—¡Leyla, estamos pérdidas!, Dominick nos siguió, ¿aún no entiendo cómo no nos dimos cuenta?
—Ni yo lo noté, no entiendo cómo pasó, de momento estaba trás nosotros y la luna llena provocó la transformación sin que lo pudiera evitar.
—¿Cómo estará él? ¿Qué pensará de mí? Quizás no quiera verme. Se quedó aterrado, me tenía miedo Leyla.
Estaba desesperada.
—Yo no creo que sea precisamente miedo, más bien estaba impactado.
—No lo sé, lo único que sé es que me descubrió, sabe la verdad y tengo mucho miedo. ¡Me aterra su rechazo!, ver en sus ojos temor o repulsión. No podré soportar que me trate como si fuera un monstruo o que me rechace.
—No sabrás su reacción hasta que no lo enfrentes. Tienes que darle una oportunidad por las dudas. Mañana será otro día y podrás hablar con él en la forma humana.
—No sé si pueda, quizás debería desaparecer para siempre.
No estaba dispuesta a enfrentar el rechazo por ese motivo prefería huir, era una cobarde.
—No lo hagas, no es justo. Es mejor perder por intentarlo que lamentarse toda la vida por las dudas.
—¿Y qué es lo justo?, no pertenezco a esa familia, no soy humana.
—¿Crees que podrás soportar no volverlos a ver?
—No sé que es peor, si confesar lo que soy o salir de sus vidas para siempre. Ambas cosas me aterran.
Admití derrotada.
—Si ambas te dan igual de miedo es mejor que le des una oportunidad a tu familia, quizás te acepten tal y como eres.
—¿Y de verdad son mi familia?—era más bien una respuesta negativa.
—Lo son porque creciste con ellos y te aceptaron como tal.
Afirmó Leyla enérgica.
—Pero no pensarán lo mismo cuando sepan lo que soy...
—No puedes saberlo hasta que no se los digas. ¡No seas cobarde!
—¿Acaso no viste la expresión de Dominick?, ¡él tenía mido de mí maldita sea!, parecía que esperaba un ataque de mi parte.
—Ponte en su lugar, si él se hubiera transformado en un oso o en cualquier animal feroz, ¿cómo hubieras reaccionado tú?, estoy segura de que no te acercarías a acariciarle la cabeza como si fuera un cachorrito abandono.
Me quedé pensativa.
—Es verdad—admití cansada—Debo enfrentarlo antes de tomar una decisión definitiva.
Me alejé de Dominick para no asustarlo más, no sabía si se había ido o todavía estaría por ahí. La luna estaba demasiado brillante y me provocaba aullarle, no me contuve y lo hice. Corrí libre y hasta jugueteé con las ramas secas que encontraba a mi paso.
Me alegraba saber que mi apariencia no era tan aterradora como lo describían en relatos, mitos o leyendas sobre hombres lobos. No era una bestia mitad humano y mitad lobo que caminaba en dos patas, de esas que aterroriza solo con su apariencia espeluznante. Quizás mientras ocurriría la transformación me veía así pero al final solo era un lobo más grande de lo normal.
Llegué a un hermoso lago y me miré en su reflejo.
—Eres linda Leyla.
—Somos hermosas, tú eres yo y yo soy tú.
La luna se veía en su interior, tan redonda e inmensa, parecía como si se bañara en esas aguas profundas. Alcé la cabeza y la miré.
—¿Eres en verdad nuestra madre?, ¿cómo es eso posible? Si somos tus hijas háblanos. ¿Cómo una madre puede ignorar las súplicas de un hijo? Responde por favor...
Por más que pregunté, reclamé y supliqué no obtuve respuesta. Era en
vano así que desistí.
Quise atrapar un pescado que se asomó provocador pero en el intento perdí el equilibrio y resbalé, caí al agua de bruces. Me asusté al hundirme.
—¡Leyla, no sé nadar, estamos muertas!
—¡Mueve tus patas!—orientó Leyla preocupada. Lo hice y para mí alivio salí a flote. Respiré con necesidad.
—Está tibia—dije cuando me sentí segura y fui capaz de apreciar su estado agradable.
—Sí, es agradable.
Nadé un poco moviendo mis patas y luego me dirigí a la horilla.
—Lástima que no pude atrapar el pez.
—Casi nos ahogamos y piensas en el pez que se escapó.
—Tengo hambre.
—Recuerda que lo que tú sientes también lo siento yo.
Salí con un poco de dificultad por el lodo del fondo. Una vez fuera me sacudí con fuerza. Debo parecer un erizo o una bola de esponja. De reojo ví una especie de rata muy grande y salí disparada en modo cacería. La atrapé enseguida, mi velocidad y agilidad para la caza era increíble.
—Es nuestra recompensa, Leyla querida.
***
Me desperté aturdida, miré a mi alrededor con precaución. Fui al lago y me asee. Era hora de regresar a casa pero estaba en pelotas. Me dirigí hasta el lugar dónde me transformé. Cuando Dominick me llamó lance mi mochila a un lado. Tenía miedo de que no estuviera allí.
Por suerte la encontré fácil y me vestí, había guardado una muda de ropa completa por precaución. Recorrí el largo camino de regreso hasta la parada de autobuses y tomé uno de vuelta a casa.
¿Seguiría siendo esa mi casa? No quería pensar en eso, estaba aterrada y asustada. ¿Cómo Dominick tomaría lo que presenció?
—No pienses más y cálmate
—Como si pudiera.
Me bajé del autobús y me encaminé a casa. Estaba hecha un manojo de nervios. Deseaba que Dominick no estuviera en casa como últimamente a estás horas, él se iba muy temprano. Ya era tarde para ir a la escuela, de cualquier forma no iría hoy, talvez nunca más: en dependencia de la reacción de Dominick.
—Y si me delata o si me llevan a un laboratorio para experimentar, quizás esté armado y listo para matarme o...
—¡No seas tonta, Dominick nunca haría nada de eso. Ya deja de hacerte películas en esa cabeza!
—Nunca le haría nada a su sobrina pero resulta que no lo soy.
—Deja de atormentarme, no pongas el parche antes que salga la herida.
Saqué las llaves del bolsillo delantero de la mochila y abrí la cerradura con manos temblorosas. Ingresé a hurtadillas como un ladrón y de pronto me quedé paralizada.
Dominick estaba en frente de mí con los brazos cruzados, sentado en un sillón de frente a la puerta
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Editado: 18.04.2021