Daisy POV
Después probar en silencio el dulce que me ha traído Lorian, Cierro los ojos, degustando el rico sabor del macaron de chocolate. Un típico dulce francés. La textura es suave a la vez que crujiente. La cuál te deja con ganas de probar más y más.
Confirmado, acabo de enamorarme profundamente del macaron. Ahora me quiero llevar un millón de estos a la vuelta de mi casa.
Al abrir los ojos, pillo a Lorian mirándome con esa sonrisa que tanto le caracteriza, mostrando un diminuto hoyuelo en su mejilla derecha.
Trago saliva, intranquila. Los latidos de mi corazón están cada vez más fuertes, más ruidosos.
No me gusta la mirada que me está dedicando. Hace que regrese al pasado y eso es lo último que quiero hacer.
En ese instante, pienso que ahora mismo es el momento ideal de hablar con él y volver a Estados Unidos con todo el pasado borrado.
—Esto...—aclaro la garganta con un ligero carraspeo—, ¿Por qué lo has hecho?
—¿Hacer el qué? —pregunta Lorian sin tener la menor idea de que le estoy hablando.
¿O de verdad no lo sabe o está fingiendo? Espero que sea la primera opción para su bien.
—No te hagas el tonto conmigo —gruño sin poder evitarlo—, ¿Por qué después de tanto tiempo decidiste comunicarte conmigo? Creo que ya se porque me hiciste esa maldita crítica. ¿No? Querías llamar de nuevo mi atención y joderme, ¿verdad?
Como la diosa de la inteligencia que soy, he sido capa de atar los cabos sueltos.
—Pero te advierto que estás perdiendo el tiempo. Ya no soy esa idiota y confiada chica del pasado. Ahora soy toda una mujer segura. ¿Sabes qué? Prefiero mil veces estar en un manicomio que volver a estar contigo.
Dejo de hablar unos momentos para respirar profundamente, calmando mi agitada respiración.
—Tú me has hecho demasiado daño. Tomaste lo que te ofrecí y luego lo tiraste a la basura. Pero lo verdadero duro fue lo que pasó después...
Me interrumpo antes que mi boca confiese el secreto que llevo toda una eternidad guardando. Nadie lo sabe. Ni siquiera mi hermana, que es considerada como mi mejor amiga.
—¿Qué fue lo que pasó después, Daisy? —pregunta Lorian mirándome preocupado.
—Yo...—tartamudeo—, Da igual —me encojo de hombros—, Me enseñaste una valiosa lección y te lo agradezco. Pero no quiero verte más, ¿sí? No podemos ser amigos si eso era la sugerencia que me querías hacer. No puedo ni quiero mantener el contacto contigo.
»»Recordar nuestro pasado es malo para nosotros. Tenemos que superarlo y para ello, debemos alejarnos del uno al otro para siempre. Por favor, te lo suplico. He trabajado demasiado para llegar donde estoy y estoy aquí solo para decirte que debes olvidarme. Por favor, haz como si nuestra historia jamás hubiera existido —susurro lo último, poniéndome de pie—, Y antes de irme, ¡gracias por la comida! —agradezco con una falsa cortesía, huyendo lo más lejos de allí.
—¡No! —niega ligeramente mientras corre hacia mi dirección.
De repente siento sus manos sobre mi brazo, inmovilizándome.
—No puedo dejarte ir. Ya no más.
Al escuchar el tono de su voz frágil y abatido, he estado a punto de llorar.
Trago saliva al ver el deprimido rostro de Lorian tan cerca al mío. Siento un vuelco. No, no, no. Es imposible. No, de nuevo. ¿Por qué he venido? ¿Por qué lo he hecho? Tal vez, porque tenía las esperanzas de que no iba a sentir nada por él excepto asco pero en cuanto lo he visto de nuevo esas emociones de odio se han esfumado como espuma. Yo aún...¡Lo quiero! Quiero matarme en ese instante.
Estoy tan inmersa en mi mente como si estuviera viajando en un lapso de tiempo. Cada vez estoy más perdida. No me puedo creerlo. Después de tanto tiempo sin verse, lo primero que hago como la genio que soy —noten la ironía—, es enamorarme de nuevo del único hombre que me voy a amar en todo mi vida pero esta vez no dejaré que me haga daño.
Antes había sido una niña inmadura que a pesar de lo ocurrido con sus padres, siempre deseó hallar su alma gemela. Y cuando conocí a Lorian, pensé que lo había logrado pero después las desgracias vinieron, dejando como regalo una cicatriz por toda una eternidad.
¿Por qué el ser humano es masoquista? Pienso decaída.
Tengo que marcharme de este sitio lo más rápido que pueden pero mis piernas no se quieren mover.
Tal vez porque soy estúpidamente buena persona pero quiero ayudarlo. Borrar esa expresión triste de su rostro. No sé que necesita de mí pero lo ayudaría.
Cuando termine mi ayuda, sería nuestro adiós definitivo aunque siempre lo tendré guardado en mi corazón.
—¿Por qué? ¿Por qué no puedes dejarme ir?
—Cásate conmigo —propone—, No será un matrimonio de amor, será uno de convivencia pero prometo hacerte feliz.
Si antes había querido ayudarle, ahora es imposible. ¿Matrimonio? ¿Acaso se ha vuelto loco? Me habla después tanto tiempo y todo por tontería. ¡Maldición! La próxima le haré más caso a mi hermana y así dejaré de ser tan impulsiva.