A mi madrastra, mi tía y a mi querida Patito.
Ustedes tres son la viva prueba que las edades no importan, si tienes un corazón de oro.
No tengo mucho que decirle a cada una, pero lo que si puedo decir es que, realmente agradezco toda la confianza que me dan y me han generado también esa confianza en ustedes y no creo tener tantas palabras como con las otras personas con las que he convivido, pero... las quiero de igual manera.