Kurgan.
Apartarse y correr es absurdo para mí, porque Malena ya fue declarada mi esposa y reina.
Así que es mejor quedarse quieto y aceptar con buena gana lo que Dios tiene preparado para mí.
—Kurgan.
Ante el llamado de mi esposa coloque mis iris en ella.
—¿Sí?
—Estoy cansada.
Mi señora De Asturias hizo una mueca, para después mirarse los pies.
—Estos zapatos me están matando. Kurgan.
—Si mi reina se siente incómoda quien soy yo para negarle que se marche.
Esas palabras lograron que Malena sintiera.
—Estas sumando muchos puntos, esposo.
—No sé en que pudiera canjearlos.
Malena enarcó una ceja para después sonreír con malicia.
Cosas de ella.
Me coloque sobre mis pies y ante eso todos los presentes me observaron.
¡Qué más da…! Si mi reina desea descansar nadie ni siquiera yo puede negarle su merecido descanso.
Me acerqué a Malena, y tomé su mano derecha entre la mía.
—Vamos, Malena.
La señora De Asturias se colocó sobre sus pies y me dio un fuerte apretón de manos.
—Vamos, mí Kurgan. -sonreí por la forma posesiva en la que mencionó la palabra MÍ. —Más te vale que solo seas mío porque no me costará nada darte unos buenos dolores de cabeza.
—Malena, todavía no te queda claro que eres mi esposa, la única mujer para la que tengo ojos.
—Más te vale, porque leí en internet que mil maneras de morir. Te voy adelantando que con cualquier pequeñez puedes irte al mundo de los muertos.
—Tu no vas a matarme, porque si lo haces puedes perder el juicio.
—¿Por qué estás tan seguro de ello?
—Porque soy tu debilidad, Malena. Si no fuese tu debilidad no te hubieras embarcado hasta un lugar que no conoces para reclamarme que me casara contigo.
—Lo hice porque me debes muchas horas de cuchiplancheo. Cualquiera en mi posición, con un hombre con una máquina mortal, lo hubiese hecho, Kurgan.
—Con esa respuesta saliste debajo de un camión, Malena.
—Lo sé, estuvo muy bueno.
La reina sonrió y poco después empezó a caminar.
Pero antes de que pudiésemos llegar a la salida, Mail se acercó a nosotros.
—Malena, Kurgan.
—¿Qué sucede Mail? -respondió mi ahora esposa mientras hacía una mueca. —¿No ves que estoy secuestrado al rey?
—Kurgan cuídate porque Malena tiene malas intenciones para contigo esta noche. A que te aseguro que aplicó su técnica de sentirse Mail o el típico dolor de pies para manipularte.
—Mail, que no se te olvide que soy la reina y que puedo hacer lo que me salga de la vagina. Así que evítate una noche en la mazmorra, querido hermano.
El pecador entrecerró sus ojos.
—Que no se te olvide que yo soy tu hermano, y no me importa que seas una reina Malena Salvatierra, porque para mí siempre serás mi nenita pequeña a la que tengo que defender de los monstruos nocturnos, comerme por ella los vegetales, ayudarla a limpiar la escena del crimen antes de que mamá descubriera el desmadre que hiciste en la cocina y darle ánimos, mimos y besos cuando despertabas con el mismo demonio montado.
Oh, eso fue profundo.
—Te amo, Malena. Ten por seguro que siempre estaré para ti, muñeca del mal. Si algún día no tienes a donde ir, con toda la confianza del mundo puedes volver a casa. Porque yo te estaré esperando con los brazos abiertos, mi reina.
Mail hizo una mueca al ver a su hermana indiferente y sin ninguna pizca de emoción por las palabras antes duchas.
—Bueno, por lo menos lo intente. -tras verbalizar esas palabras el pecador giro sobre dispuesto a marcharse.
Pero antes de que lo hiciera Malena lo llamo para luego soltarse a llorar.
Mail volvió a su posición inicial y al ver a Malena llorando se acercó a ella y la acogió entre sus brazos.
—Te amo, Mail. Te amo pecador.
Cuando te lo propones eres un grano en el culo, pero aun así nadie puede quitarte lo buen hermano que eres. Te amo infinitamente, Mail. Y ten por seguro de que si Kurgan hace algo iré a refugiarme en tus brazos, porque allí me siento segura. Soy la mujer más dichosa al tener un hermano como tú. Aunque a veces me den deseos de matarte, si tuviera que elegirte, te elegirá mil veces si fuera necesario.
—Por Dios, Malena. Tuve que esperar casi veinticinco años para escucharte decir esas palabras.
—No me jodas, Mail.
Malena se apartó de los brazos de su hermano e hizo una mueca cuando Mail saco su teléfono de su bolsillo y le tomó una foto.
—Por esa foto volviste a donde estaba recluido al principio, Mail Salvatierra.
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Editado: 15.05.2025