Un golpe más para no rendirse

I. Nueva persona

"En otras noticias: Una mujer de 31 años, de iniciales F.F.A, de nacionalidad española fue asesinada ayer por la noche, ésta que falleció a minutos de llegar al hospital, tenía dos impactos de balas, una alojada en el tórax, mientras que la otra alojó en el vientre; un menor, del cual no han confirmado su sexo, acompañaba a la víctima, que, por fortuna salió ileso del acontecimiento. Las causas del asesinato aún se investigan, no obstante, la Policía de San Antonio, no descarta que haya sido por un intento de robo; Por ahora las autoridades intentan dar con el paradero del asesino, de quien no se sabe mucho aún... El Oficial Mars dijo unas breve palabras: queda en advertencia para aquellas mujeres que suelen andar solas el evidente peligro que corren..."

Era lo que pasaba por mi mente  cuando andaba sin compañía, normalmente esta situación se daba todo el tiempo y con mayor frecuencia, como de costumbre, intenté despejar mi mente a su vez que me dirigía de camino al instituto. Éste es una estructura enorme, de un color crema con azul, de cuatro pisos y aulas de clases elegantes, era para la secundaria. Iba allí hace un año, sin embargo, debía seguir aguantando este último; hoy era nuestro primer día de clases, luego de las vacaciones de verano.

Era algo temprano aún. Wendy probablemente llegaría con sus nuevas amiguitas. No es que sea egoísta, pero ¡por Dios! hay muchas chicas en el instituto y ella escogió cambiarme por Diane y las otras dos.

Por más que me esforzara por dominar el tema de los recuerdos, no, no podía ellos simplemente hacían de las suyas en mi cabeza, ni el molesto ruido de todas las voces que conversaban a la misma vez en el lugar ayudaban, por lo que me apresuré para entrar, quizás al llegar al salón y poner atención me distraería, añadiendo que no deseaba toparme con Diane, ni Wendy ni ninguna de sus dos tontas amigas.

–¡Hey! ¡Hey! ¿Me podrías ayudar? – escuché que decía alguien.

Yo seguí caminando iba algo apurada, pues a nadie le gustaba llegar tarde a la clase de la Sra. Granse, ella se encargaba muy bien de que no sucediera dos veces, un trabajo de 50 páginas sobre investigar algo relacionado con su clase, escrito a mano y si la encontrabas en un buen día, era escribir en 10 hojas "No debo llegar tarde a clases".

–No te quitara mucho tiempo, ¿vale? – tocaron mi hombro con cierta delicadeza – Por favor.

Nadie me hablaba, bueno muy pocos, pero esa voz no se me hizo familiar como para detenerme a saber quién era y que querían de primera instancia.

– ¿Me hablas a mí? – dije muy despistada, mis manos traspiraban y sentía que de a poco una angustia terrible se apoderaba de mi cuerpo.

– Si, y lo siento si te interrumpí, ibas algo distraída – aclaró el chico, con cierta timidez.

Al parecer quien me hablaba era nuevo, porque nunca lo había visto antes. Como dije no hablaba mucho y yo menos hablaría a alguien, eran todos tan hipócritas, podías charlar con alguien un día, y al otro esa persona te hacia la desconocida y terminaba informando a todo el instituto cosas de ti, que ni siquiera tú sabias.

–Disculpas, sí, creo que sí. Dime algo ¿Eres nuevo? – dije aturdida.

–Sí, mi primer día. Por eso entenderás que estoy algo perdido – decía mientras miraba a la gente pasar por nuestros lados, su mochila negra al hombro parecía pesarle, pues su torso estaba muy inclinado hacia ese lado – ¿Dónde queda el salón de Biología con una Maestra de duodécimo Grado?

Ese chico era guapo, no lo voy a negar. Su pelo era desordenado, no obstante, se le veía bien, castaño claro, sus ojos eran un verdoso muy clarito, su tono de piel era claro un poco más que yo. Probablemente era de aquí, ya que aquí reinaba el frío, el sol era muy escaso, pero cuando llegaba la estación de verano, era como si el sol descargara todo el calor que no hizo durante todo el invierno, otoño y primavera, si, primavera, ni en primavera se asoma el sol, bueno, pocas veces.

–¿La maestra Granse? – en verdad no estaba con todos mis sentidos, intentaba ponerle atención al chico, no obstante, sentía sirenas de policía sonar dentro de mi cabeza una y otra vez – Quiero decir, ¿la maestra con quién tienes clases ahora se llama así?

Comencé a experimentar un mareo intenso, mirar al chico era casi imposible, puesto que lo veía borroso al igual que al resto de los estudiantes y a lo que me rodeaba en aquel entonces.

–Déjame ver – echó una mirada a su horario y cuando lo encontró subió la vista – Si, con... ¿Te sientes bien?




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