Caro
Estaba asustada, de eso no había duda. Soph me ayudo a calmarme pero seguía con ese pequeño temor de que pasará.
Cometí un error, lo sabía, uno bien grande. También sabía que mi madre me iba a matar, de eso estaba segura, ni pensar en otra posibilidad de final para mi. Dios ¿cómo pude ser tan tonta? Okey, no fui tonta. Solo estaba borracha, muy borracha.
Tenía todo en orden, mi vida se estaba volviendo normal otra vez, lo más normal que puede estar. Tenía todo perfectamente acomodado, solamente faltaba que algo como esto venga y quiera arruinar más mi paz y tranquilidad.
Mientras pienso como decirle a mi madre sin que se enoje mucho se escucha el timbre y hace que olvide lo que estaba pensando, debe ser Soph que salió hace como una hora más o menos a comprar comida al supermercado pero ella siempre se lleva sus llaves, así que no creo que la persona del otro lado sea ella.
Bueno, tenemos que averiguar quién está del otro lado ¿Verdad?
Miro por la ventanilla pero la persona está muy cerca como para poder distinguir quién es, solo puedo ver un cabello canoso y además tampoco me ayudaría mucho ya que esta de espalda.
Frunzo el ceño, no es común que nos visiten o llamen la puerta. Quien sea que este del otro lado debe venir a visitar a Soph o se equivoco de casa.
Abro la puerta al no tener otra opción.
-¿En qué puedo ayudar....lo? – La sonrisa que tenía en mi cara se borro instintivamente al ver la otra persona que está del otro lado.
Esta más viejo de lo que recordaba, mismas facciones intimidantes pero con mas arrugas y su cabello rubio que tanto cuidaba puedo apreciar que esta blanco.
- ¿No me vas a dejar pasar? – No paso desapercibida la mueca que hizo compensando una sonrisa. Y también la misma voz.
- ¿Qué se supone que haces aquí? – Quise evitar un poco la rudeza de mi voz pero parece que no lo logre. Soph siempre dice que un día tanto mi hostilidad y sinceridad me van a perjudicar pero prefiero que sea así a ser una hipócrita el resto de mi vida
- ¿Es así como recibes a tus invitados siempre? – Ahora si tiene una sonrisa de boca abierta en su rostro.
- No respondiste a mi pregunta – me cruce de brazos y trato de bloquear la puerta, cosa imposible ya que soy muy delgada y la puerta muy ancha y el muy alto y fuerte para poder entrar con facilidad.
- Si hablamos de preguntas y quien no respondió primero fuiste tú ¿Ahora me dejas pasar para que podamos charlar? – señala el interior de la casa.
- No hasta que me respondas ¿Qué se supone que haces aquí? – sabe que de un tirón puede pasar pero parece que no quiere hacerme enojar y respeta cualquier decisión que tome con respecto hasta donde lo dejo llegar.
- Tu madre me dio la dirección – dice con una mueca al saber que me dio información que no debía, mi madre debió amenazarlo para que no me diga que fue ella quien le dijo.
- Que amable de su parte, creo que tendré una seria charla con ella sobre darle mi dirección a extraños – Se supone que es mi mama y ella debe apoyarme en esto no traicionarme.
- Vamos caro. No seas así con ella, estuvimos hablando y ella está de acuerdo – No me digas.
- Si pues a mí no me parece ¿Qué quieres? – hablo entre dientes.
- Pienso que necesitamos resolver nuestros problemas, al fin y al cabo soy tu padre ¿no? – Junta las manos detrás de su espalda.
- ¿Oh vaya ahora si soy tu hija? ¿Ahora si te importo? ¿No dejaste muy claro la otra vez que ojala no fueras mi padre? – Levanto una ceja mientras lo interrogo.
- Me equivoque ¿Okey? Estaba muy asustado por que mi pequeña estaba creciendo y tenia novio que no pensé lo que dije. Siento mucho todo eso y estoy dispuesto arreglarlo.
- ¿Piensas que con una disculpa todo volverá hacer como antes de lo que paso? ¿Así piensas arreglar todo? Por dios necesitaba un consejo de mi papa, en algún momento iba a crecer por dios – Levanto las manos exasperada.
- Se que no merezco una disculpa, pero soy tu padre. Eres mi hija y por lo menos me gustaría conocerte. Llevarme bien contigo. Ya me perdí muchos años, no quiero seguir desconociéndote – Su voz se escuchaba como si estuviera a punto de romperse, y entonces me imagine en su lugar. Con todo lo que estaba pasando no quería que dentro de unos años se repita la historia.
- Quisiera pensarlo. No puedes obligarme a perdonarte ahora por qué no estoy lista, solo necesito tiempo para pensar las cosas.
- Y lo tendrás, tendrás todo el tiempo que necesites y me gustaría ir conociéndonos. No sé, salir a caminar, hablar o ir al cine. Quiero saber que me estuve perdiendo en la vida de mi hija.
- Si quieres me dejas tu numero y cuando esté lista para intentarlo te llamo ¿Te parece? – pregunto.
- ¡Si claro! – Exclama demasiado emocionado – eso sería maravilloso, solo no te tardes en llamar ¿sí? – dice dándome una tarjeta con su nombre y número telefónico.
- No prometo nada pero lo pensare ¿vale? – puedo ver como su sonrisa flaquea un poco pero logra mantenerla.
- Vale, está bien. Nos vemos hija.
- Adiós, Fred. – Suelta una mueca al ver como lo llamo pero no le da mucha importancia y se da vuelta y lo veo desaparecer del frente de la casa para ir trotando a su carro, encenderlo e irse.
Fred Adams, es un completo desconocido. Pero es mi padre y aunque quiera negarlo llevo su sangre y su apellido.
-
Por segunda vez en el día tocan la puerta mientras estoy en mis pensamientos, pero esta vez no son en cómo decirle a mi mama las cosas sino en cómo no hacer para matarla atreves del teléfono.
-¿Quién es? – pregunto, no quiero llevarme otra sorpresa.
- Soy yo – habla Soph
- Menos mal que viniste – respondo mientras le abro.
- ¿Qué paso? Estas pálida parece que viste un fantasma – dice mientras suelta todas las compras y se acerca a donde me encuentro.
- Pues si vi un fantasma. Trata de averiguar cual – Me siento en el sillón que tenemos en la sala.