Prologo

Varias semanas habían pasado y la lápida aún seguía desgarrada en el suelo, unos cuantos metros más lejos seguía también el cuerpo de aquel hombre a quien con brutalidad Adele había asesinado y a unos cuantos kilómetros lejos del cementerio se encontraba ella. Dentro de una vieja cabaña.

Su cuerpo ya no era el mismo, ella ya no era la misma. El silencio que reinaba en aquel lugar podía permitir escuchar con gran facilidad como la sangre corría por sus venas.

La noche calló y ella pareció percibirlo, pues inmediatamente y sin titubear abrió los ojos, mostrando ese naranja enrojecido que ahora combinaba con su cabello. Se puso en pie dispuesta a salir de allí y en cuanto puso un pie fuera de la cabaña dijo:

—Bienvenida al mundo de los vivos Adele Miller. Es hora de mostrarle al mundo la nueva tú.