Claudia
A mi corta edad, no sé muy bien si lo que estoy por hacer está bien o no. Es por eso que tomo el preciado consejo de mi sabia madre sin importarme la hora que es en este instante.
"Date solo unas horas de descontrol para reafirmar tu idea. Eso es algo que no debes tomar a la ligera. Me gustaría que cuando lo hagas sea con la persona indicada y con la que quieres vivir toda tu vida sin titubear."
Exagerada como siempre. Lo chistoso es que me escabullo del hotel cinco estrellas en donde estoy bajo el mismo techo junto a mi prometido y me desaparezco por unas horas, vestida con ropa de gimnasia tapada hasta la cabeza para que nadie de la familia, ni la suya ni la mía me descubra.
No se rían, pero me meto en uno de esos lugares donde hay videojuegos con una máscara de gatita. ¡Che, está re buena la mascarita que conseguí! Tiene orejas, nariz y hasta unos cuantos bigotes de plástico.
—Buenas noches. —Una voz robótica a mi lado casi me saca el corazón del tórax por el miedo que me da mientras me como las monedas en el Pacman.
—Buenas… noches. —Coloco mi mano en el pecho masajeándome mientras tartamudeo—. Quiero estar sola, por favor.
—¿Estás bien? —Afirmo con la cabeza sin apartar la vista de la pantalla, no sé si es hombre o mujer—. Mejor, y disculpa que te haya molestado. —Está por irse, pero se detiene mirándome jugar—. Igualmente, déjame decirte que ese juego en el que estás parada es más fácil si lo hacemos de a dos. No busco nada más que a alguien para distraerme por un momento. Este verano es algo diferente al que estoy acostumbrado a vivir. —Sus palabras serias, con algo de ego elevado en ellas, son opacadas por su habla y peor aún cuando giro para verlo.
Me aguanto la risotada para que no se ofenda. Ver enfundado a ese espécimen entre cajas de cartón como disfraz sin conocerlo, hace que me carcajee cómo hace mucho no lo hacía y es más complicado contenerme con ese tono de voz.
—Está bien. Seamos compañeros de diversión por un momento. Pero no te confundas que un apuesto hombre me está esperando para que en unas horas sea suya ante la ley, porque mi alma la tiene cautivada desde siempre —le aclaro esto por las dudas y es esta una de las tantas razones por las que necesitaba desestresarme como lo hacemos o lo hacíamos con mi chocolatito desde pequeños.
Éramos mugre y uña. Mejores amigos, mejores… todo. La primera vez que nos vimos los dos dijimos al mismo tiempo, al señalarnos: "Me perteneces", íbamos al jardín.