Un trato con mi jefe

Capítulo 6: La fiesta de fin de año

Llego a la oficina media hora antes de mi hora de entrada. No solo lo hago por querer quedar bien con mi nuevo jefe sino también para eludir a Nicolás en caso de que planee seguirme hoy también. Puede que logre despistarlo si modifico mis horarios habituales, al menos vale la pena intentarlo. Aún puedo sentir sus labios abrasadores sobre los míos moviéndose con urgencia, no quiero repetir lo que sucedió ayer por ningún motivo. Cómo me gustaría poder borrar la existencia de Nicolás Ricci de mi memoria. Regresar a la vida que tenía antes de conocerlo, no era feliz puesto que era una chica que recién había perdido a sus padres con muchas carencias económicas, pero al menos no temía por la vida de mi hermano menor constantemente.

Nueva Berta, necesito que envies este paquete a Brasil de inmediato —dice el señor Wolf sacándome de mis cavilaciones al momento que coloca una pequeña caja negra en mi escritorio y me tiende una tarjeta—. La dirección está escrita aquí. Es importante así que no quiero errores.

—Délo por hecho, señor —respondo de inmediato.

—¿Debo dar por hecho que habrán errores o que harás bien tu trabajo? —pregunta con una ceja enarcada.

Soy incapaz de contener el mohín de hartazgo.

—Haré bien mi trabajo, señor Wolf —digo entre dientes.

Él se inclina sobre mi escritorio y recarga ambas manos sobre la superficie mientras sus intensos ojos color ámbar me miran fijamente, me siento la presa del lobo que está apunto de ser devorada y por instinto me hundo en mi asiento, el cual rechina ligeramente bajo la presión de mi peso. Las comisuras de sus labios se tuercen en una sonrisa arrogante al notar mi miedo.

—Date prisa —dice con voz serena.

Luego Bastian entra a su oficina cerrando la puerta tras él. Suspiro aliviada y luego tomo la caja entre mis manos. Es pequeña, como las cajas en las que se guardan relojes o joyas, no parece ser algo de trabajo. Tomo la tarjeta y leo lo que dice.

 

“Para mi querida Eloisa”

 

Pongo los ojos en blanco, por supuesto que esto se trata de alguna de esas super modelos que Julia mencionó ayer. Su “querida Eloisa” debe ser una de tantas chicas en su lista de admiradoras. Supongo que es de esperarse que alguien como Bastian Wolf tenga muchas conquistas, es rico, joven y ridículamente apuesto.

 

—¿Estás esperando hacer el envío con el poder de tu mente?

La voz de Bastian a mis espaldas hace que de un respingo en mi asiento.

—No, lo siento. Lo haré en este momento —digo de modo apresurando mientras me pongo de pie.

—Mi hermana necesita ese paquete lo antes posible, deja de perder el tiempo, Nueva Berta —me dice en tono de desaprobación.

Vaya, así que la tal Eloisa no es una novia sino su hermana. Por algún motivo extraño, enterarme de eso me causa alegría. Al darme cuenta del ridículo sentimiento sacudo mi cabeza y me regaño a mí misma. ¿Qué me importa a quién le haga envíos el lobo?

 

************

 

Han pasado tres semanas desde que empecé a trabajar para Bastian Wolf, tres largas semanas de pesadilla en las que ha sido grosero, exigente e insoportable. Pero al menos tengo un trabajo bien pagado y mantengo la esperanza de que parta en cualquier momento a uno de sus viajes alrededor del mundo. Debe ser mi mala suerte, porque según Sylvia nunca antes había estado en la oficina tantos días seguidos, incluso a ella le sorprende que le esté tomando tanto tiempo volver a irse. Todo lo que puedo hacer ahora es esperar pacientemente a que llegue el día en que finalmente Bastian deje de aparecerse en la oficina.

 

Hoy tendrá lugar la fiesta de fin de año de nuestra empresa, ya estamos en la primer semana del mes de diciembre lo que significa que las festividades están a la vuelta de la esquina, por lo que la compañía va a dar una fiesta para despedir el año que concluirá en unas semanas y todo el mundo está muy emocionado por ello. Aparentemente, la fiesta de fin de año de Tropic Motors es legendaria. Invitan no solo a todos los empleados de cada área, sino también a muchos clientes prominentes. No me di cuenta de lo importante que era hasta que escuché a muchas de mis compañeras de trabajo charlar sobre los vestidos que compraron específicamente para usar en el evento.

A las cuatro y media en punto, noto que mucha gente se dirige a los sanitarios. Se van a refrescar y a cambiar de ropa para la fiesta que se va a realizar en el piso 17 de este edificio.

—¿No te has cambiado aún? —Tania, la asistente del departamento de contabilidad, me pregunta mientras pasa frente a mi escritorio.

—No traje algo para cambiarme, pensaba usar esto —digo mientras señalo tímidamente mi sencilla falda azul marino y mi suéter rosa.

—Ah, bueno pues… es un conjunto lindo —miente Tania con una sonrisa falsa.

Asiento cortésmente. Sí, entiendo que no me veo espectacular y que no me esforcé lo suficiente para lucir lo mejor posible para esta fiesta, pero este año perdí a mis padres y me está extorsionando un gángster aterrador, no estoy de ánimos para ir de compras o para celebrar. Además, no tenía idea de que la fiesta era un asunto tan importante.




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