Lorian POV
—Celine, quiero que canceles todas mis reuniones para hoy —comunico a mi provisional asistenta antes de encerrarme de nuevo a mi despacho.
Suspiro cerrando los ojos mientras dejo chaqueta de lino reposar en mi sillón movible.
Estoy nervioso. A decir la verdad, lo estoy demasiado.
Hoy más tarde me volveré a encontrarme con ella después de casi once años.
¿Quién ella se estará preguntando? Pues con mi Daisy. Mi primer y único amor. La última vez que la vi fue antes de mi abandono.
A pesar de todo, sigo aún amándola como la amé el primer día que la conocí.
No la culpo si ahora me odia a muerte. Si yo también me odio por haber sido un maldito cobarde en mi juventud. Tomé todo el cariño y el amor que me dio mi pequeña Daisy para luego tirarlo por la borda, dejándola sola en un momento trágico de su vida.
Y después de tantos años en un silencio anónimo, lo primero que hago ha sido criticar su trabajo cuando en realidad estoy orgulloso de ella.
Mi pequeña flor lo ha logrado sin la necesidad de mi ayuda.
Siempre quise ayudarla pero nunca cumplí esa promesa, como todas que le había prometido durante nuestra relación.
Pero por eso quiero reescribir nuestra relación.
Sabía que me estaba arriesgando con este plan pero lo tenía que hacer. Quería verla de nuevo, tenerla enfrente mía después de años y años de soledad.
Armado de voluntad, después de pensarlo muy bien, decidí subir esa crítica en ese periódico. Sabía con seguridad que en cuanto lo viera, vendría por mi.
Si no hubiese hecho eso y le hubiera hablado así sin más, ella habría sido más que capaz de mandarme a volar por un buen rato.
Con los ojos cerrados, sacudo ligeramente la cabeza, apretando mis dientes con furia. Aún sigo estando confuso por mi actitud del pasado. ¿Por qué jamás le confesé la verdad? Me escapé de ella cuando lo único que había deseado en mi vida era estar entre sus cálidos brazos.
Tal vez me alejé de lo buena porque en ese entonces no había sido más que un inmaduro joven rico que no pensaba en nadie más que él.
Pero todo eso ha cambiado ahora. Soy todo un hombre y como todo un verdadero hombre, lucharé por ella y no descansaré hasta recuperarla.
Pero antes de eso me encargaré de no molestarla. No quiero acosarla. Quiero tener poco a poco su confianza de nuevo hasta que consiga abrirme de nuevo su corazón. Esta vez, no seré ese capullo que fui.
Vuelvo a suspirar con resignación. ¡Odio a muerte lo que hice!
Intento concentrarme en el documento que tengo entre mis manos. Es sobre elaborar un trabajo de suma importancia que desgraciadamente solo yo puedo hacerlo.
Estoy tan ansioso que no puedo fijarme atentamente en los detalles del contenido.
Dejo el bolígrafo de tinta —muy moderno soy yo. Nótense la ironía—.
No puedo trabajar con esta ansiedad atormentándome.
Sin meditar mis acciones, vuelvo a mirar de nuevo a mi reloj caro que tengo puesto en la muñeca.
Falta menos de una hora para la gran cita y el tiempo cada vez va más lento.
Seguramente eso es mi percepción. Me encuentro tan inquieto que ya no puedo aguantar más.
Lo mejor que tengo que hacer ahora es irme antes de la hora acordado. Prefiero esperarla en la cafetería donde nos habíamos decidido encontrarnos.
Una sonrisa aflora en mis labios al pensar de nuevo en el mensaje que me ha enviado. Frío y impersonal. Tal como había sido ella en su tiempo. Sobre todo cuando la conocí por primera vez. Ella era todo lo contrario a todas esas chicas que habitaron en mi vida. Éstas siempre intentaban conquistarme aunque en el fondo me incomodaba sentirme como un trozo de pan para esas.
Me sentí libre cuando Daisy no se había quedado cautivado por mi riqueza.
Era más bien, le había importado una mierda que fuera rico o no.
Sentía una atracción tan fuerte hacia ella cuando intercambiamos nuestras primeras palabras.
Cuánto más la conocía, más me enamoraba de su personalidad entre frialdad y ternura.
Pero más tarde me di cuenta de la realidad. Su actitud gélida no era más que una farsa. Varias capas de máscara para protegerse del peligro.
Daisy es más que una dama fría y sería…¡No tengo las suficientes palabras para describir lo maravillosa y magnífica que es!
Cuando abro la puerta de mi despacho, preparado para salir y para enfrentarme al destino, hallo a mi secretaria.
Más bien, una temporal. Haciendo una de sus torpezas. Desde que Reneé, mi asistenta personal se había dado de baja por maternidad. La vida en la oficina es todo un circo.
Nunca he conocido alguien tan torpe como Celine. Pero no le voy a despedir.
Oh no. Ella me cae bien.
Además, ignorando su torpeza, ella es muy inteligente y eficente con su trabajo. Me encanta su lado risueño y alegre. Hay personas que toman la vida con alegría. Cada vez que trabajo a su lado, me transmite una sensación de cariño. Quiero cuidarla como una hermana pequeña.