Un pasado en el olvido

Del otro lado de la ventana

El asesino dejo caer el cuerpo inerte de Moondai al suelo, encendió las luces para ver mejor, se percató que la sangre que estaba en sus manos era de un tono muy oscuro, vio su hacha, tenía del mismo tono de color, empezó a mirar, revisando todo a su alrededor.

Se dirigió a los cajones y encontró mucha ropa y un álbum de fotos, cosas que no eran de su importancia, por lo que tiró todo al suelo. Dio un vistazo al pasadizo, ahí seguía el cuerpo de su primera víctima, se arrodilló junto a él y hurgó en sus bolsillos, se metió algo al bolsillo de su chaqueta azul, camino hacía el baño usando el hacha como si fuera un bastón. 

Al no encontrar nada útil en los cajones y repisas, gruñó por debajo de la máscara y siguió con su camino, fue revisando las fotos que estaban colgadas en las paredes además de los retratos sobre los muebles.

Se adentra a la cocina cojeando y busco en los cajones, finalmente en uno de ellos encontró un botiquín de primeros auxilios, lo bajo, fue a la sala, encendió la luz y se dejó caer sobre el mueble dando un quejido de dolor, rebusco en el interior sacando pinzas, vendaje entre otras cosas, se quito la mascara dejándola sobre la mesa de centro para poder mejor lo que estaba haciendo. Sin embargo, un sonido proveniente desde el fondo del pasillo, algo rechinando, había llamado su atención.

Desde la habitación, Moondai estaba de pie, se había puesto de pie apoyándose en el borde de cama, lo que hizo que las rueditas de bajo de la tarima rechinen, se puso de pie con dificultad apoyándose en la cama, sus ojos habían cambiado, la esclerótica era negra, las pupilas de un rojo intenso resalta en ellos. Confundido, pasó sus dedos palpando su garganta, la sangre aún estaba fresca, había sido degollado, sin embargo, estaba vivo, solo había quedado una cicatriz en esa zona, Moondai había quedado perplejo. Pronto se dio cuenta de que la luz estaba encendida, las pertenencias de Yan estaban en el suelo y el aroma a sangre era fresco, él seguía en la casa. 

Torpemente camino hacía el pasadizo en busca de su atacante, quien apareció del otro lado del pasillo, pudo ver su rostro, tenía cicatrices en las mejillas y de manera horizontal sobre el dorso de la nariz, su ojo izquierdo no estaba en su lugar, solo una cuenca oscura y vacía, su altura era algo más que lo hacía imponente.

El asesino estaba tan atónito como él, no se supone que debería estar ahí de pie después de hacerle un gran corte profundo en un área vital- ¿Qué carajo? – habló en un tono bajo, fijándose en sus escalofriantes ojos, se miraban cara a cara, busco su hacha, lo había dejado en el suelo junto al sofá, volteo a ver a Moondai, se había quedado paralizado del miedo. Entonces fue por su hacha, él finalmente reaccionó.

Moondai tenía ventaja esta vez y ya que conocía bien la casa, pudo tomar un atajo por el comedor, saliendo por la cocina, alcanzado el hacha del asesino que no podía correr con una pierna lastimada , El asesino ya no podía ir tan rápido, fue golpeado en la pierna lastimada con el mango de su propia arma, perdió el equilibrio y se golpeó la cabeza con la punta de la mesa, aturdiendo lo - ¡ahg!

Moondai mantuvo su distancia. Su ceja sangraba, el golpe había sido fuerte, lo miró confundido – ¿cómo carajos sigues vivo?

Moondai no respondió, observó la herida en su pierna, la carne de res que había consumido fue suficiente, sin embargo, no pudo evitar sentir un poco de deseo por el olor – ¡Adelante! mátame ahora que tienes la oportunidad – las palabras del asesino lo devolvieron a su realidad, él lo retó poniéndose de pie apoyándose en todo lo que estaba a su alrededor, su mirada era fija.  

Moondai, se aferraban al mango del hacha como su única esperanza y escudo, no se sentía capaz de matar a alguien, pero se defendería si fuera necesario – ¿quién eres tú? 

Él lo miró con fastidio, estiró su brazo hacía su talón, por debajo de la basta de su pantalón tenía un cuchillo, Moondai actuó rápido pateando lo en la pierna herida antes que pudiera volver a estar armado, provocando que gritara, temía que se levantara de nueva – ¡Ahg! ¡mierda! – se quejó.  

- ¡d-dime! ¿Quién eres tú y qué haces aquí? – reclamó intentando sin éxito ocultar sus nervios. 

El asesino lo analizó con la mirada de pies a cabeza, su rostro estaba manchado por aquella sangre oscura la sangre seguí ahí en su brazo y en el cuello, pero no podía ver ninguna herida, se supone que le había roto las piernas, él estaba parado sin ningún problema, incluso había sido más rápido que él, se notaba asustado, pero un paso en falso y podía recibir un hachazo - soy el asesino de la cara sonriente - finalmente habló con desgano. 

Moondai ladeó la cabeza confundido, recordó las palabras de la reportera en esa casa, sintió ese mismo escalofrío al saber que ese maniático de las noticias estaba en casa - tu… - su mirada rodó hacia el teléfono, antes de que pudiera hacer algo el intruso se abalanzó sobre él, tumbando lo, le quitó el hacha al mismo que lo inmovilizó poniendo todo su peso sobre él - escucha tu podrás hacerme una pregunta luego de contestarme algo y yo te pregunté - habló con firmeza, era claro que se trataba de una orden - ¡¿Por qué sigues vivo?!

Moondai estaba perplejo, quedándose mudo.

- ¡¿Acaso tendré que hacerte hablar por la fuerza?!

- ¡no lo sé! - finalmente respondió - No sé qué pasó y yo también me preguntó lo mismo - por un momento dudo de sus palabras, nada de lo que estaba pasando tenía sentido. Sin embargo, el rostro de Moondai mostraba tanta confusión como él.

- bien. 

- ¿Por qué me atacaste?

- por qué eres un testigo -respondió con tanta naturalidad que Moondai le dio escalofríos - ¿Tus familiares también tienen sangre negra como tú? 

- no sé dónde están mis padres ni quienes son - desvió la mirada consternado -  y… no creo que tú nombre real sea "el asesino de la cara sonriente" - la mirada fija de él le pareció intimidante, a tal punto que no pudo evitar desviar la mirada sintiendo una gota de sudor frío por su sien.




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