— ¡Lily! —Jenny me abraza por detrás—. Feliz primer día del último año de esta cárcel llamada escuela, ¿Cómo está mi persona favorita hoy?
La volteo a ver y me libero de sus brazos. — ¿Por qué estás tan feliz?
Jenny tiene el cabello recogido en una trenza de lado, sus ojos grandes están resaltados por un poco de delineador y una sombra de ojos rosa muy pálida, casi imperceptible. Siempre se aplica un poco de rubor y un labial parecido al tono natural de sus labios.
Se encoje de hombros. —Porque estamos vivas, porque hay comida sobre la mesa —entrelaza su brazo con el mío—. Y porque Max y yo hemos estado enviándonos mensajes desde hace tres días, dice que quiere verme.
La última vez que Jenny vio a Max fue una tarde en mi casa. Como ya es costumbre aparentemente, él llegó con su hermana menor pero esa vez sin su padre. El señor Richards ha vuelto a trabajar así que ya no tiene mucho tiempo libre para pasarlo con mis padres quienes también están ocupados ahora que el año ha comenzado.
Él y Jenny se la pasaron bien, hablaban de películas y muchas otras cosas más. Yo platiqué un poco con Candy pero después, logré escaparme de la sala para ir a mi habitación un rato. Al menos Max estaba distraído con Jenny, eso fue bueno para ella y para mí. Yo no quiero pasar tiempo con Max quien sigue buscando como acercarse a mí y Jenny sí quiere estarlo.
Suspiro, la verdad no entiendo porque le gusta tanto Max si lo acaba de conocer y como siempre pienso, es solo un chico más del montón. —Me alegro por ti, serás muy feliz con él —digo sarcásticamente.
Me golpea el hombro con el suyo. —Qué mala eres, ¿Por qué no estas más feliz por tu amiga?
Porque nos hemos visto casi todos los días por las últimas semanas y algo en mi cerebro me hace pensar que ese chico no es un gran partido. Además hay una cosa que me ha estado molestando, aunque parece imposible puede que yo le guste a él.
Pero Jenny no tiene que saberlo y yo sé que Max se aburrirá de mí, pasará a fijarse de Jenny y todo estará bien.
—Estoy feliz por ti —le digo viendo hacia el suelo—. Solo, no sé, Max no es la gran cosa.
Resopla y toca su collar que tiene una letra J. — ¿Bromeas, no? Literalmente es muy guapo, es todo un modelo o un príncipe, me encanta.
Pues sí, Max es guapo pero tampoco creo que sea exageradamente guapo. Recuerdo una vez estar al lado de mamá mientras ella miraba uno de esos programas de televisión sobre chismes, mamá debe ser de las pocas personas que aun mira esas cosas, pero bueno el punto es que ahí sacaron a un hombre que supuestamente era el más guapo del mundo.
Yo creo que es subjetivo porque su rostro no me pareció que mereciera ese titulo. Claro, era atractivo pero no el más atractivo. Quizás es porque en ese entonces estaba flechada por esa persona que mantuve y mantengo en secreto aunque ya no me guste.
—Jenny —me suelto de su brazo, tal vez es por la culpa—. Tengo que ir a clase, te veo después.
Ella me toma de la mano y sonríe. —Gracias por ayudarme, estoy segura que lo convenciste sobre mí —le dije que he hablado sobre ella todo el tiempo cuando Max está cerca.
En parte es cierto.
Max me hace muchas preguntas personas y yo no le respondo casi ninguna. Y si lo hago intentaba mezclar a Jenny en mis respuestas, hacerla lucir como que ella es más interesante que yo. Porque lo es.
—Para eso son las amigas —respondo moviéndome en dirección a mi primera clase.
Camino por los pasillos pintados de un color crema opaco, los casilleros rojos brillante contrastan de una forma muy mala. Nunca me ha gustado esa combinación pero al parecer nadie quiere cambiar el color de los muros o de los casilleros.
Llego al salón de clases, ya hay algunas personas aquí y aunque sé que las conozco de años anteriores, no les hablo realmente así que no saludo a nadie y solo camino hasta el otro extremo. Decido sentarme en la parte de atrás, en la esquina del fondo. La ultima silla ya está ocupada por alguien así que tomo la siguiente y me siento.
Las ventanas están cerradas pero se siente una corriente fría, veo por el cristal las hojas de los arboles lejanos moverse. Miro al frente donde está un reloj redondo, los segundos siempre parecieran ir más lentos cuando estas dentro de la escuela.
Tomo mi mochila y la acomodo en la pata delantera de mi silla. Subo mis pies en el travesaño. Mi teléfono vibra y cuando lo veo, leo su nombre.
“MAX”
Es el tercer mensaje que me ha enviado y ni siquiera he abierto los primeros dos. En ese momento recibo otro mensaje de él, veo la notificación pero la dejo así. Bloqueo mi teléfono y lo coloco sobre mi regazo.
— ¿Por qué no contestas mis mensajes? —dice Max parado a mi lado.
Me volteo sorprendida, ¿Desde cuándo está ahí? Mi corazón pegó un salto. —Ah —aclaro mi garganta—, hola.
Max se sienta frente a mí y gira su cuerpo para verme, está sonriendo como siempre. Miro alrededor, agradezco que Jenny y yo tengamos clases distintas, odiaría que ella viera a Max sonriéndome de esta forma. —Entonces, ¿Por qué me ignoras? —pregunta inclinándose un poco más hacia mí.
Rasco mi brazo. En estos momentos me gustaría tener más amigos para hablar con ellos y evitar que Max me hable. —No lo hacía.
Él levanta una ceja, mueve su brazo hacia mí y toca mi mano colocando sus dedos sobre el dorso. — ¿No? Te envié uno cuando estaba viéndote por detrás y no hiciste nada.
Muevo mi mano. Max suele hacer esto, tocarme por unos segundos como si nos conociéramos de más tiempo, cada vez que lo hace yo me retiro pero él parece no comprender que no me gusta que haga eso. —No fue intencional, no podemos usar el teléfono aquí —digo como excusa aunque es cierto, no se supone que usemos los teléfonos dentro de los salones de clases.
Max levanta una ceja y regresa su brazo a su regazo. —El primero decía algo sobre si me ayudarías a encontrar mi salón de clases, lo hice sin tu ayuda, muchas gracias.