Una Carta a Cupido

VIII

Ya es hora del almuerzo y por primera vez tengo hambre, porque no desayuné. ¡Sí, tenía hambre! Me comí casi todo el banquete que pusieron en la mesa; Chris solo se reía y luego yo también reí.Ya es hora del almuerzo y por primera vez tengo hambre, porque no desayuné. ¡Sí, tenía hambre! Me comí casi todo el banquete que pusieron en la mesa; Chris solo se reía y luego yo también reí.

Pasaron varios días, mejor dicho semanas, y poco a poco iba superando la muerte de Adam; me sentía cada vez mejor, y quería compartir con Chris.

Nancy: Chris, no sabes qué bien me siento. Me siento viva por dentro; aunque Adam no está a mi lado, estará en mi corazón.

Chris: Me alegra escucharte hablar así.

Nancy: Sabes, hasta volvió mi apetito; es más, últimamente he comido demasiado, supongo que volvió mi ansiedad.

Chris: Nancy, tengo que decirte algo.

Esas palabras me preocupan, pero veo en Chris una alegría que desborda tranquilidad, así que no creo que sea nada malo.

 

Chris: Cuando sufriste el desmayo, el doctor te hizo varios exámenes porque después presentaste un cuadro depresivo, por lo que me pidió que te cuidara muy bien. Lo que tienes no es culpa de la ansiedad; las migrañas que te daban era cansancio, y resulta que un examen de sangre que te hicieron pues dice… que estás embarazada.

¡Pausa! Me congelé, me perdí por un momento en una laguna mental, y reaccioné mientras Chris me enseñaba el examen donde decía: “Positivo”.

Nancy: ¡Wow! Esa noticia me paralizó. Por eso llorabas en el hospital, esos papeles eran mis exámenes y por eso evitaste que me hiciera daño aquella noche. ¿Por qué no me di cuenta?

Chris: Porque estabas afectada por la muerte de Adam; no quisiste ver lo que pasaba.

Nancy: ¡Voy a ser mamá! ¡Un hijo de Adam!

¡No podía creerlo! El fruto de nuestro amor está creciendo dentro de mí, y yo queriendo quitarme la vida cuando alguien quiere vivir. No podía dejar de sonreír y comencé a llorar de felicidad; nunca pensé que volvería a sonreír. Entonces sonó el teléfono de Chris y, cuando iba a contestar, se lo arrebaté de las manos.

Chris: ¡Oye!

Nancy: Lo siento Chris, pero esta noticia hay que celebrarla.

Chris: Pero… era una llamada importante.

Nancy: Un día me dijiste que la familia es lo más importante.

Chris: Un golpe bajo Nancy Balt y te entiendo, pero es que… mira, estoy saliendo con alguien y me interesa muchísimo, solo… déjame decirle que lo llamaré luego, ¿sí?

 

¡Okay! ¿Christine Balt tiene novio? ¡Oh Dios! Otra noticia buena, me alegra que haya encontrado a alguien que la quiere como se lo merece.

Chris: Listo. ¿Qué vamos a celebrar?

¿Es en serio? Pongo una cara seria.

Chris: Estoy bromeando primita.

Yo pensaba que Chris…

Nancy: Chris, ¿qué haces?

Chris: Vamos a celebrar ¿no?

Nancy: Sí, pero, ¿para qué traes esos jarrones?

No es broma Chris sacó unos jarrones porque no parecían copas.

Chris: Eres graciosa Nancy, pero no son jarrones, son copas anchas y largas.

Sí me di cuenta; no sabía que existía ese tipo de copas y, ¿cómo hacen para beber? ¿No se cae de lado la bebida? En fin, ese no es el asunto, así que Chris sacó champaña. Pero descuiden, ella se tomó la botella y yo el jugo de frutas. Para terminar la celebración, comencé mi interrogatorio criminal a Chris:

Nancy: Así que Chris, dime: ¿quién es el desafortunado, perdón quise decir el afortunado, con quien sales?

Chris: ¡Ehm! Es el doctor que te atendió, se llama Marvin Doyle.

Nancy: ¿Estuve casi dos semanas semimuerta, mientras tú coqueteabas con el doctor?

Chris: ¡Mmm! Algo así.

Nancy: ¡Sí que no tienes pudor!

Chris: Prima, si solo fueron dos o tres días que hable con él… aunque creo que sí fueron las dos semanas.

Nancy: ¡Sí, claro! ¿Y cuándo lo conoceré?

Chris: Ya lo conoces, es el doctor que te atendió.

Nancy: Tienes razón, ya lo recordé.

Chris: Y yo que pensé… te pareces a mí.

Nancy: ¡No! Quiero decir sí, nos parecemos en algo.

¡Pero no en todo, gracias a Dios! Tras una larga conversación fui a descansar, pero antes le escribí a Valentín.

 

Valentín,

Mi mayor deseo fue morir por sentirme culpable, sola, vacía e inútil, pero no sabía lo que pasaba dentro de mí. Cuando más necesité de una compañía, de una esperanza, de una oportunidad, la tenía demasiado cerca que no logré percibirlo. Mi bebé es un regalo de Dios; escuchó mis pensamientos y sintió mi sufrimiento. Nunca le he dicho esto a nadie, pero antes no tenía la creencia de que Dios estaba con nosotros siempre; no tenía esa fe. Creo que lo que me dijiste en un mensaje es cierto; sobrestimé el amor de Adam y me jacté del poder de Dios. No sabes cuánto me arrepiento de lo que dije y espero que Dios me perdone algún día.



#45553 en Novela romántica

En el texto hay: amor

Editado: 02.04.2018

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