Pasaron el día, entre pláticas y bocadillos, Solange y Alan, se fueron, mientras que la humana pidió a su Ángel que se quedaran durmiendo en aquel lugar. Le sorprendió que Alan, les llevará bolsas para dormir, pero no fue eso lo sorprendente, sino que no tardó en irse y regresar, pero tampoco quiso ponerle mente a eso, estaba con Daniel y nada le importaba si estaba a su lado.
—Puedes contarme más, sobre esa fantástica historia de ángeles que inspiraste en nosotros —pidió la humana, que quería escuchar historias y que mejor, que una, que hablaba sobre ellos, en otra dimensión, según ella.
Abrazados frente a la luz de la fogata, el Ángel decidió contarle más sobre todo lo que había sufrido. Nunca había compartido lo que vivía en su destierra cuando fue enviado al lugar más profundo y oscuro, pero Alma le daba esa paz para hablar.
—Dios lo desterró, lo condenó al rincón más profundo de la tierra; era oscuro y frío; había un hedor a podrido, el alma la dejó de sentir y sintió que moriría; no había luz, no había paz y a diario escuchaba las voz de dios, donde le recriminaba una y otra vez, el error de amar a una hermosa humana; era tal como una grabación que atormentaba al Ángel día y noche, hasta que un día, ese Ángel escuchó una voz diferente, no era esa voz acusadora de dios, era una que transmitía confianza.
—Y que se escuchaba —pregunto, desesperada para saber qué era esa otra voz.
—Cantaba algo así como, "soy travieso, vengo a lugares prohibidos pero me vale, me vale, no me importa" —la humana se río un poco por aquel cántico de un niño travieso—; da risa, pero para el desterrado fue algo maravilloso, porque después de ser atormentado por Dios, escuchaba algo diferente; entonces el Ángel alzó su voz pidiendo ayuda y fue cuando frente a mi… bueno, al Ángel, frente al Ángel apareció un ser oscuro, que traía en su mano, una hada para que alumbrará su camino, él me sacó de aquel lugar, al ángel, sacó al Ángel de aquel lugar.
—Y qué pasó después —preguntó la humana, ya que Daniel se había quedado en silencio.
—Después de eso, fue llevado a la superficie de la tierra y experimentó que tenía un par de poderes y así, fácilmente con magia decidió ayudar día con día, a los humanos; al ser que lo rescató, jamás lo volvió a ver.
—Que mal, debes hacer un final, donde se encuentran, ¿o será que ese maldito dios, los mató, por haberlo ayudado a salir de ese feo lugar?
—No, no creo, ese Dios, no tiene el poder de acabar con seres de otros dioses, porque si lo hace, los demás dioses acabarían con él.
—Pues, es el dios más malo que hay, deberían acabar con él y ya; imagina que condena a la gente de corazón puro, por el hecho de amar y ser feliz.
—Que tal, si mejor no te casas pronto con ese Ángel, así él estaría completo.
—Ya lo acepté, solo hace falta el vestido —con aquello se dieron un beso para después, hablar pero ya no de aquel desgraciado dios que disfraza el miedo de amor para que no hubiera rebelión, si no que hablaban de otros tipos de naturaleza.
La humana estaba fascinada escuchando cada historia contada por su prometido, hasta que Morfeo los visto dándoles un sueño profundo y tranquilo, tanto que era de madrugada, no terminaba de salir el sol, cuando Alma se despertó y se metió al agua que estaba bastante fría pero eso a ella no le importo.
El Ángel despertó solo para encontrarse con aquella hermosa escena; su hermosa humana estaba bañando emocionada dentro del agua, él sentía frío pero aún así, se cubrió con su calor de Ángel y se metió al agua para que ella, disfrutara a su lado.
—Eres hermosa, más hermosa que los mismos ángeles —halaga el Ángel.
Eso era mentira, ante los ojos del Ángel, era bella, hermosa pero no ante los ojos de los demás, más de los humanos, no era una mujer que encajaría en los estándares de belleza de los españoles.
—Lo dices, porque me amas —sonrió Alma—; espero que así me veas, toda la vida.
—Así será siempre.
Se secaron con una manta, para luego desayunar; en aquel lugar se escuchaban las voces de aquellos dos, hablando con emoción y felicidad; a Alma le hacía feliz escuchar aquel mundo imaginario que le gustaría fuera real; al Ángel, por supuesto que lo hacía feliz, ver como la humana se interesaba por todo aquello y que le gustara.
Por la tarde, ya no tenían bocadillos y había hambre, así que lo que Daniel proponía, era ir a casa.
—No me quiero ir —renegó la humana—, además, tú eres un Ángel, puedes traer cualquier cosa, ve y trae frutas —bromeó la humana, en su mente, pensaba con lógica que aquello no podía ser real, pero le gusta hacer de cuenta que todo era verdad.
—Está bien, espérame aquí —Daniel le dio un casto beso y se levantó de donde estaban acostados.
Ella cerró sus ojos, en su corazón sentía una seguridad, de que su prometido por ahí encontraría un par de frutas.
—Es humana y anda con un Ángel —escucho unos susurros; abrió sus ojos y se levantó de golpe pero no miraba nada. Eran como moscas a su alrededor.
—Si, humana; el Ángel la ama —se escuchó otra vocecilla en susurros.
La humana entrecerró sus ojos porque frente a ella, logró ver criaturas diminutas, diferente, feas pero a la vez, hermosas.