz, quiso descansar. Solange se despidió de él, no sin antes informarle que para ser aceptado por los dioses, debían hacer un ritual, donde él aceptaba a viva voz, a los dioses del olimpo y sus reglas, reglas que se limitaba a una sola, "haz lo que te haga feliz, siempre y cuando, no dañe físicamente a otros seres." Regla que al ángel le pareció perfecta; también le dejó claro que conocería a Selene, la diosa que representaba y vivía en todas las Lunas que habitaban el universo; conocer a un diosa, era lo que lo puso más nervioso, porque se imaginaba que debía guardar respeto y temía hacer algo malo y que lo rechazarán, claro que aquellas inquietudes, no se las dijo a la joven, porque se sentía avergonzado de sentir miedo e inseguridades.

Mientras el desterrado buscaba como dormir, la humana estaba hablando amenas con Alam, el joven se negaba a dejarla sola y le dijo que dormiría con ella, para cuidarla en el hospital.

Había llegado a visitarla, media hora después de que el desterrado se marchara y ahí seguía todavía, hablando con ella. Era un joven que no podía explicar lo enamorado que estaba de Alma. Ella por su parte, sentía muchas cosas por el cirujano: sentía confianza, seguridad, entre otras cosas pero atracción sexual no, sin embargo, con Alam era diferente, ya que lo tenía cerca, con sus manos entre lazadas, los sentimientos románticos comenzaban a nacer.

—Deberías irte, sé que debes trabajar —señaló, la joven.

—Si, si debo pero quiero quedarme aquí; en un sillón que está al lado de la cama, dormiré cómodo.

—¿Me darías un beso? —preguntó Alma, ella sentía curiosidad por probar los labios de alguien que nunca en su vida había visto.

—¡De verdad! Eh, eh, si —tartamudeo algo nervioso.

Jamás imaginó que le pidiera algo así, pero aprovecharía esa oportunidad al máximo. Cuando lo sintió cerca, tanto que podía percibir su aliento, tuvo la necesidad de aclararle sus intenciones.

—Oye, espera —lo detuvo con la mano en su pecho—. Solo quiero un beso, porque quiero saber como se siente besar a alguien que nunca he visto en mi vida, eso no quita que me gustes, al menos, por ahora —sonrió.

—Yo, me dejo usar a tu antojo —aceptó el joven sintiendo seguridad de que cuando lo pueda ver, también se enamoraría de él.

Se acercó a ella y con cautela, tomó sus labios en un delicado beso. Era difícil de explicar las sensaciones que ambos sentían, había mucha emoción de parte de ambos pero en especial de Alma, quien jamás imaginó besar a alguien que nunca había visto. Poco a poco se separaron y para la joven, fue inevitable suspirar, él por su parte quedó mirando sus labios, esos labios que por el beso, se pintaron de carmín.

—Eres hermosa —exclamó, Alam.

—Tu igual, aunque no te veo, todo lo que en ti siento, es hermoso.

Alam se acomodo en el sillón, mientras que Alma se quedó en la camilla. No durmió tan bien, como lo había hecho todo el fin de semana en compañía del desterrado; pero si descanso lo suficiente como para a la mañana siguiente, levantarse de buenos ánimos. Era muy temprano cuando el joven se despidió de ella, prometiendo que volvería cuando saliera del hotel donde trabajaba. Tres horas después, entró él ángel a la habitación, inmediatamente sintió que su humana tenía un olor al humano que la había llegado a visitar al piso. Estaba celoso pero se controló, no quería alargarla, porque pensaba que pronto, cuando ella lo pudiera ver se enamoraría; sentía que el fin de semana había avanzado mucho con ella.

—¿Tuviste visita? —pregunto algo, cuya respuesta ya la sabía.

—Si —respondió sonriendo—. Mi amigo, Alam, se quedó toda la noche y dice que vendrá a verme todo el tiempo que esté aquí; me alegra eso, ya que Valeria no puede venir, porque tiene dos empleos.



#4787 en Novela romántica
#1255 en Fantasía
#202 en Magia

En el texto hay: fantasia, angeles, amor dolor

Editado: 30.01.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.