ERASE UNA VEZ…. CUANDO TODAVIA CONFIABA (parte I)
Todos estaban en proceso de recuperación, después de aquel duro y agotador entrenamiento, aunque el motivo principal era para conocer a los que serían los suficientemente convincentes y a quienes se les daría un poder con el cual se encargarían de llevar a cabo las misiones más difíciles y, sobre todo, proteger a aquellos que lo necesitan sin dudar ni un solo instante, aunque esto conlleve a la muerte misma.
- Todavía siento dolor – eran las quejas de una de las jóvenes que superaron aquel martirio - ¿realmente era necesario todo esto? – y cerrando sus ojos cada vez que trataba de moverse, haciendo que sus dientes rechinaran al presionarlos con gran fuerza al querer mover lo que parecía una pierna.
- Nunca creí que algo tan horrible – contestaba otra joven que acostada en lo que parecía su cama y con un paño húmedo sobre su rostro, trataba de relajarse y calmar un poco el dolor de su cuerpo.
- Por lo menos a ustedes les tuvieron más consideración – reclamaba ahora un joven que, con un par de vendas en su cuerpo, logro sentarse al borde de su cama – a nosotros nos fue de lo peor… y ustedes están conscientes – parecía que cada vez que este joven hablaba, el dolor lo atacaba fuertemente, aunque este no se moviera.
- No parecieras hombre – esta vez la voz algo tenue de otro joven salía a relucir - ¿acaso son tan débiles? – aunque las palabras de este chico parecían rudas, perdían algo de fuerza y valor ya que con lo que parecía un balde con agua tibia, tenía sumergidos sus pies y su cara reflejaba que estaba muy cansado y muy adolorido.
- Mira quien habla – contestaba otra joven, eres el menos indicado para estar diciéndonos débiles – acaso ya olvidaste lo que te paso a medio entrenamiento – y con una sonrisa algo burlona, y moviendo sus manos haciendo una señal de que esta llorando, se burlaba de aquel momento donde este joven parecía haber llorada un poco.
- Cállate – esta vez la voz de este joven demostraba que estaba molesto – nadie pidió tu estúpida opinión – y aunque estas palabras eran serias, a aquella joven y a los demás que allí se encontraban les causaron risa.
Y a pesar de todo aquello vivido, la energía de aquellos jóvenes no parecía haber desaparecido, más bien, cada vez más la energía que ellos tenían se hacía más fuerte. Y entre alegatos, burlas, bromas, risas, no se percataron de aquel misterioso general que en el fondo los escuchaba que, parado en una esquina algo oscura, parecía estar nostálgico.
- Que recuerdos – decía aquel general en sus pensamientos – aún recuerdo cuando me enliste por primera vez – y caminando lentamente, alejándose de aquella escena se podía notar que este general no estaba sonriendo y cerrando su mano y formando un puño, su mirada seria y firme, parecía estar molesto por algo – maldigo ese día – y golpeando lo que parecía una base, una rabia profunda parecía brotar de el – ¿Por qué demonios tuve que salvarte? – y alejándose cada vez más, los recuerdos de cuando era un simple recluta comenzaron a llegar.
- MUY BIEN CUCARACHARAS INUTILES – decía un personaje que parecía tener el aspecto de un general de tropas – HOY ESTAN AQUÍ PARA DEMOSTRARME DE QUE ESTAN HECHOS – y teniendo su pie izquierdo en un recluta y su pie derecho en otro, dictaba las instrucciones – ESPERO QUE NO SEAN TAN INGENIOSOS COMO ESTOS DOS MISERABLES ROEDORES – y aunque el estaba tranquilo dando las instrucciones parado encima de ellos, esos dos jóvenes estaban sufriendo muy pero muy lento un castigo algo peculiar por parte de aquel general – ASI QUE MUEVANSE ESCORIAS, NO NECESITO BASURAS EN MIS FILAS – y viendo hacia abajo donde se encontraban aquellos dos jóvenes, sacando una sonrisa algo siniestra, parecía disfrutar de aquello – Artimedez y Behemoth… VAN A DEJAR DE HACER ESTUPIDECES – y a pesar de aquello que parecía tortuoso para ambos, con mucho descaro y con una gran sonrisa por parte de ambos, respondieron casi al mismo tiempo.
- Si dejamos de hacer estupideces… no tendría sentido el habernos enlistado –
- Si dejamos de hacer estupideces… no tendría sentido el habernos enlistado –
- SERAN UNOS DESGRACIADOS – y al final estas palabras, llamo a dos ángeles para escoltar a aquellos dos jóvenes hacia un castigo aterrador, tortuoso, en donde la fuerza no era solo lo necesario para poder sobrevivir a aquello, sino el tener una voluntad inquebrantable y no dudar ni un solo momento – ESPERO CON ESTO QUITAR ESAS ESTUPIDAS SONRISAS DE SUS ROSTROS – y encadenándolos uno frente al otro, aquel castigo comenzaba a realizarse.
- Si cree que un par de cadenas va a detenerme – con una sonrisa segura y desbordando una gran confianza aquel joven parecía estar retando más a aquel general – está muy equivocado – y mirándolo fijamente, aquel reto parecía entran en juego.
- Behemoth… podrías callarte un rato – el otro joven que estando en la misma situación, parecía ya comprender aquello que les esperaba, aunque este tampoco demostraba ni el más mínimo respeto al igual que Behemoth, era más tranquilo y tomaba las cosas un poco más con calma – parece que esta vez sí es seria la situación – y mientras hablaba, también era envuelto en un par de cadenas.
- Bueno jóvenes – decía aquel general al observar que aquellos asistentes habían finalizado su labor – esta prueba no es solo para comprobar que son fuertes – la sonrisa cada vez de aquel general se hacía más y más grande – como podrán observar, hay una puerta muy grande detrás de ustedes, y aunque ustedes pueden ver una, no pueden observar la que está en sus espaldas – y abriendo ambas puertas, los ojos de aquellos jóvenes encadenados de pronto se abrieron y aquellas caras que demostraban confianza de pronto desaparecieron al ver lo que había detrás de estas puertas, aunque ellos podían ver la que estaba frente a ellos, no podían ver lo que se encontraba a sus espaldas – aquí me demostraran varias cosas que por obvias razones no se las diré – y llamando a otro de los que parecían sus asistentes, este traía algo en su mano.