Un salto de fe

Capítulo 9

-Leah-

 

Es sábado por la mañana y no me siento nada bien. Luego de lo ocurrido con Max en el parque, al llegar a casa muchas cosas empezaron a rondar por mi mente y me hicieron imposible dormir bien. Sé que yo le dije a Max que no estaba obligado a ir, pero de verdad esperaba que estuviera ahí. Sin embargo, no termino de entender el porqué de su desprecio hacia mí, estoy segura de que no puede ser por los pequeños roces que hemos tenido, quiero decir, a mí también me molestaron muchas acciones él, pero no por eso lo dejaría plantado en un trabajo que sé que puede ser muy importante para él. Ni siquiera entiendo por qué lo espere tanto tiempo en el parque, tal vez tenía la esperanza de que apareciera por arte de magia y dijera algo como “Ya estoy aquí. Tomemos esas fotos” que patética.

A pesar de lo cansada que me encuentro, no tengo otra opción que levantarme de mi cama porque hoy debo ir a trabajar, se supone que voy el fin de semana completo, pero tuve que pedir un descanso para el trabajo que termine no haciendo y ahora tenía doble turno. El restaurante en el que trabajo de mesera es bastante concurrido estos días de la semana, pues la gente ama estas hamburguesas y no los culpo, el chico de la cocina hace magia. El restaurante no tiene mucho que abrió, pero en cuanto lo hizo atrajo demasiados clientes y fue gracias a ello que conseguí el trabajo tan rápido, ellos necesitaban urgentemente trabajadores y yo trabajo.

Luego de un largo baño, me preparo con una coleta de caballo y el uniforme del trabajo que es bastante sencillo y que fácilmente podría pasar desapercibido si no fuera por la gorra de colores que tiene una tonta hélice. Guardo el gorro en mi mochila y bajo las escaleras para ir hacia la cocina para servirme un vaso de jugo.

Al bajar, noto que mi mamá no está, lo cual es raro porque hoy no trabaja y normalmente cuando sale me avisa a donde irá. Busco por la cocina para ver si me dejo una nota, pero no hay nada así que le mandó un mensaje para que me diga

 

LEAH (7:10 am): Mamá, dónde estás?

LEAH (7:11 am): Es temprano, saliste de compras?

 

Le mando mensajes esperando a que los conteste mientras desayuno.

Termino de desayunar y la respuesta no llega, lo que me resulta realmente raro así que la única conclusión a la que llego es que debe estar manejando y por eso no puede tomar su celular, por lo que decido salir de casa para llegar puntual al trabajo.

Al llegar me recibe el señor Roy, un hombre de unos 40 años que se encarga de la limpieza del lugar, me llevo muy bien con él a pesar de que me lleva muchos años

—Hola Leah —saluda Roy con una sonrisa

—Hola, ¿cómo está todo? —digo llegando hasta donde él está

—Bastante bien. Por el momento no hay nada que hacer así que puedes ir a terminar de vestirte

—Esta bien. Ya vuelvo

Cuando llego a los vestidores noto algo raro y es que el casillero de mi lado está abierto. Es extraño porque ese casillero no es ocupado por nadie desde que la última chica que trabajaba aquí renunció. Así que voy con Roy para preguntarle si sabe algo

—Oye Roy, ¿Por qué el casillero 042 está abierto?

—Cierto, olvide decírtelo. Hoy contrataron a una nueva chica

—¿Quién es?

—Soy yo—al voltear a verla quedo confundida pues no entiendo por qué está trabajando aquí

—¿Alexa?—la miro con el ceño fruncido

—Esa soy yo—supongo que nota que no estoy entendiendo nada por lo que continua—escucha, resulta que quiero ir a un concierto de una de mis bandas favoritas, pero mis padres se niegan a darme dinero porque creen que ya he gastado demasiado, por lo que sugirieron que consiguiera un trabajo. Así que bueno, aquí me tienes

—¿A que banda quieres ir a ver?—pregunto

—Iré a ver a 5 Seconds of Summer. ¿Los conoces?

—Claro que los conozco, son mi banda favorita—respondo entusiasmada

—Eso es genial, entonces vayamos juntas —comenta con una sonrisa Alexa

—Sería fantástico—digo con una sonrisa que va desapareciendo poco a poco—pero ¿Los boletos no son demasiado caros?

—Supongo que un poco. Podemos pedir turnos para después de la escuela—me sugiere dudosa

—Que gran idea, entonces podríamos conseguir el dinero para los boletos y quizá ganar un poco más—comento con una sonrisa

—Perfecto, entonces vayamos a trabajar—sonríe hasta que se ve el uniforme completo de las meseras—. No es cierto. Por favor dime que ese no es el uniforme

—Lamento decirte que sí— rio ante la cara de disgusto que pone Alexa al ver la gorra sobre mi cabeza— vamos, no es tan malo

—Hay un rehilete dando vueltas en tu cabeza, ¿Cómo es que eso no es malo?—hace una cara de disgusto

—Admito que el uniforme no es lo mejor del mundo, a mí tampoco me gusta la gorra, pero ambas necesitamos el trabajo—yo más que ella—. Así que solo trabajemos que el uniforme es lo de menos

—Esta bien. Vamos—me sigue resignada hacia los vestidores

El día de hoy, como siempre tengo demasiado trabajo, aunque ahora tengo a Alexa para apoyarme entregando pedidos. Al principio fue muy torpe —como todos al iniciar en un trabajo— pero luego de acostumbrarse empezó a entregar las cosas con mayor agilidad hasta que llego el final de su turno.

—Al fin es hora de irnos—dice emocionada

—Solo tú te irás, yo tengo que quedarme otro turno—hago un puchero exagerado

—¿Qué? ¿Por qué?

—Se supone que ayer también debía trabajar, pero pedí el día para hacer mi proyecto

—¿Y cómo te fue?

—Mal, Max llego tarde y era imposible tomar fotos con la iluminación que había a esa hora. Ahora no tengo proyecto—suelto una risa amarga

—Lo siento mucho Leah. ¿Qué tenías preparado?

—Se suponía que iba a ser algo relacionado con el feminismo y como los hombres pueden involucrarse—digo con una sonrisa a medias—. Iba poner una tela morada de fondo y en el cuerpo de Max pondría algunas frases que se relacionaran con el tema




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