— Te llamas Dani, ¿verdad? — Le preguntó Felipe al supuesto hijo de su jefe, que se comía una hamburguesa en una sala de descanso de la sede Donoso.
— Así me dice mi mamá. — Respondió el niño.
Su boca estaba manchada de ketchup.
— ¿Por qué sigue aquí? — Preguntó Richard al entrar por la puerta.
— Señor Donoso. — Lo llamó Felipe poniéndose en pie y Dani se bajó de la silla de un saltó. — La policía debe de estar ocupada y no ha respondido a mi llamada cuando he llamado.
— Ni siquiera has llamado, ¿verdad?
Felipe sonrió.
— Me ha descubierto. — Se llevó la mano a la nuca y observó que Dani se comía la hamburguesa sentado en el suelo y agarrado a la pierna de Richard. — No cree que sería mejor descubrir primero si es realmente su hijo.
— No lo es. Esa mujer no me suena de nada. Deshazte del niño o busca a alguien en la sede que lo haga por ti. — Ordenó Richard y estaba por moverse cuando no pudo hacerlo debido al niño. — ¿Qué estás haciendo ahí? — Le preguntó. Dani lo miró con la boca llena y los labios sucios. — Es asqueroso…
Sintió escalofríos y Felipe se adelantó a una orden, agarrando a Dani por debajo de las axilas y levantándolo.
— Lo siento, señor Donoso. Deje que lo limpie por usted.
Richard suspiró y Felipe se acercó para limpiarle el pantalón con unas servilletas de papel, consiguiendo únicamente expandir más el Ketchup y dejar todo el papel pegado en la tela.
— ¿Has acabado? Quiero ir a casa a tomar una ducha. — Bajó la mirada.
— Creo que ha quedado peor. — Felipe sonrió y Richard comprobó el estado que quedó su pantalón. — Espere aquí. Iré a buscarle un pantalón limpio.
— Deja… — Antes de Richard pudiera acabar de hablar, Felipe ya había salido por la puerta.
— ¿Quieres? — Dani levantó su hamburguesa hasta su padre y Richard le negó.
— No, gracias.
— ¿No te gusta? — Preguntó Dani con ojos asombrados. — A todo el mundo gusta. Prueba… — Intentó levantar todavía más el brazo y Richard le bajó la mano.
— Sí me gusta, pero no tengo hambre.
— Ah. Tenías que haberlo dicho antes, papá.
Dani mordió el pan de su hamburguesa y Richard le vio en el dorso de la mano una marca con forma de corazón.
— Déjame ver. — Agarró la mano del niño e intentó eliminar la marca. Suspiró al darse cuenta de que no se borraba y se observó el dorso de su mano derecha, él tenía una marca de nacimiento exactamente igual.
— Sí que eres hijo mío.
Cuando el asistente regresó, Richard estaba sentado en un sofá con la cabeza entre las manos y Dani a su lado se comía las patatas fritas que acompañaban a la hamburguesa.
— Señor Donoso. — Tomó Felipe la iniciativa al llamarlo.
— Sí que es mi hijo, Felipe. — Balbuceó Richard y levantó la cabeza para mostrarle la marca que los dos tenían en la mano.
Felipe se asombró.
— Oh, su hijo Izan también tiene ese corazón en la mano.
— Es una marca de nacimiento.
— Entonces… Este niño sí es su hijo. — Sonrió con satisfacción. — Menos mal que no he llamado aún a la policía.
Richard soltó la mano de Dani y se levantó poniéndose frente a Felipe.
— Encuentra a su madre. — Le ordenó, quitándole los pantalones que traía en la mano.
— Claro.
Felipe se tocó la nuca y sonrió al niño que lo miraba sin dejar de comer patatas.
Dani pegó su cara a la ventanilla del coche y expulsó vaho por la boca para empañar el cristal y dibujar en él.
— Señor Donoso.
Una angustiada trabajadora salió de la sede y Richard evitó subir al coche.
La mujer susurró en la oreja de Felipe y fue el asistente quien le transmitió a su jefe lo que ocurría.
— Señor Donoso, al parecer hace un rato que llegó una señora preguntando por usted. Lo está esperando en una de las salas de visitas.
— Lamento no haberle avisado antes, creí que todavía estaba en la reunión. — Se disculpó la trabajadora y agachó las orejas. — Me disculpo.
— ¿Qué señora? — Preguntó Richard.
— Ha dicho que su nombre es Josefa.
Richard se asomó dentro del coche y preguntó a su hijo.
— ¿Cómo se llama tu madre?
— Mi mamá se llama Carla. — Respondió el niño.
Richard miró a Felipe y cerró la puerta del coche con Dani dentro.
— Llévalo a casa. Tomaré un taxi después de hablar con esa señora.
— ¿No quiere que lo esperemos, señor Donoso? — Le consultó Felipe, pero vio a su jefe caminar con la empleada hacia dentro de la Sede. — Eso será un no. — Se respondió a sí mismo y se asustó por ver a Dani con la cara pegada al cristal de la ventana.
Felipe sonrió al niño y lo alentó con gestos de manos a apartarse de la ventana. Cuando Dani obedeció y se sentó, Felipe abrió la puerta y le colocó el cinturón de seguridad.
— ¿A dónde va papá? — Preguntó el niño.
— El señor Donoso… — Miró al niño para darle una respuesta y lo vio con cara dudosa.
— Dodoso.
— No es Dodoso, sino Donoso, joven Dani. — Lo corrigió. — ¿Sabes cuál es tu apellido?
Dani negó con la cabeza.
— ¿A dónde va papá?
El asistente sonrió.
— El señor papá, digo, el señor Donoso se reunirá con nosotros en su casa.
— Tito… — Dani lo agarró de la camiseta. — Tengo hambre.
— Se acaba de comer una hamburguesa con patatas. — No lo creyó Felipe y agarró la mano del niño para soltar su camiseta. — Aguante hasta llegar a la casa. — Le dijo y salió del coche cerrando la puerta.
Editado: 27.03.2023