UN DESAFIO, UN ATAQUE Y UNA ESPERANZA
- El día de hoy mis queridos reclutas – mientras decía estas palabras, observaba fijamente a cada uno de aquellos jóvenes que habían llegado hasta el final de su entrenamiento – serán testigos una vez más, de lo cuan desastrosa puede ser la vida de uno de ustedes si no logran superar esta prueba – el sol aun no resplandecía, la cara de sueño de aquellos chicos que se habían quedado totalmente dormidos a la intemperie todavía estaba presente y al parecer no comprendían en totalidad las palabras de aquel general.
- General Artimedez – levantaba la mano una de las chicas - ¿Por qué no pudo esperarse a que por lo menos amaneciera para comenzar a gritarnos de manera tan bulliciosa? – con sus ojos semiabiertos y dando un bostezo al final de su pregunta, trataba de comprender el porqué de aquello.
- Naivy tenía que ser… – la observaba fijamente mientras trataba de darle una respuesta a su tan complicada interrogante – solamente te puedo decir lo siguiente… - sin previo aviso y con una velocidad abrumadora golpeo a cada uno de aquellos jóvenes lanzándolos y haciéndoles impactar contra una pared que allí se encontraba, nadie había podido esquivar aquel veloz y poderoso ataque - ¿ustedes creen que esto es una maldita broma? ¿acaso creen que, porque han llegado tan lejos y me he comportado de una manera suave con ustedes, tienen el derecho de faltarme al respeto? – aquellas palabras duras y aquel dolor que se mezclaba con ellas hicieron que aquellos jóvenes se despertaran y que una mirada de ira se inclinara hacia aquel general – vaya, vaya, vaya… que miradas tan aterradoras tienen ustedes – una sonrisa se dibujaba en la cara de Artimedez, la batalla sin previo aviso había comenzado – vamos a ver si son capaces de derrotarme… mocosos – la mirada de Artimedez parecía encenderse cada vez más.
- ¿A quién demonios llamas mocoso? – y lanzándose de una manera agresiva, el primer atacante entraba en juego.
- Así que tu serás el primero Zalathras… vamos a ver de que estas hecho mocoso arrogante – aquellas palabras dichas por Artimedez, encendía más la ira de Zalathras, quien no analizando la situación y dejándose llevar por su furia, atacaba veloz y agresivamente, sin lograr ningún impacto en aquel general, que solamente esquivaba de una manera fácil y formidable aquellos ataques sin ningún sentido ni ninguna orientación - ¿Qué pasa niño bonito, eso es todo lo que puedes hacer? – y mientras Zalathras lanzaba golpes, Artimedez agarro fuertemente uno de sus brazos y utilizando la misma fuerza de este joven logro derribarlo de una manera fácil, haciéndolo impactar fuertemente contra el suelo y como golpe final, lo levanto de manera violenta y lo lanzo por los aires hasta hacerlo impactar en aquella misma pared haciendo que quedara fácilmente fuera de combate y todo esto transcurrió en cuestión de un minuto, a los demás no les había quedado ni la más mínima oportunidad de ayudar a Zalathras, antes de que este cayera – muy bien… uno menos – y observando fijamente a su siguiente presa, se lanzó a su cacería.
- Muévanse rápido o los utilizara de saco de boxeo – fueron las palabras Zamara y no había terminado de hablar cuando otro poderoso ataque de Artimedez había impactado de manera limpia en su cuerpo, haciendo que este escupiera sangre y cayera totalmente inconsciente en el suelo.
- Van dos eliminados… ahora a quien atrapare – eran las palabras de aquel general que miraba a su alrededor buscando a otro recluta – al parecer mis queridos conejos se han metido en su madriguera – Artimedez visualizaba por todos lados – la pregunta ahora es… ¿a qué conejito cazare en este instante? – y cuando comenzaba a tomar impulso para ir en contra de otro recluta, un ataque directo y de lleno impactaba contra aquel general, lanzándolo lejos.
- Esto es totalmente desagradable – decía una de las chicas - ¿Por qué ella tiene que estar a mi lado? – mientras decía esto, la otra chica también demostraba su desprecio.
- ¿Acaso crees que es agradable hacer esto contigo idiota? – la mirada de aquella chica parecía cortar más que una espada de doble filo – sino fuera por Tiffany no estaría haciendo esto – al parecer alguien más estaba envuelta en aquel poderoso ataque.
- ¿Podrían dejar de pelear entre ustedes por cinco minutos? – la voz de Tiffany se alzaba a lo grande – tenemos que estar unidas si queremos detener a ese idiota que nos ha golpeado sin sentido – Naivy, Emely y Tiffany habían sido las causantes de aquel ataque que al parecer había hecho algo de daño a Artimedez – ahora solamente queda el estar preparadas para el siguiente… - y antes de que terminara de hablar Artimedez había impactado un golpe directo en el cuerpo de Tiffany sin que ninguna de las tres lograra sentir que este se había acercado.
- Estabas con la guardia baja líder – y mientras decía estas palabras, había tomado a Naivy con su mano izquierda y a Emely con su mano derecha y tomando un impulso hacia arriba y como si de un acróbata se tratara dando un giro en torno a su eje lanzo tanto a Emely como a Naivy hacia el suelo, haciéndoles impactar directamente en él, y como golpe final, utilizando la gravedad a su favor al caer en el suelo impacto sus puños contra ellas, dejándolas totalmente fuera de combate. Poco a poco fueron cayendo cada uno de aquellos reclutas como Agamael, Galael, entre otros reclutas – ya solo me quedan dos conejitos más por cazar y la pregunta del día es… ¿Dónde estarán escondidos? – y mientras caminaba de manera despreocupada pero totalmente con todos sus sentidos activos, miraba a todo su alrededor buscando a aquellos dos únicos sobrevivientes – vamos chicos dejen de jugar a las escondidas y demuéstrenme que son… - aún no había terminado de hablar cuando un ataque combinado impactaba sobre él haciéndole retroceder.