---Al día siguiente---
Después del pequeño escándalo que sucedió al final del día… Podemos concluir que muchos no pudieron conciliar el sueño.
Principalmente los afectados, y bueno…
La joven Diosa igual.
Pero… ¿Qué fue lo que paso?
Bueno… Solo lean y sabrán que paso.
-Buenos días señorita Metztli- El más joven del grupo saluda a la anfitriona, que parece tener ojeras, aunque sus ojos están clavados en el libro que tiene delante, muy concentrada en su labor.
-Buenos días…- Contesta en automático, sin apartar su vista de lo que está intentando descifrar.
-¿Se pasó toda la noche sin dormir?- Sentándose en una de las sillas delante, para poder apreciar el libro.
-Si…- Su contestación decaída, pues el cansancio la está llevando al borde del colapso.
-Y… ¿Encontró algo?- Fue allí que Aldebarán hace uso de presencia, cruzado de brazos, curioso ante que pudiera descubrir la castaña rojiza.
-¡¡¡NADA!!!- Lanza el libro hacia delante, bastante malhumorada -¡¡¡NO ENCONTRÉ NADA DE NADA!!! ¡¡¡SOLO COSAS RARAS DE FERTILIDAD, QUE NO DIRÉ PORQUE TÚ ERES MENOR DE EDAD!!!- Señala al pequeño Lemuriano –Debemos dar gracias que esta cosa- Muestra el amuleto que Camus y Shion encontraron –No este concediendo el don de dar vida, si no… Sería muy pésimo-
-¿Existen artefactos o amuletos así?- El segundo guardián, pregunta algo dudoso y temerosos de la respuesta.
-Si, a muchos Dioses de estas tierras les gusta hacer bromas, pero eso fue hace algún tiempo, actualmente esos amuletos están en museos en su mayoría, otros escondidos y algunos, los mismos Dioses los custodian, para que no existan muchos inconvenientes.
-Pero…- Su mirada preocupada y un ligero puchero en su rostro entristecido -¿Mi abuelo regresara a la normalidad?-
No puede evitar sentir ternura por esa inocente carita, angustiado por lo que llegara a pasar con el patriarca.
-No te apures Kiki, encontraremos la forma de solucionar esto y…- Suspira, dejando caer su rostro en la mesa –Debí prevenir esto, pero… Esa cosa se veía tan inofensiva, que nunca creí que haría…-
No logro completar su oración cuando el grito de preocupación se manifiesta en toda la casa, proveniente del segundo piso.
-¿Qué pasa?-
-Oh…-
-¿Ahora qué?-
---Planta alta---
El sonido de una expectoración se puede llegar a distinguir en uno de los cuartos.
-Ay mi cubito… ¿Estas bien?- El octavo caballero se siente muy preocupado por su novio, intentando sujetar su cabello, que ya no es del mismo tono original.
-¿Por qué…?- No termina de hablar pues otro sensación vomitaba se apodera de su “Cuerpo” –Haaa… No estoy nada bien…-
-¿Sera un efecto del cambio?- Se pregunta para sí mismo, su rostro refleja el ceño fruncido, pero su boca haciendo puchero por el miedo de que esto solo enferme a quien ama.
Aunque esto suceda, no dejara a su cubito solo, por lo cual sigue sujetando alto el largo cabello verde, para no mancharlo de cada devolución de su estómago.
---En otra habitación---
-¡¡¡¿PERO QUÉ HARE?!!!- La voz aterrada se deja evidenciar, sujetando por décima tercera vez su cabello aguamarinó y toca su cara observando su reflejo en aquel espejo de pie.
-Borreguito, por favor… Cálmate- Libra intentar dar su mejor esfuerzo por hacer que su amado esposo este en tranquilidad.
-¡¡¡¿CÓMO VOY A ESTAR CALMADO?!!!- Se levanta de la orilla de la cama, para girarse delante del castaño -¡¡¡DOHKO MÍRAME!!!- Sus ojos violetas ahora dejan ver que está desesperado, por la maldición que les ha derramado encima -¡¡¡SOY CAMUS O ESTOY EN EL CUERPO DE CAMUS, Y NO SÉ CÓMO DEVOLVER ESTO A LA NORMALIDAD!!!- Levanta sus brazos en alto, para enfatizar su malestar, y coraje por su propia suerte.
Debió ser mucho más cuidadoso al manejar un artefacto antiguo, ajeno a su cultura y conocimiento.
Jamás creyó que le traería un cambio de cuerpo con uno de los dorados que crio desde una muy temprana edad.
Ahora, su mente y voz está en el cuerpo del peliaguamarino, todo por fuera es del mago de agua y hielo, pero Shion, el patriarca se encuentra manipulándolo y obviamente es un caos de grandes proporciones.
Y de igual forma podemos intuir que Camus, su mente y voz, está en el cuerpo del patriarca, además que está teniendo unas cuantas dificultades, pues desde que recién despertó…
Si a ese sueño que le duro unas dos horas se le puede decir dormir, ha estado vomitando, creyendo que será un efecto colateral el cambio.
-Mi borreguito, veras que la Diosa Metztli nos va a ayudar, posiblemente solo sea un efecto de unas horas, veras que todo estará bien- Quiere animarlo a como dé lugar, aunque es difícil llamarle con ese apodo cariñoso ahora al patriarca, cuando es uno de sus hijos, o más bien el cuerpo de este.
-Yo debí darme cuenta que podría ser peligroso, pero… Por mi curiosidad, y me sentí tan feliz al momento que uno de nuestros pequeños estaba conviviendo conmigo… Yo…- Sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas, sintiendo culpa en cierta forma, por meter en esto al onceavo caballero.
-No fue culpa de nadie, solo no nos fijamos… Si no se tuvo precaución, pero… Le pudo pasar a cualquiera ¿No?- Sonríe algo nervioso, dándole un cálido abrazo a su borreguito.
Después de todo, podrá estar en otro cuerpo, pero sigue siendo su dulce amor de siglos pasados, aunque sí que ha dejado situaciones muy incómodas.
-Pero… ¿Debía pasarnos a nosotros?- Cabizbajo, recarga su frente en el hombro de Libra, necesita consuelo, la culpa por no darse cuenta, meter a uno de sus pequeños en este dilema.
Aunque si bien, ambos estaban ansiosos por descifrar la manera de descubrir que era.
¿Quién diría que al estar leyendo unas escrituras en voz alta, encontradas en unas rocas de unos de los primeros estados, donde tomaron fotos, activaría a ese amuleto con forma de serpiente, y cambiaría sus almas a los cuerpos incorrectos?