Lo que yo temía, no me hice entender.
Bueno, lisa, sé que te estoy exigiendo mucho. Necesitas vivir las cosas. Mis advertencias no te van a servir para nada, que no sea confundirte más.
Leer da fastidio, y más si son sermones.
Vivir es más divertido, no lo niego. Pero yo quería enseñarte a defenderte, defender tu honra, tu dignidad y, de ser posible, tu alma. Que no venga un hombre araña con su linda sonrisa y labia seductora a querer devorar tu sabrosa alma.
Del modo como devoraron la mía.
Los hombres araña existen, lisa. Existen en la vida real, pero no son héroes, aunque al principio lo parezcan.
Son simuladores, hipócritas y traicioneros.
¿Cómo lo reconoces? Primero, insistirá en entrar a tu vida. Fingirá interés y mentirá para conseguir lo que quiere. Es caprichoso, egocéntrico y quiere que gires en torno a él. En su Facebook publica cosas como “¿Con cuántos puntos me quieren?” y quiere que sus 894 contactos le contesten con mil puntos.
¿Esas son acaso tus características, lisa? ¿O acaso lo que quisieras?
No está fácil comunicarnos, lisa.