Un trato con el nerd

Capítulo 9

Grecia

Despierto gracias a la alarma de mi celular. Lo desconecto cuando noto que está cargado y camino hasta el baño. Me observo en el espejo, mi reflejo muestra perfectamente que no he dormido bien y que he llorado. Me quito el vestido, ayer olvidé cambiar mi ropa. Abro las llaves de la ducha y entro. El frío del agua hace que me estremezca. Cuando salgo de la ducha, tomo mi analgésico y seco mi cabello. Maquillo mi rostro, cubriendo la tristeza que siento. Con mucha molestia me coloco mi ropa, que consistía en una falda rosa pastel con corte “A” que llegaba arriba de mi rodilla. Un suéter cerrado color blanco con escote “V”, combinándolo con unos tacones de un tono más claro que la falda. Mi pie comienza a doler, pero era difícil vivir en el Instituto. El hecho de que fuera la chica más popular no significaba que tuviera privilegios. Al contrario, todas las miradas estaban sobre mí, buscando un error en mi cuerpo o ropa. Sólo algo simple que se encargaban de hacerlo notar. Mi pie comenzó a molestarme, odiaba intentar encajar en los estereotipos, no es que estuviera a favor o que me gustaran, sin embargo, me había acostumbrado a ellos. Volviéndolos una rutina, como usar tacones. Aún si mi pie dolía, aún si mi corazón dolía.

Bajo a desayunar, agradeciendo que mis padres no se encuentran. Comienzo a comer y cuando termino, lavo mis dientes y retoco mi maquillaje. La incertidumbre de saber si Andrea vendrá por mí, se instala en mi pecho. Tomo mi bolso y reviso mi celular. No hay ni un solo mensaje. Salgo de mi casa y justo antes de abrir la puerta de mi coche, el auto de Williams aparece. Mi corazón comienza a palpitar deprisa y siento un nudo en mi estómago. El castaño baja de su auto y abre la puerta para mí. Inmediatamente lo rodea y se sube al asiento de piloto. Me coloco el cinturón de seguridad y él hace lo mismo.

-Andrea, yo…

-Por favor, no digas nada- en su voz se escucha que no está feliz y eso incrementa mi dolor.

El camino es silencioso, incómodo y triste. Quiero explicarle, de alguna extraña manera, el hecho de que pensara que prefería estar con Étienne a estar con él, me hacía sentir mal. Llegamos al instituto y sin decir una sola palabra bajamos del auto. Camino hasta mi casillero y dejo de escuchar los pasos de Andrea. Mi teléfono suena, avisando la llegada de un nuevo mensaje. El número desconocido, no tan desconocido, aparece en la pantalla. Abro el mensaje y mi corazón late rápidamente. Una foto de Williams y yo aparece.

¿Problemas en el paraíso? ¿Será acaso que la nueva parejita ha discutido? Me pregunto, ¿qué habrá pasado en esa gala? Cuida tus pasos, Grecia Scott, no vaya a ser que hundas a los de tu alrededor e intentar salir ilesa.

Nadie sabía que habíamos discutido, sí, lo de la entrada era una prueba de ello. Pero nadie sabía que fue en la gala. Nadie excepto Kendall. La incertidumbre comienza a invadir mi cuerpo, centímetro por centímetro. Es imposible que sea ella. ¿Cierto? El miedo inunda cada partícula de mí. Los recuerdos de nuestra vida juntas, pasan rápidamente. Mi corazón comienza a latir aún más rápido y los sonidos se vuelven lejanos. Mi vista se vuelve borrosa y comienzo a caminar. Mis pasos se vuelven lentos e inseguros. Me detengo y siento el frío metal de las gradas. Escucho unos pasos detrás de mí y siento unos brazos rodeándome. Aquellas manos comienzan a acariciar mi cabello y poco a poco logro tranquilizarme.

-Todo está bien, Dyls- la suave voz de Andrea se queda grabada en mi mente. Rodeo su cuello con mis brazos y lo atraigo, aún más, a mí.

Nuestros cuerpos se mantienen juntos, sabiendo que teniendo cerca al otro nada malo puede pasar. Sabiendo que nos pertenecemos y que así lo hemos hecho desde el principio. Cierro mis ojos, disfrutando de su cercanía, disfrutando de él. Recargo mi cabeza en su hombro, respirando su aroma embriagador. Sintiendo que a partir de este momento, aquí es donde quiero estar. A su lado.

-¿Te sientes mejor?- asentí mientras él se separaba de mí.

-Gracias- dije y él sonrió.

Me acompañó a mi aula y se retiró. Ken me esperaba en nuestros lugares y sonriendo me observó. Gracias a Dios, la campana sonó. Impidiendo que ella dijera algo. Las cosas apuntaban que ella era M, pero aún no podía aceptarlo. Así que hasta que el miércoles no llegara, permanecería en silencio. Las clases se pasan rápidamente, Ken nota mi incomodidad, pero no dice nada. El almuerzo llega, Williams no aparece. Las clases finalizan y no veo a Andrea.

-Creo que fue a algo de la universidad- dice mi mejor amiga.

-No lo mencionó- respondí observándola.

-Tal vez se olvidó de hacerlo. Vamos, yo te llevo- asentí y caminamos juntas al auto.

En el camino hablamos acerca de las animadoras. Estaba segura de que podría practicar con normalidad, incluso si mi pie dolía. Llegamos a mi casa y bajo del coche, me despido de Ken y entro a mi solitaria casa. Dejo mi bolso y me siento en el comedor. La señora del servicio no tarda en colocar mi comida sobre la mesa y se retira. Tomo mi teléfono y reviso mis redes sociales. Imágenes de Andrea y yo se hacen presentes y miles de comentarios con ellas. Guardo una de las fotos. Estábamos dentro del hotel, junto a nuestros padres. Salgo sonriendo por algo que dijo mi padre y Williams mantiene su mirada en mí. Sonrío, pensando en la posibilidad de que Mel, sienta lo mismo que yo. Termino mi comida y subo a mi habitación. Me quito esos horribles tacones y me acuesto en mi cama. Finalmente mi pie va dejando de doler.




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