Evonne observaba de manera distraída el retrato encuadrado de la pequeña Laura junto a su hermano, la niña se apreciaba sonriente, parecía muy feliz, al igual que Caleb, su sonrisa era tan amplia y genuina. En ese momento no podía dejar de pensar en que no recordaba haber visto antes aquella hermosa sonrisa en sus labios, a pesar de que siempre estaba riendo y bromeando.
Bajó la mirada para verlo, él tenía la cabeza recostada en su regazo, por lo que acarició sus rizos con suavidad, utilizando su mano libre, ya que la otra estaba aprisionada por sus dedos.
Él había sufrido un ataque de pánico, y realmente la asustó ya que parecía no poder respirar, así que lo abrazó con fuerza, de manera protectora y tomó su mano, y a pesar de que dolía cuando la presionaba, no la soltó.
—Caleb… ¿quieres un poco de agua? —preguntó, más no obtuvo respuesta. —. Buscaré agua, para ambos.
Al llegar a la planta baja, comenzó a dar un par de vueltas intentando encontrar la cocina. Eran las tres de la madrugada y todo estaba en completo silencio, fue difícil, pero finalmente la encontró, y era muy amplia. Avanzó hacia el refrigerador y tomó dos botes con agua, y al girar, se paralizó al encontrarse a Megan a sus espaldas.
—Y-Yo… Solo necesitaba un poco de agua. —dijo, nerviosa.
—Está bien, no te preocupes —respondió, mientras la pasaba de lado y sacaba una botella de tequila de la alacena. —. Espero que no te moleste que beba un poco… ¿quisieras acompañarme un minuto?
—Eh… Bueno, yo…
—Solo una copa, por favor.
—B-Bueno… Está bien. —respondió, sintiéndose incapaz de rechazarla.
Ella asintió con la cabeza mientras servía un par de shot, para luego ofrecerle uno. Bebió la suya, casi de un sorbo, y la Evonne intentó seguirle el paso, pero sintió como si el líquido ardiente quemara su garganta.
—Seguro crees que soy un monstruo sin sentimientos…—comenzó la mujer, perdida en sus pensamientos. —. Sé que es así como él me ve. Cree que a su padre y a mí nos dio igual la muerte de nuestras pequeña Laura, solo por terminar un negocio.
Evonne evitó a toda costa mirarla, sabía que sus ojos le delatarían, y confirmarían a la mujer su suposición; por lo que solamente bebió nuevamente un sorbo del ardiente líquido y frunció el rostro con disgusto.
—Su padre y yo decidimos que no mostraríamos nuestro dolor frente a él, queríamos evitar que se deprimiera y que la culpa lo consumiera; pero, él se aferró a ese dolor, se aferró tanto hasta hundirse en ese mar de emociones del que ya no pudo salir, atormentado por la culpa y alimentado por la ira, una ira que nació hacia nosotros —la mujer sorbió su nariz y luego bebió su quinto shot de tequila, antes de llenar nuevamente el de Evonne. —. Permitimos que fuera así, pensamos que tal vez ese odio se iría con el pasar del tiempo, pero nos equivocamos y terminamos perdiéndolo; fueron cinco años sin verlo.
—Señora…
—Megan… solo Megan, cariño.
—Megan… lo siento. Y-Yo no sé qué decir, creo que debería decirle todo esto, expresarle cómo se siente realmente.
—No —negó con la cabeza. —. Eso sólo empeoraría las cosas, se enfadaría y se marcharía cómo intentó hacerlo durante la fiesta. Cuando se trata de nosotros él no escucha razones, ni lo intenta… pero, Evonne ¿sabes cuánto tiempo he rogado por verlo? Hace años, ningunos de nosotros, ni sus sobrinos habían logrado convencerlo de venir. Luego llegaste tú.
—Megan…
—Evonne, tú eres su salvavidas, tú lo ayudaste a salir a la superficie de ese mar de tormentos. Por ti está aquí, y tengo la esperanza de que contigo a su lado él pueda salir adelante. Tengo mis esperanzas puestas en ti.
Aquellas palabras lograron asustarla. ¿Ella un salvavidas? Pero si su vida estaba peor que la de Caleb, ella era un desastre, y no lo merecía, no cuando había sido tan lindo. Y si sus esperanzas estaban puestas en ella, el enterarse de las barbaridades que había hecho por dinero lo destruirían para siempre. No podía hacerle eso, no podía quedarse.
Bebió lo que sobraba de la copa con mucha rapidez, y luego se puso de pie para tomar nuevamente los botes de agua en sus manos temblorosas.
—Lo que me dice, de que nunca logró superar la muerte de su hija…
—Es real —responde la mujer suspirando. —. La última habitación a la derecha, ahí están todas sus cosas. Nunca pude deshacerme de ellas. Era como si intentara arrancarme un pedazo de mi alma.
Evonne exhaló mientras bajaba la mirada al suelo.
—¿Sabes por qué me sorprendí cuando vi a tu hermanita?
Alzo la mirada hacia ella, viéndola con mucha curiosidad. Se lo había preguntado en más de una ocasión.
—El collar que ella lleva en su cuello, Evonne, era el collar de Laura. Lo llevaba puesto el día que murió.
—¡¿Qué?! —cuestionó, alarmada.
—Espera, no lo estás tomando bien —la mujer suspiró profundo. —. Era el collar de su hermana, su más gran de tesoro, aquello que había cuidado con tanto recelo, su único recuerdo y, sin pensarlo, se lo dio a Loamy porque supo que ella sí lo usaría y lo apreciaría. Evonne, ustedes no son una aventura más en su vida, son especiales para él y…
—Lo siento, Megan. De verdad lo siento... no creo que pueda hacerlo, no creo que pueda ayudarlo. —dijo con voz temblorosa, antes de darle la espalda y retirarse de la cocina a pasos apresurados. Sintiéndose incapaz de continuar aquella conversación.
A cada escalón que subía, sentía como las lágrimas rodaban por sus mejillas. Aquello había resultado en un desastre, la mujer le había hecho entender que cuando ese joven, al que ella tanto quería, se enterara de la verdad, lo perdería para siempre. Estaba segura de que al igual que con su familia, perdería contacto. Y no quería que eso pasará, no quería que Loamy se entristeciera de nuevo por perderlo y que la culpa no fuera de nadie más que de ella. Tenía que decirle la verdad a Caleb, pero sentía tanto miedo de hacerlo.
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Editado: 05.12.2023