Un papá en apuros

Capítulo 10: Preocupación

MASSIMO

El sonido de los tenedores chocando contra la porcelana de los platos persiste más alto de lo normal en la habitación. Procuro mantener mi vista en el plato frente a mi, pero las miradas que Simon le dedica a Nicoletta han desvanecido cualquier indicio de apetito. Llevamos semanas en la misma rutina que amenaza con acabar con mi cordura.

Aceptarlo aquí fue una tontería, darle una oportunidad en la empresa fue una estupidez, pero lo que se llevo el premio fueron las palabras que dije hace unos días ensombrecido por el interés de Simon en Nicoletta. Desde entonces no hemos vuelto a hablar, siquiera estoy enterado si le gusta su habitación.

Esta ni me voltea a ver a mi ni a nadie. Sus ojos y atención están puestos en Alessandro. Mi hijo come con gracia y cuando quiere decir algo se acerca a Nicoletta para susurrárselo al oído, como si estuvieran en su mundo y nosotros fuésemos intrusos. La relación entre ellos se afianza cada día. Nunca lo había visto tan feliz o pleno con otra persona, siquiera con su propia madre…

Durante un breve segundo consigo cruzar mirada con Nicoletta, sin embargo, en la de ella veo un vacío como si no estuviera aquí.

—Que terrible silencio, un día más y me volveré loco —Simon hace un gesto que le causa gracia a Alessandro —. Así que opino que deberíamos conocernos un poco más.

Conozco esa mirada y estoy seguro que esta a punto de probar mis limites. Si Nicoletta y Alessandro no estuvieran aquí me haría cargo de él.

—Nicoletta, además de cuidar a mi sobrino ¿Qué otras cosas haces? ¿estudias? —interroga ese inmaduro hombre que dice ser mi hermano.

—Yo era estudiante de Pedagogía Infantil —musita y una extraña calma se instala en mi pecho cuando no sucumbe como todas las mujeres a la sonrisa de Simon.

—¿En serio? Eso es maravilloso, no hay nada más noble que ser profesor —añade —. Pero dijiste “era” ¿no seguiste?

—Simon —intervengo.

—¿Qué? Solo quiero socializar ya que veo que no se hace mucho por aquí —justifica—. Entonces no has seguido —regresa a Nicoletta.

—Debido a motivos personales no he podido continuar —distingo la incomodidad en ella. Hace rato descubrí que su abuela y estado económico es algo que la ponen a la defensiva.

—Sabes, hace poco termine la universidad.

—Finalmente —farfullo.

—Si hermano, finalmente para tu desgracia —asegura para recordarme la maldita condición que nuestro padre interpuso en su testamento; al momento de culminar la carrera debía hacerle espacio en la empresa —. En fin, yo salí con algunas... digo tuve algunas amigas que estaban en programas de becas, podría ser una buena oportunidad para terminar tus estudios.

—¡¿Te quieres ir tú también?! —interroga Alessandro arrojando su cuchara. Nuevamente esa espina de culpa se instala en mi pecho.

—No me iré, solo estoy escuchando —contesta Nicoletta con intención de calmarlo.

—Alessandro solo es una sugerencia Nicoletta merece estudiar —añade mi hermano al que quiero costurarle la boca para que no siga añadiendo más leña al fuego de Alessandro.

—¡Si te irás lárgate de una vez! —espeta Alessandro dolido antes de salir corriendo.

—¡Alessandro! —lo llamo, pero Nicoletta me detiene.

—¿Hay algún problema con que quiera superarse? —cuestiona Simon —. O también te fastidia que le ayude a la servidumbre.

—Es suficiente Simon, no es momento para conversar esas cosas —intervengo ya que por algún motivo tampoco me gusta hacia donde va la conversación.

—Nicoletta —llama Simon cuando esta se posiciona de pie.

—Muchas gracias por su ayuda señor Simon, pero lo que hago o dejo de hacer en mi vida lo gestiono yo —. Sus ojos me taladran cuando y ya no veo al siervo herido sino la furia contenida—. Señor Ranieri como usted dijo yo solo formo parte de la servidumbre y por ello mismo le pido que nos mantengan a Alessandro y a mi fuera de su estúpida pelea de egos. Con permiso —dice antes de abandonar el comedor.

Me quedo atónito ante ese cambio de porte. Hasta el momento se había mostrado insegura y sumisa, así que esto me descoloca de sobremanera.

Escucho la maldita risa de Simon y es que esto es solo un juego para él.

—Esta si que salió buena hermanito, no como todas las otras que solo venían por tu dinero.

—Cállate —aprieto mis manos en puños.

—Pero tu mejor que yo sabes como es, después de todo te casaste con una de ellas…

—Cuida bien tus palabras Simon —con una mano me basta para tomar su camisa y zarandearlo —. Si estas aquí es por que debo aceptar las ultimas voluntades de nuestro padre —aclaro.

—Como tu digas hermano —bufa y se suelta. Me quedo solo en el comedor con tres puestos vacíos.

A quien quiero engañar, perdí el apetito y el sueño desde hace varios días ya, las pastillas no me han funcionado.

Subo dispuesto a encerrarme en mi trabajo, sin embargo el sonido de la risa de Alessandro me detiene. Hace poco lloraba y ahora los pasillos se llenan de sus carcajadas continuas y potentes. La puerta esta medio abierta y escondido en las sombras puedo ver como juega con Nicoletta. Ella lo debe atrapar y finge no poder hacerlo mientras Alessandro corre.




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