El día relucía hermoso, aquel camino que llevaba hasta la entrada del puente se iba haciendo angosto, el miedo me hizo preso de la ansiedad, Leal caminaba levemente despacio junto a mí. Karth se mostraba inexpresivo y sujetaba con fuerza el mango de una gran espada, pasamos junto al gran guardián, sus alas enormes producían una sombra hasta la mitad del puente, pero había algo extraño, se mostraba tan tranquilo aquel camino, no se escuchaba el rugir del rio o del viento, estaba tan silencioso que mi piel se erizo como un gato con miedo, comenzamos a caminar, Karth aun sostenía con firmeza su espada, Leal cada vez iba más lento como sintiendo temor de lo que nos encontraríamos, nuestros pies estuvieron al borde del puente sus grandes rocas incrustadas de forma simétrica formaban en el suelo figuras de telarañas.
Al pasar las primera parte del puente, sentí que la presencia del gran guardia había desaparecido, mis mirada se tornó hacia atrás en busca del gran felino alado, pero este había desparecido y su gran sombra con él. Entre nuestro andar karth grito.
— Daniel cuidado — un grito en forma alarmante.
— Ahh… - grite de terror — que son esas cosas, debemos correr, Leal no te detengas.
Juas… juas… juas…
— Debes desenvainar la espada que te obsequio Nurix, el momento de usarla con valentía —. Karth se encontraba luchando con grandes enredaderas.
Aun mis ojos no dejaban de asombrarse, de debajo del puente salían grandes lianas o enredaderas, se movían con propia voluntad, cada una de ellas eran grandes y de un grosor increíble, Karth blandía su espada de derecha a izquierda, estábamos aun retenidos en el centro del puente, entre la gran lucha que estaba surgiendo, Leal chillo de dolor, una gran liana lo había tomado por medio de sus patas y lo levantaba con gran fuerza, mis manos temblaban, pero aun así logre tomar la espada entre mis manos y correr hasta donde se encontraba Leal, cortando parte de la liana con fuerza, Leal cayó al suelo y corrió hacia mí.
— ¿Estás bien Leal, estas herido? —. hizo la pregunta mirando hacia el final del punte —. Debemos correr al otro extremo del puente, al parecer las lianas no tocan las sombras que produce el castillo.
— Es verdad Daniel, fue una gran observación, debemos llegar al otro extremo —. grito con furia.
Juas… juas… juas…
Las espadas sonaban cada vez más fuertes con cada golpe que dábamos a las grandes lianas o enredaderas que seguían atacándonos y deteniendo nuestro avanzar al otro extremo del puente.
Cuando ya habíamos pasado la mitad del puente, las lianas desparecieron por debajo del puente, pero un gran estruendo y un leve temblor del puente, observamos un gigante que salía caminando, sus grandes manos apenas eran el comienzo de las lianas que nos habían atacado. Aquel gigante gruño de forma aterradora, no era alguien con buenas intenciones.
— Oh, oh, debemos correr, correeeee —. Karth estaba corriendo hasta el otro extremo del puente.
— Leal, fiuuufiuuu, ven acá amigo, debes venir no tengas miedo —. llamaba a Leal quien estaba encorvado y asustado.
Leal tenía miedo, sus ojos asustados y el temblar de sus patas lo delataban, era algo mucho más grande y aterrador, no era como los gigantes de hielo o el guardián del puente, este gigante no hablaba y en sus ojos solo se observaba ira y miedo.
Mire alrededor, el gran felino había desaparecido y parte del puente comenzó a desvanecerse, todo estaba cambiando, como una gran magia que se expande descontroladamente entre los dedos de un mago, Leal comenzó a correr asustado hacia mí, comenzó a jalarme de mi pantalón y junto con él, comenzamos a huir del gigante que alzo su mano hasta lo más alto que podía y la abalanzo contra el puente, en un gran salto llegamos al borde de final del puente, un gran estruendo se escuchó, y las piedras comenzaban a caer, el puente estaba despareciendo entre polvo y escombros, Karth comenzó a jalarme de ambos brazos mientras Leal me tomaba del cuello de la camiseta, me había salvado por milímetros al caer al vacío, el monstruo aún seguía parado frente a su destrucción, sus ojos parecían admirar lo que había hecho, en un cambio repentino el gigante nos halló sentados arrimados a una roca, este no dudo en agitar de nuevo su mano en forma de ataque, Karth se quedó perplejo ante el moviendo rápido, mi primera reacción fue cerrar los ojos a la espera del golpe, pero no escuchamos nada, al abrir los ojos, la manos del gigante yacía suspendía frente a la sombra que producía el castillo, el monstruo temía a la sombra que proyectaba, al notar que no podía atacarnos comenzó a caminar hasta el abismo, despareciendo entre la nube de polvo que aún se podía observar entre el vacío.
— Están todos bien — pregunto karth —. rayos, perdí mi espada al momento de correr.