Una Ecuatoriana en Alemania

Capítulo 3

Termino mi desayuno. Voy al cuarto y agarro mi abrigo, mis guantes y mi gorro.

No pienso desempacar. En tres meses tengo que estar en Múnich y no quiero volver a hacer el ese proceso… aquí no está mi hermano para que me ayude.

Agarro mi bolso, guardo mi celular y las llaves.

Vine aquí para conocer Alemania y eso voy hacer.

..

¡La cuidad es increíble! Si no fuera por el frio, fuera mucho mejor.

Tomo algunas fotos a; monumentos, paisaje a todo lo que me llame la atención.

Compro algunos recuerdos para la familia y dulces tradicionales de Heidelberg.

Aún estoy cansada, pues no me acostumbro al cambio de horario.

Entro a un restaurante y almuerzo. Quiero probar cada cosa que hace único a este maravilloso país.

Miro el mapa, alzo la mirada y miro a los lados… estoy perdida.

A lo que salí del restaurante, comencé a caminar sin rumbo. Nunca pensé que me perdería. Pero al final, lo hice.

La desesperación gana terreno. No puedo verme perdida… tengo que ser fuerza y tener que leer bien el mapa.

—Buenas tarde señorita ¿la puedo ayudar en algo?—me giro rápidamente.

Veo a un joven de unos veintiocho años. Llevo una gabardina azul.

—Eh…

En verdad no sé si decirle que estoy perdida ¿Y Si es un secuestrador?

—Por sus rasgo veo que usted no es de por aquí—el joven tiene el cabello castaño claro, con la luz del sol se ve rubio. Sus ojos azules, su piel es blanca.

Rio. Trato de tranquilizarme.

—Para decir la verdad sí, no soy de aquí. Soy ecuatoriana, vengo de vista. Para ser sincera estoy perdida.

La última frase la digo en susurro.

Él joven se acerca unos pasos hacia mí. Separo un poco las piernas, por si me toca pegar la carrera de mi vida.

—Soy Jake Heinrich, vengo del centro de Heidelberg. Tranquila no quiero hacer nada malo, solo ayudarte. La mayoría de los visitantes se pierde por causa de la nieve—dice el joven estirando la mano. La acepto.

—Maia Plaza. Disculpa si pienso mal… pero en esto tiempo no se puede confiar y peor si estas en otro país—rio suavemente. Él también lo hace y me suelta el apretón.

—Tranquila, te comprendo muy bien. Dime ¿Dónde te puedo llevar?

Le enseño donde Gerda encerró con un círculo el lugar donde queda el condominio.

Jake, me dice que eso queda al sur, al otro lado y se ofrece a llevarme.

A pocos pasos se encuentra su auto. Un BMW serie 1 color azul.

Me cuenta que estaba visitando a su mejor amiga, que vive por este sector.

En el transcurso de viaje, me cuanta detalle de su ciudad natal, también donde puedo encontrar la mejor Mett. Es una especie de carpaccio de carne de cerdo molida, condimentado con pimienta negra y servida con rodajas de cebolla.

—Se escucha muy apetitosa—digo mirándolo.

Él sonríe. Ahora que caigo en cuenta, tiene una bonita sonrisa.

—Si deseas, puedo llevarte a comer mañana… claro si deseas—sonrió.

—Por supuesto que sí. Vine para conocer la cultura alemana.

—Y qué mejor que un alemán de confianza te la muestre—reímos.

Me siento en confianza hablando con él.

El auto se detiene en frente del condominio.

—Gracias por haberme ayudado, creo que si no aparecías aun estuviera dando vueltas—ruedo los ojos.

—Entonces me puedes llamar tu salvador—reímos.

Nos quedamos mirando por algunos segundos. Corto la conexión y miro al edificio.

—Otra vez, en verdad no sé cómo agradecerte tu gran ayuda—digo tímidamente.

—Solo me lo puedes pagar, aceptando la invitación de tu nuevo guía turístico—dice con orgullo. Rio.

—Sería fantástico, en verdad no quiero volverme a perder—rio.

Cómo que estas riéndote mucho… ¡se ve estúpido!

Intercambiamos números y me despido de Jake. Entro al condominio.

Le cuento a Gerda lo que me sucedió y lo que respondió fue “Al parecer cautivaste a un alemán” lo dice con una sonrisa picarona.

Al llegar la noche y le cuento como fue mi día a mi mamá (claro excluyendo de  que me perdí y que llego un héroe al rescate, sé muy bien cuál es la repuesta)

Me cambio de ropa y me llega un mensaje.

Veo que es de Jake.

Que te parece si paso por ti al medio día, te invito a comer y después te llevo a conocer mi hermosa cuidad”

Sonrió.

Uh esas sonrisas no son buenas.

Me tranquilizo y respondo.

“Me encanta la idea”

Pienso poner algo más, pero se leería como si estuviera desesperada por que él. Y nadie quiere eso ¿Verdad?

Envió el mensaje y salgo del apartamento para ir donde Gerda.

— ¡Ecuador! De tan lejos haz venido—dice Jake.

Le dio un sorbo a mi Coca—Cola. Estamos en un restauren muy popular en Heidelberg.

—Sí. Siempre me ha gustado viajar, y para comenzar esta travesía seleccione este continente. Mi abuelo cuando era joven, viajo a este país. Aquí se quedó años, después se fue a Paris y a Japón. En un viaje a Cuenca,  una provincia de mi país, conoció a mi abuela y como ellos dicen… fue amor a primera vista.

Nos reímos, le doy la última cuchara a mi comida y aparto el plato.

— ¿Así que quieres continuar lo que tu abuelo dejo en inconcluso?—me pregunta. Él le da un sorbo a su te.

¿Por qué te? Lo mejor es la cola.

—Más o menos. Pero tampoco puedo estar lejos de mi país y de mi familia. Cada uno tiene que buscar su destino, y al mismo tampoco tienen que alejarse de los seres queridos.

— ¿Es como tu credo?

—Sí, algo así—alzo los hombros.

— ¿Te has acostumbrado a este frio?—él pone los brazos en la mesa.

— ¡No! Aquí es horrible—escucho como él se ríe—vivo en un país donde la mayor parte del tiempo hace calor y mucha humedad. Solo cuando vas a la sierra hace frio, pero esto no es nada comparado. Aquí el frio te mata.

—Una vez que te acostumbra, ya pasa. Me ni digas nada, en temporada de calor aquí te horna—nos reímos.



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En el texto hay: alemania, amor, ecuador

Editado: 10.08.2019

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