Capítulo uno: el deseo de una niña.
Madeleine.
El viento me pega en todo el cuerpo mientras corro por el prado y se siente tan bien, es en estos instantes dónde me gusta pensar que algún día seré libre, que quizás podré caminar por las calles sin sentir... no, no vayas por esos sentimientos. Quisiera… quisiera tantas cosas, pero no puedo, las personas como yo no pueden ser libres porque eso sería la destrucción de lo que me rodea, eso dicen ellos, pero creo que solo se dejan llevar por el miedo, que ridículo y que triste. Deberían dejar de temer a todas las cosas diferentes, si esto sigue así terminarán destruyéndose por no conocer y avanzar, o eso es lo que yo creo, pero qué tanto puede saber una niña como yo que solo sueña con ser egoísta pero no se atreve.
Dejo de correr y como siempre llego al Árbol Madre del que siempre me he preguntado porque está al final de un prado donde es tan vulnerable y no en el bosque donde puede estar protegido por...
—Que aparente ser vulnerable no significa que lo sea, pero eso lo sabes mejor que nadie, Madeleine —lo que simula ser una voz llega directamente a mi mente y el miedo me corroe enseguida.
Esto no está pasando, imposible, el Árbol Madre solo se comunica con las… no, no, no puede ser.
—¿Por qué? ¿No es suficiente con que sea oscura? Yo… —susurro y mis palabras son bajas.
Cuando intento escuchar mi propia voz me doy cuenta que de nuevo es un sueño, dónde hay una nueva Madeleine con otra historia, otro dolor, otro anhelo. Que triste. Despierto con el corazón queriendo escapar de mi pecho así que cuando logro calmarme observo el despertador y noto que faltan algunas horas para que amanezca. Suspiro agobiada porque sé que no podré volver a dormir, así que como cada vez que ocurren estos sueños me coloco a escribirlos.
Nunca deja de sorprenderme la forma en que recuerdo todos los detalles, bueno, hasta que son las diez de la mañana ya que desde esa hora en adelante mis sueños se vuelven lejanos y borrosos, no sé a qué se debe, pero ya es tan extraño como común. Yo debería estar enloqueciendo por sueños como estos, pero no es así, de hecho me agradan, hacen que mi vida tenga un poco de entretenimiento… ah, esto, quiero decir… sí, mejor no lo intento, no tengo una explicación convincente para eso.