Una Baash Entre Nosotros

18.Hasta que ella llegó...

 

Una, dos veces suena el timbre de llamada cuando Robert contesta.

—¡Pero señorita!—Responde con asombro fingido.—Se ha acordado de los pobres—Dice en tono dramático, lo que me hace resoplar y reír.

—Ay, no seas dramático. Pero sí, sinceramente olvidé llamar—Le explico.—Lo siento—Me disculpo apenada.—Han pasado tantas cosas extrañas para mí...

—¿Extrañas?, explícame eso, porque yo no capisco—No puedo verle, obviamente. Pero sé que Ahora mismo debe tener la frente arrugada como una pasa.

Pasas... ahora quiero comer pasas. Si, una ensalada de frutas con pasas. Mi estómago gruñe, tengo hambre...

—¿¡Hazel!?—La voz de Robert resuena con exclamación e interrogativa a la vez. Creo que me he quedado sin mi tímpano derecho.

Hago una mueca horrorosa y aparto el teléfono de mi oreja por unos segundos y lo vuelvo a acercar con un poco de miedo, a decir verdad.

—Sigo aquí, gracias por dejarme sorda de un lado Sean— Si tan solo pudieran escuchar el "Piiiiii" que siento en mi oreja derecha ahora mismo.

—Perdón, te quedaste como ida por un minuto, hasta llegaste a susurrar "pasas... hambre... delicioso... Robert es sexy"—Dice con voz muy chillona. Cabe recalcar que yo no hablo así y lo último tampoco lo dije.

Frunzo el ceño.

—Yo no hablo así. Y tampoco dije que eres sexy—Río.—en un 100% de que tan sexy eres... Te doy un 00.1%—Digo muy convencida.

Cuando en realidad en mi mente le doy un 99.9%. Pero Ssht, Él no tiene porqué saberlo.

Le escucho jadear indignado.

—¿Tan feo soy para tí?, claro. Por eso no me llamaste en todo el día, viste un chico más lindo que yo, algo muy difícil y poco probable que pase, y decidiste no llamarme por que de repente te parezco feo—Finge sollozar, hasta sorbiendo mocos y todo.

Siseo con una risita.

—Ya, bueno, basta de ridículez.—Dice dando por culminada su actuación.—Y dime, ¿porqué dices que raro?.

Al otro lado de la línea se escuchan risas de niños.

Tomo una gran bocanada de aire para empezar a contarle a Rob sobre la amistosa Sasha y que para suerte mía Sophie me ha ignorado todo el día hasta ahora.

—Verás... no sé si conoces a Sasha, la hermana de Sara. Como ella no vá a la misma escuela que nosotros...

Rob lo piensa por unos segundos.

—Creo que si la he visto... Si—Dice más seguro.—La conocí en una de las fiestas de Calum, solo nos llegamos a decir un “Hola" y ya. Creo que había ido a buscar a su hermana.

Mis piernas piden un descanso, llevo más de una hora dando patas. Miro a mi alrededor a ver si encuentro lugar donde sentarme. Nada. Todos los sofás y cualquier otra cosa donde se pueda posar un trasero están ocupadas.

—Hazel, ¿sigues ahí?—Escucho a Rob preguntar. Da la sensación de que han subido mucho más el volumen de la música.

—Si... estaba buscando donde sentarme—Hablo un poco más fuerte. Aunque sé que él me escucha perfectamente.

Pero yo no a él.

—Ah... eno... ¿...nce?

¿Ah?

—Disculpa Rob. No te escucho nada—Grito al teléfono.—¿Podrías repetir lo que dijiste pero más fuerte?—Grito al micrófono una vez más y coloco el teléfono en mi oreja otra vez.

Pero no se escucha ni pío del otro lado.

—¿Rob?

En cambio me responde el sonidito ese odioso que hace mi teléfono cuando se descarga.

—Agh, nooo, ¡vive!—Sacudo el teléfono entre mis dos manos. Debo parecer una loca gritándole al celular entre toda esta gente.—Tienes que vivir...—Susurro con pesar.

Pero ahora mismo mi parte racional parece importarle muy poco.

Y no traje cargador...

Abandonada por mi teléfono en medio de una sala abarrotada de gente sudorosa, con hambre y piernas casi entumecidas... Juré escuchar un coro de ángeles cuando la voz de Sasha llamarme llegó a mis oídos.

—¡Hazeeel!—Viene con Jaiden del brazo y se acerca hasta mi.—Jaiden y yo te estuvimos buscando por toda la casa. Íbamos al jardín también, pero por fin te encontramos.

El pelinegro asiente corroborando las palabras de Sasha.

—Cierto—Agrega.

Sash arruga el entrecejo.

—¿Porqué estás aquí sola?, ¿no se supone que te dejamos con Alek?—Pregunta con tono acusador. No necesito adivinar para saber que no es dirigido a mí, sino al Rubio no presente.

Me balanceo.

—En efecto—Hago una mueca que pretendía ser una sonrisa despreocupada. Pretendía.

Sasha rueda los ojos como si ya supiera el porqué no estoy con quien me vió la última vez.

—Déjame adivinar...—Pone sus brazos en jarra.—Se apareció la petiseca de mi hermana y él como mosca a la mierda fue detrás de ella.—Dice con mofa hacia ellos.

Miro para otro lado, lo que da confirmación a Sasha.

—Descuida. Siempre es así, aveces llevamos meses sin vernos los cuatro. Mitch, Sasha, él y yo. Cuando por fin nos podemos reunir, resulta que Alek viene por Sara y no por nosotros...—Se rasca la nuca con sonrisa torcida en sus labios.—Pero bueno, al menos podemos verle por unos minutos. Es eso o nada—Termina con encogimiento de hombro.

No sé porqué siento esas extrañas pullitas en mi interior cuando me imagino a Sara y Aleksandre juntos. Como cuándo estábamos charlando muy amenamente en la banca, hasta que ella llegó...

—Ya... Si. No tienen porqué darme explicación o... no importa. Alek puede hacer lo que quiera, ¿no?—Al sonreír me tiemblan los labios.

«Al igual que mis tripas» tengo hambre.

No sé porqué me siento tan nerviosa...

—Bueno, es que... Como ustedes eran amigos de pequeños y se volvieron a encontrar...

Ambos me miran fijamente como si esperaran alguna reacción en mí. Pero claro que no hay ninguno... Bueno... Excepto el enorme sonrojo que cubre más allá mi mejilla.

—Si...

Es lo único que digo. Ambos pestañean a la vez como si salieran de un trance.

—En fin—Sash con una gran sonrisa entrelaza su brazo con el mío.—No comiste nada desde esta tarde, me imagino debes tener hambre.—Asiento frenéticamente.




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