—No... Caquita, dámelo
¡Wauf!
—No, no. Silencio, o se van a dar cuenta de que te tengo aquí metido
Rendido baja su cabeza soltando mi sostén—O lo que queda de el—y colocándolo en el piso. No sé cómo logró abrir el gabetero, solo sé que entré y encontré toda mi ropa interior desparramada en el suelo.
Cuando voy a echar el desgarrado y sucio trapo al safacón, My Oh My suena en mi teléfono avisando una llamada entrante. ¿Quién puede estar llamándome?, A mi nadie me llama excepto el señor Wilson para desearme buen día. Lo dejo que suene un rato mientras voy y me deshago del asunto aquél.
Listo.
—Si, ¿Hola?—Sostengo el pequeño celular contra mi oído derecho.
—¿Hazel?, Soy yo, Sean.
—¿Sean?, ¿Cómo tienes mi...?
—Te lo pedí cuando estábamos saliendo de la enfermería ayer en la escuela, ¿recuerdas?—Dice con tono obvio.
—Cierto, lo siento. Soy media olvidadiza—Sonrío nerviosa.
—No importa
—¿Y... qué querías?
—¿Tienes algo que hacer el jueves?
Su tono de voz es un poco nervioso, apuesto a que me pedirá algún favor.
—No Sean, no voy a ayudarte a esconder un cadáver
Como si él pudiera verme niego con horror.
—¿Qué...?, Nono—Sus labios sueltan un "Pfff" luego ríe.
Wepa, que ríe bonito el
desgraciado.
—¿Entonces?—Me tiro de espaldas a la cama.
—Esque....mis padres junto con mis tíos saldrán de gala ese día, por lo que tendré que quedarme a cuidar a mis primos y...
—Quieres que te ayude a hacer de niñera.
Silencio por parte de Sean.
—No...bueno sí, si—Suelta un ondo suspiro—No te voy a mentir Haz, son unos diablillos. La última vez que tuve que cuidarlos tuve que ir con gorra a la escuela por un año
Al otro lado de la línea telefónica se escucha el sonido de una puerta abrirse y la voz de una señora gritar "—¡Robert!,¿¡Has visto mis pares de zapatos nuevos!?"
—¡No mamá!—Grita Sean—Haz
—¿Si?
—¿Está bien si hablamos después?, parece que el perro de papá tomó los zapatos de mamá otra vez—Bosteza—Lo que significa que nadie se irá a dormir hoy sin encontrar esas zapatillas
Al otro lado del teléfono puedo escuchar las voces del señor y la señora Reynolds.
—Ese Fatal, Pero que no se apure. Que un día más en esta casa no...—Mientras su madre sigue despotricando contra el pobre canino, Sean carraspea—Bueno Haz, ahora si te dejo.
Río leve—Está bien, Robert, más vale que ayudes a buscar esas
zapatillas ya
—Lo dices y no lo sabes—Se queja y debo decir que ese sonidito no sonó para nada masculino.
—Buenas noches Rob
—Adiós, buenas noches Haz—
Cuelga.
Mi teléfono pide darle carga y si no quiero que me coja mañas al encenderlo será mejor que lo haga ya. Lo dejo cargando a un lado de mi mesita de noche.
Uf, estoy que no aguanto, creo que estoy lista para ir a dormir. Tal vez esta vez sueñe con el chico rubio de ojos grises de la otra vez...o puede que también sueñe con animales gigantes que me persiguen.
Increíble, ni en mis sueños puedo ser normal.
Cuando me decido a cepillar mi castaño y enrredado pelo, la puerta de mi cuarto es abierta asomándose po ella, adivinen quien, Sophie.
¿No le enseñaron a tocar?
Su larga cabellera de fuego ondea como si llevara ventilador con ella, y sus definidos y brillantes bucles aparecen estar dándote una bofetada con todo su luminiscencia.
Su molesta voz resuena por las paredes de la habitación. Fuerte, estruendosa e intimidante.
—Oye, la cena ya está lista y mi tío dice que no cenaremos hasta que vayas—Sus ojos giran con fastidio.
—Tengo hambre, así que muévete
Sin esperar mi respuesta se aleja, o eso creí, porque su pelirroja cabellera se hace visible
de nuevo.
—Otra cosa
Sus ojos meticuloso se toman su tiempo para inspeccionar mi habitación, buscando lo que no se le ha perdido.
—¿Qué?
Sus ojos se agrandan y me fulminan al instante. Supongo no se esperaba que le respondiera de forma tajante, quizás me arrepienta luego, pero ahora mismo estoy muy cansada y hambrienta, quiero dormir.
—No olvides lo de la última vez Hazel
Los recuerdos vienen a mi mente repitiéndose como si de escenas de una película se tratase. Trago grueso, Sophie todavía está ahí parada, sonriendo satisfecha.
Por favor vete ya, que se vaya.
—Te decía... que deberías limpiar esta...pocilga que llamas habitación—Carajo, olvidé limpiar el reguero que hizo el perro.—Uigh, hasta me voy—Tapa su nariz.—Huele a mierda aquí.
Cierra la puerta tras su marcha, escucho sus tacones resonar por el pasillo.
Suspiro aliviada.
Recogeré todo esto cuando vuelva del comedor. No quiero hacerlos esperar más.