Amaia
Me encontraba en mi habitación recostada en la cama cuando sentí la puerta de mi habitación ser abierta. Lleve mis ojos a ella y vi la pequeña figura del hijo de mi loca amiga ladrona de esperma. Diego cerró la puerta detrás de él y camino con paso rápido hacia mi.
—Tía Amaia -dijo él tirando de uno de mis brazos. Yo me senté en la cama y cargue a Diego para que quedará sentado a la par mía en la cama. Cuando mi atención estaba en él, Diego volvió a hablar. —¿Sabes dónde está papá?
Juro que en ese momento mi mundo se detuvo por completo, y dicho sea de paso me quedé muda ante Diego. Quien me miraba fijamente.
—Quiero ir con él, tía. -Diego se lanzó a mis brazos y sollozo.
Me partía el corazón verlo así pero que podía hacer yo para evitarle ese dolor al pequeño.
La puerta de la habitación se abrió nuevamente dejándome ver a Aitana, quién al ver a su pequeño hijo sollozar acortó su distancia con rapidez.
—¿Diego, que sucede cariño? ¿Qué paso? -él niño levanta su cabeza para mirar a su madre a los ojos.
—¿Donde esta papá, mamá? Quiero verlo -Aitana abrió los ojos como platos al escucharlo mencionar a Dustin. —Mañana es dia del padre, y en la escuela dijeron que nuestros papás tienen que ir. ¿Donde esta mi papá, mamá? ¡Quiero verlo! -el pequeño niño verbalizo para luego romper a llorar.
Aitana se quedó mirándolo fijamente por un corto momento y sin decir nada corrió hacia afuera de la habitación.
Hice una mueca y posteriormente abrace con más fuerza al pequeño Diego, quien escondió nuevamente su pequeña cabeza en mi pecho para llorar.
Acaricié su cabello y una idea llegó a mi cabeza.
—Diego, te voy a mostrar a tu papá. Pero no puedes llamarlo papá -él niño asintió y luego limpio sus lágrimas.
—Esta bien, no le diré papá. -deje un beso en su mejilla y lo ayude a limpiar las lágrimas de sus ojos. Después de esto tomé mi teléfono en mano y tras un suspiró inicié una llamada de vídeo con Dustin. Quien tardo dos segundos en responder.
Lleve mis ojos a Diego en el momento en que Dustin tomó la llamada.
—Hola pecadora ¿Estás disfrutando los días de vacaciones? -Dustin hablo con su característica sonrisa en los labios, pero en el momento en que escuchar a Diego frunció el seño. —¿Y ese niño Amaia?
Hice silencio y esto pareció no gustarle a Dustin porque volvió a preguntar.
—¿Y ese niño Amaia? -él ranchero volvió a preguntar y yo seguía sin una respuesta para él. No quería fallarle a mi amiga al contarle la verdad a Dustin, pero tampoco quería seguir ocultándole que tenía un hijo. Sabía que no debía meterme en esa situación, pero ya no podía callando esa gran verdad. Aunque me quedara como anillo al dedo la palabra metiche.
—Soy Diego. Mucho gusto conocerte -gire mi cabeza hacia el niño y negué divertida. —¿Tienes muchos caballos?
Dustin enarco una ceja ante las palabras dichas por Diego.
»—Mamá me dijo que usted tenía muchos caballos. ¿Es verdad?
—Si tengo algunos... ¿Pequeño, quién es tu madre? -Diego dirigió su mirada a mi y yo negué con la cabeza levemente.
La respuesta de Diego se hace esperar, logrando desesperar al ranchero que estába detrás de la pantalla.
—Nos vemos después Dustin -hable y sin esperar la respuesta de su parte corte la llamada. Daniel me abrazo y yo deposité un beso en su cabeza —¿Aitana te habló de tu papá?
El niño asiente.
—Mamá tiene una foto en su celular y un día me dijo que él era papá, pero no me quiso decir dónde encontrarlo... ¿Tía Maia, me puedes llevar con papá? Me gustaría ver los caballos. ¿Me llevas?
Me dolía no poder llevarlo hasta su padre. Dolía ver el deseo que Diego tenía de conocer a Dustin y yo no podía ayudarlo.
—Hablare con tu madre, Diego. Pero no prometo nada. -el pequeño abrió los ojos como platos me me abrazo con fuerza.
—¡Conoceré a papá! Conoceré a papi... -una sonrisa se plantó en mi rostro al escuchar esas palabras, aunque cabía en la posibilidad de que Aitana no dejará a Diego correr a los brazos de Dustin.
Diego salió de la habitación gritando esas palabras y yo decidí levantarme de la cama y seguirlo. Caminé en tranquilidad por el pasillo y un grito llamo mi atención, tragué saliva y camine lo más rápido que pude por el pasillo. Cuando estuve al frente de la puerta de Aitana, la abrí y lo que escuche me dejó totalmente embobada.
—Él me va a quitar a mi hijo mamá. Se que robe el esperma de Dustin, pero lo hice sin saber quién era. Si hubiera sabido que era un Salvatierra, te aseguro nunca me hubiera cruzado en su camino. -Aitana sollozo en los brazos de su madre, mientras yo me quedaba parada en el umbral de la puerta sin saber que hacer...
Si hubiera sabido que era un Salvatierra, te aseguro nunca me hubiera cruzado en su camino. Estas palabras se repetían en mi cabeza una y otra vez.
¿Dustin era un Salvatierra? No, me negaba a creer eso...
—Estas diciendo que ese maldito idiota me ha engañado todos estos malditos años. ¿Ese maldito es un maldito Salvatierra? -Aitana coloco sus ojos en mi y con todo el dolor de su alma asintió. —Un maldito Salvatierra, ¡un maldito Salvatierra!
—No quiero que me quite a mi hijo. Él podría alejarme de mi pequeño si le da la gana Amaia, él es un Salvatierra. Un maldito millonario que es capaz de comprar todo en esta maldita ciudad, un hombre que si le da la real gana de no tentarse el corazón podría quitarme a mi hijo. ¡A mi pequeño bebé! -acorte nuestros pasos y ella corrió a abrazarme.
—Si le sigues ocultando la verdad a ese idiota puede salir mucho peor todo Aitana, es mejor que tomes el toro por los cuernos y le reveles la verdad tu mismas. -ella negó y una lágrima salió de su mejilla. —No estarás sola, yo estaré contigo. Juntas afrontaremos todo lo que tenga que venir.
Aitana me abrazo con fuerza mientras derramaba muchas lágrimas.
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Editado: 20.06.2024