Un contrato y un error

6/ Mi futura esposa

Pov Jin

-Sabes a ese lugar iba cuando era pequeña y... —note como su voz se apagó—mi padre estaba vivo.

-Lo siento mucho.

-No hay de que, ya estamos llegando—mire a la ventana, el vidrio transparente dejaba ver un hermoso lugar—es la bella y hermosa playa—la mire extrañado—lo sé, suena un poco extraño. Baja, si puedes verdad.

-Todavía siento un poco de dolor, pero nada grave.

-Está bien—bajamos del auto y ella se sentó en la arena—siéntate, no es bueno que estés parado. Me senté a su lado, soltó un suspiro—lo siento—la mire—fue mi culpa, si tan solo no hubiera cogido tu billetera...

-No pasa nada, nunca hubiera permitido que le hagan eso a una mujer—sonrió—además tenías mucha razón para coger mi billetera, ni siquiera yo me di cuenta de cómo lo hiciste.

-Yo no la cogí, a ti se te cayo—hizo una mueca—pero de verdad lo siento.

-Ya, no te disculpes—me estaba empezando a enojar, en verdad es muy fastidiosa.

-Está bien, no te enojes—miro al mar—es hermoso—la tarde ya estaba cayendo—ya nos debemos ir.

-Ayúdame—Thais se paró y me extendió la mano, me ayudo a pararme y nos dirigimos al coche.

- ¿Dame tu dirección?

Le di la dirección de mi casa. Vi que unas cosas se cayeron de la parte trasera, entre ellas había un peluche— ¿Esto es tuyo? —pregunté.

-Dámelo—me quito el peluche de una forma agresiva—y sí, es mío.

- ¿Por qué llevas un peluche?

-Porque es algo especial y sagrado para mí. Además, siempre lo llevo conmigo...es un recuerdo.

- ¿De qué? —ella me miro con una mirada amenazante—si se puede saber.

-Es...un regalo que me dio mi padre—no dije nada, solo me quedé en silencio.

- ¿No piensas denunciarlos? —pregunte.

-N...no pienso hacerlo, no serviría para nada.

-Porque lo dices.

-Estarían en la cárcel por algunos días, cuando salgan nos harán daño y...no quiero eso. Suficiente has tenido con mis problemas.

-Ya estamos llegando, es por aquí—dije desviando el tema—gracias.

-De nada, quieres...que te ayude o estas bien.

-Ayúdame, todavía duele un poco—asintió rápidamente con la cabeza y salió del auto. Se dirigió a mi puerta, la abrió y me llevo hasta la casa—toca el timbre—nuevamente asintió. La puerta se abrió dejando ver a mi madre.

-Oh...hijo—tardó en reaccionar.

-Mama, puedes darme permiso.

-Claro...pasen. ¿Quién es ella? Hijo ya te dije que te ibas a ca...

-Ella es mi futura esposa—vi como Thais se sonrojo y quedo en estado de shock.

-Pasen, gracias por traer a mi hijo—se refirió a Thais.

-De nada señora—le dedico una sonrisa.

-Ah me duele—Thais me miro—ayúdame no te quedes allí parada, mi habitación está arriba—hizo una cara horrible—ven rápido—sonreí y la cogí del brazo atrayéndola a mí—ayúdame rápido—hice un ademan. Cogí su mano y ella puso la suya en mi espalda. Subimos a mi habitación.

- ¿Es aquí?

-Sí, abre la puerta.

Abrió la puerta y yo entre. Se quedó un rato observando la habitación, su mirada quedo posada en mi colección de muñecos Avengers.

-Tienes la colección completa—viré los ojos y me senté en la cama.

-Ya te puedes ir—dije con un tono frío y seco.

-Está bien ya me voy, espero que te recuperes pronto.

-Espera ya es de tarde y me pregunto...si no quieres comer—dije, a mí ya me estaba dando un poco de hambre.

-No lo sé, tal vez.

-Espérame aquí, voy a ver COMIDA ,no te vallas.

-Si quieres puedo ir a ver mis dulces, no soy nada sin ellos—contesto con sarcasmo—además...

-NO vas a ver nada, te dije que esperaras y te esperas.

-Tsk está bien.

Suspire, baje las escaleras.

-Eres muy rápido hijo—mire a mi mama—está bien, voy a dejarte en paz, su mama nunca me dijo que era tan hermosa.

-Bromeas verdad.

-No hijo, es perfecta para ti.

-Te dejo—me dirigí a la cocina y preparé algo rápido pero delicioso. Mi especialidad es la cocina, y pues no la cocina es un aparato NO un género, me escucharon verdad. Salí con una bandeja.

-Déjame probar eso.

-Mama no, es para mí.

-Y ella, déjame decirte que están deliciosos, de seguro le encantaran.

-Lo sé, yo cocino muy bien hasta mejor que tu mama.

-Eso es mentira. Yo cocino muy bien, si no de donde heredaste tus dones.

-Puede ser de papa.

-Pero él ni cocina—alcé mis hombros en señal de que no sabía y subí a mi habitación. Tenía un poco de dolor, pero hasta allí.

-Ya llegaste, dime ¿Qué trajiste? —pregunto emocionada.

-Yo traje algo delicioso y espero que te guste—reí—ten prueba este—le si uno de mis aperitivos.

-Sabe bien—siguió comiendo—ya me tengo que ir ya me han de estar esperando. Gracias por todo.

-Cuídate no queremos que te pase lo de ayer—dije.

-Lo sé.

-Despídete de mi mama y dile que su hijo cocina muy bien.

-Lo haré, chao—bajo las escaleras y yo la seguí cautelosamente.

-Ya te vas—dijo mi mama.

-Si señora un gusto haberla conocido.

-El gusto es mío, nunca pensé que fueras tan guapa—ella se sonrojo.

-Su hijo cocina muy bien.

-Na, eso es una mentira yo cocino mejor que él, sino de donde hubiera aprendido.

-Tienes razón—que se cree—bueno ya me tengo que ir.

-Te vas sola, mi hijo no te acompaña.

-No es esta...ocupado.

-Haciendo que.

-No lo sé—dijo Thais.

-Este chico va a ver—empezó a caminar hacia mi habitación, me sobresalte y se me ocurrió una idea brillante.

-Thais no quieres que te lle...

-Vas a llevarla y rápido, baja—bajo las escaleras resabiado y miro a Thais con una cara de mil demonios. Cojo las llaves de mi carro y salgo de la casa.

-Ven rápido, que no tengo todo tu tiempo—le digo a Thais y voy a la cochera. Enciendo el carro—sube—ordeno a Thais que está viéndome como una tonta. Una vez que se sube le pregunto dónde es su casa.




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