La noche estaba oscura. Una mujer caminaba rápidamente, sentía que la seguían y no conseguía a nadie que la pudiera ayudar.
Se arrepentía de haber rechazado a su jefe, que le ofreció llevarla a su casa, pero él era un pervertido y ella tenía miedo de que se sobrepasara con ella.
—¿A dónde vas muñeca? -le dice un hombre calvo que la jaló del brazo con brusquedad.
—Yo voy a mi casa, por favor no me haga daño -suplica ella asustada.
La rodeaban dos hombres, uno calvo y otro muy delgado.
—Pero sólo queremos divertirnos un rato -dice el hombre delgado.
—Te lastimaremos si te resistes -amenaza el calvo con una sonrisa malvada.
—Si cooperas después de divertirnos te puedes ir a casita.
—No, no, por favor -ella comienza a llorar. Nunca imaginó pasar por una situación igual.
—Ya verás que te va a gustar. Lo pasaremos rico los dos -el calvo comienza a manosearle las nalgas.
El hombre delgado le arrancó los botones de la blusa. Ella se tapó con las manos. Él le dio una cachetada que le dejó la mejilla roja. Ella lloraba desesperada y asustada.
—Te dijimos que cooperarás, perra -la volvió a golpear.
—¡No llores! -el otro hombre la golpeó fuertemente rompiéndole nariz. La mujer gritó del dolor. Y taparon la boca y le dieron un golpe en el estómago.
—Hagamóslo rápido antes de que venga alguien -dice el calvo desabrochándose el pantalón.
—Ya alguien llegó -respondió el delgado preocupado y se relaja al ver que es una mujer.
Era una mujer joven de cabello negro y ojos verde claro que los observaba.
—Mira que tenemos aquí otra muñeca -dice el calvo emocionado.
—Hoy tenemos suerte -dice el otro.
—No creo que sea suerte para ustedes -responde la pelinegra enfurecida.
—¿Crees que podrás escapar? -el delgado saca una navaja y se acerca a ella. No se mueve y los observa con indiferencia.
—Deberías tener miedo, perra -le lanza un golpe y ella lo esquiva. El hombre se enoja y le clava la navaja en el estómago. Él se ríe, pero se borra su sonrisa al ver que ella no mostraba ningún dolor en su rostro.
Ella saca la navaja de su estómago sin problemas mientras le corría sangre.
—¿Pensabas que me podías lastimar con esto? -sus ojos se volvieron rojos y su sonrisa mostraba unos colmillos largos.
Se abalanzó sobre su cuello succionando su sangre, el otro hombre quedó aterrado y soltó a la chica y corrió.
Ella soltó el cadáver del hombre. Su labios tenían sangre y los lamió. Su estómago se regeneró gracias a la sangre fresca.
La mujer estaba aterrada. No sabía que sucedía. La pelinegra se le acercó.
—Tapate y vete directo a tu casa. Yo todavía tengo a una rata que cazar -le dijo la pelinegra.
La mujer hizo lo que se le pidió y corrió desesperada.
La pelinegra desapareció rápidamente buscando al hombre que escapó. Hasta que lo encontró.
—Las ratas no puedes escapar de mí -dice ella lamiéndose la sangre de sus labios.
—Eres un monstruo -grita el calvo.
—Monstruo son ustedes que maltratan y violan a mujeres inocentes. Sin importarle lo que ellas sienten y el trauman que les queda. Hasta las matan sólo para satisfacer su asquerosa morbosidad. Ustedes son ratas que deben ser eliminadas.
—Yo me arrepiento, por favor -llora él desconsolado.
—La mujer también te suplicó que la dejaras ir y no le hiciste caso ¿por qué yo te tendría que perdonar la vida? -responde ella con odio en su voz- Las ratas no se arrepienten. Lo volverá hacer de nuevo. La única forma de resolver esto es exterminádolo y menos mujeres sufrirán otra vez.
El hombre corrió, pero ella lo atrapó y le rasgó el cuello con la navaja de su compañero.
—No te mataré tan fácil -ella disfrutaba ese momento. Ver desesperados a esos hombres que no les importaba las vidas de mujeres inocentes- Primero debes sufrir, así como sufrió tu amigo mientras se le iba acabando la vida cuando le succionaba la sangre.
El hombre botaba sangre de la boca. Su cuello está cortado, pero no tan profundo para matarlo.
—Ahora piensa en todas esas pobres mujeres que atacaste, golpeaste, violaste y mataste. Sentirás un poco de todo el sufrimiento que pasaron esas mujeres.
Terminó cortando su cuello para matarlo de una vez y terminar de una vez.
—Debes ser más cuidadosa, Luzmila -le dice Gregory muy serio.
—Lo siento, amo Gregory -se disculpa ella. A veces el enojo la hacia descuidarse.
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Editado: 21.04.2022