Capítulo dos: preservación.
Madeleine.
Me sentía triste, sí, eso es.
Pero quería sentirme feliz… o eso creo.
Euforia, me gusta como suena esa palabra, es menos peligrosa que las otras que me gustan, aunque su peligro es diferente no significa que deja de serlo, sí, ya sabes lo que te decían... no, no debes seguir lo que te decían o mejor dicho te ordenaban, sí, no eran nada amables. Eran malos, sí, lo eran, y yo tengo que ser diferente a ellos... pero no puedo evitar pensar en esas palabras fúnebres. Yo debería terminar esto o lastimaré a las personas y no quiero eso, no, no quiero, no puedo, no sé si pueda aguantar... tengo que...
Hace demasiado frío aquí, ¿por qué? Me quito las manos del rostro y noto que he llegado a la azotea… me río hasta que me tengo que sujetar el estómago por el dolor. Vaya, con que aquí está la solución, no está nada mal, que dramático.
Al final termino despertando dentro del sueño y veo como la chica salta al vacío mientras sonríe y se despide del viejo psiquiátrico, no siento nada frente a tal escena pero me despierto gritando y con lágrimas en los ojos. Trato de calmar mi respiración una vez dejo de gritar y me paso las manos por el rostro para quitar las lágrimas que se encuentran allí, suspiro mirando hacía el techo. Esta vez fue diferente, fuí capaz de sentir como la locura de su pasado estaba envolviendola, arrasando con todo lo que era, aunque también pude sentir esa increíble fuerza de voluntad que la llevó a ese terrible final. Sonrío asustada y tremendamente agradecida de que sea solo un sueño porque estoy segura que no soportaría tal cosa.
Como de costumbre miro hacía la ventana y para mi sorpresa ya es de día, humm, que raro, estos sueños o pesadillas, algunas veces, siempre me despiertan en la madrugada. Que más da, no es como si fuera a encontrar la respuesta algún día. Me levanto mientras bostezo y me estiro para hacer lo de siempre, escribir mientras recuerdo. Mis manos tiemblan cuando tomo el lapicero del pequeño escritorio, así que tengo que esperar unos minutos hasta que mi pulso me deja escribir lo suficientemente entendible.
Ella fue torturada psicológicamente para herir, enloqueció, sí, lo hizo, pero no lo suficiente como para sucumbir y eso fue… simplemente impresionante, aunque triste, ya que en busca de la preservación de su humanidad terminó acabando con su vida. No puedo evitar sentirme triste a diferencia de esa frialdad que demostré cuando desperté dentro del sueño, es algo inquietante pero me tranquiliza saber que alcanzó el descanso que buscaba, no, más bien que necesitaba.
Ahora que recuerdo hay algo extraño, bastante inquietante a decir verdad; sé lo que pasó, bueno, solo lo que ella recordaba aunque no quisiera, pero no sé cómo llegó al psiquiátrico, me pregunto si sería ella quien se llevó ahí en busca de una solución, y si estoy en lo cierto no me sorprendería para nada.
Sacudo la cabeza y ya que he terminado de escribir y de pensar guardo la libreta, veo la hora en un pequeño reloj de mano… ay no, llegaré tarde al trabajo.