Un verano inesperado

∞Capítulo 28: "Secretos"∞

Un nuevo día comenzó y me desperté con alegría, sentía una tranquilidad muy fuerte dentro de mí por lo que había pasado el día anterior, hablar con Paul me sirvió demasiado.

Mis papás no estaban en la cabaña, así que me levanté rápido para alcanzarlos en el comedor, ya que seguramente estaban ahí. Caminé al comedor y a lo lejos vi a mis papás con los papás de Carolina, estaban platicando muy a gusto y yo no quise interrumpir, así que busqué rápidamente a Paul para sentarme con él. 

—¿Llego tarde? —pregunté mientras me sentaba. 

—Para nada, estamos por comer —dijo. 

—Qué bueno, no quería llegar tarde de nuevo. 

—Sí —dijo con tono cortante.

Noté un poco raro a Paul y me dieron ganas de preguntarle algo, solo que no tuve el valor para hacerlo. 

—¿Hoy haremos algo? —pregunté. 

Quise sacar un tema de conversación, no quería estar así todo el día con Paul, con palabras cortas y secas. 

—No, todavía no empezamos el circuito tres, la próxima semana comenzamos —dijo. 

—¿Te sientes bien? —pregunté rápidamente.

—Claro —respondió. 

—Es que estás actuando muy extraño. 

—No, estoy actuando normal —recalcó. 

Sabía que me estaba escondiendo algo, así que mejor no seguí preguntando, mejor decidí callarme y aguantar esa incomodidad al no tener una conversación con él.

Yo había llegado tarde al comedor y todas las familias ya se habían ido del comedor, solo faltábamos Paul y yo. 

—Paul, estás actuando muy extraño, ya dime qué tienes —insistí. 

—Leila, no tengo nada, ¿no entiendes? 

Paul no estaba actuando como siempre actuaba y eso me preocupó demasiado. 

—Paul, no soy tonta, tienes algo y necesito que me digas —lo miré. 

—Leila, por favor, deja de insistirme, quiero estar solo —dijo. 

—Per... 

—¡Basta! —exclamó y se levantó de la banca. 

¿Qué le había pasado al Paul que conocí? 

—¡Quiero estar solo! —exclamó. 

Perdí mi paciencia y me levanté de la banca muy enojada. 

—Te quería ayudar, quería saber qué te pasaba, pero no puedo hacer nada si tú no te dejas ayudar —dije con enojo—. Cuando se te pase el enojo me hablas, ahora no quiero saber nada de ti.

Lo miré por última vez y me fui del comedor, no quería verlo y mucho menos saber de él. Mis papás me preguntaron tantas cosas cuando llegué a la cabaña, solo que no respondí, no quería hablar con nadie.

Agarré mi libreta de dibujos y salí de la cabaña, quería dibujar un rato y explotar mis sentimientos, así que busqué el lugar perfecto para hacerlo: el río. Caminé hacia ahí y traté de disfrutar todo, desde el olor hasta el sonido de los animales. Cuando llegué, me senté debajo de un árbol y comencé a dibujar, quería plasmar el amor que sentía por Paul pero no podía, no tenía la suficiente inspiración para hacerlo, así que aventé mi libreta alado de mí después de desesperaciones y frustraciones. Tapé mi cara con mis manos y me sentí triste, no quería estar mal con Paul y mucho menos distanciada de él, pero no sabía qué hacer.

Su voz despertó todos mis sentidos, emociones y sentimientos, explotó como una bomba dentro de mi cabeza y no pude evitar formular una sonrisa en mis labios. Aunque estaba enojada con él, triste, lo que sea, su voz y su cercanía me hicieron cambiar de opinión. 

—Leila —me llamó. 

Alcé mi mirada y ahí estaba, marcando distancia para no incomodarme y eso resultó muy tierno de su parte. 

—¿Qué haces aquí? —pregunté. 

—Supe al instante que estarías aquí, así que vine para hablar contigo —dijo. 

—¿Para qué? Creo que me dejaste muy en claro que no querías —dije. 

—Perdóname, no quería tratarte así, en verdad lo siento —dijo con tristeza. 

Paul quería marcar distancia para no incomodarme, pero yo rogaba que se acercara y se olvidara de todo. Solo nosotros dos y nadie más. 

—No me pidas perdón —dije. 

Me cansé de esa distancia y me levanté, quería romper toda lejanía y estar cerca de él. 

—Solo no tuve un buen día, quería desaparecer y estar solo —dijo. 

—¿Por qué? —pregunté. 

Quería acercarme, abrazarlo y que se olvidara de los problemas. 

—En la oficina tenemos un teléfono para comunicarnos con los clientes que nos marcan y esas cosas, esta vez yo me quedé a cargo en la oficina y llamaron muy temprano, respondí y me sorprendí tanto al escuchar su voz —dijo sorprendido. 




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