Por la expresión en su rostro me di cuenta de que estaba igual de mortificado que yo.
Quien iba a decir que lo que había pasado en la noche de ayer podría llegar a cambiar para siempre el rumbo de nuestras vidas.
Se suponía que yo vendría a esta editorial para cumplir mi sueño. Había conseguido un empleo en el lugar que siempre había soñado estar, alquilaba un hermoso piso junto a mi prima quien siempre había estado a mi lado apoyándome y si hacia las cosas bien posiblemente dentro de poco tiempo sería yo a una de las tantas autoras a las que estarían celebrando aquí luego de publicar su libro sin embargo todo esto se veía ensombrecido por el simple hecho de haberme acostado con mi jefe.
— ¿Qué haces tú aquí?— no demoró en preguntar Dalton con cara de pocos amigos.
— ¿No crees que la respuesta es un poco obvia?—respondí de la misma manera sin intentar siquiera sonar simpática o educada— No es que andaba de paseo por la ciudad y decidí entrar aquí para ver que había dentro de este gigantesco edificio—llevé una mano a mi cintura y traté lucir intimidante.
A mi parecer habíamos cruzado varios limites la última vez que estuvimos juntos y no cambiaría nada ser un poco altanera. Después de todo él lo estaba haciendo conmigo y déjenme decirles una cosa, yo no permitiría que me tratase de la misma manera.
—Aun no respondes mi pregunta. Y respecto a lo que tu dijiste, puedo llegar fácilmente a esa conclusión, no es la primera vez que una joven linda como tú se aparece por aquí sin razón alguna—hizo una pausa y una grotesca sonrisa apareció en su rostro— Bueno, no por ninguna razón, cuando lo hacen es por algo—bajó la mirada y cuando la levantó pude ver algo de lujuria en sus ojos cuando los clavó en mí.
—Desagradable—die sacando la lengua fingiendo que su comentario me generaban nauseas— NO vengo por eso— remarqué haciendo énfasis en la palabra “no”— Solo vine hasta aquí para presentarme a mi primer día de trabajo—ondeé mi carpeta donde estaba todo el papeleo que me habían pedido que trajese— ¿Ves?
La desilusión apareció en su rostro y de repente ya no se veía tan animado como antes, de hecho lucía como un niño pequeño al que le habían quitado su juguete favorito.
—No estoy aquí para repetir lo que hicimos ayer, no vine en busca de un segundo round, para ser honesta y apegándome al lema de tu empresa, voy a decirte la verdad y nada más que la verdad—afirmé sentándome en la silla frente a él, incluso cuando no me lo había pedido—Solo hice eso porque quería olvidarme de mi ex quien consideró que acostarse con mi mejor amiga era una buena manera de vengarse de mi por haber descuidado nuestra relación.
Él se limitó a asentir y se colocó las gafas de lectura mientras tomaba la carpeta que le ofrecía.
—Veamos que tienes aquí—dijo leyendo atentamente a lo que estaba leyendo en las hojas— Al parecer terminaste la universidad siendo la primera de tu clase, los ensayos que presentaste sobresalieron por sobre los de tus compañeros e incluso ganaste un concurso con un cuento corto para niños— continuo leyendo—Eres capaz de leer a una velocidad increíblemente prometedora. Escribiste aquí que eres capaz de leer un libro en tan solo un día, lo que puede ser bastante beneficioso si quieres destacar aquí—se quitó las gafas y las dejó sobre su escritorio.
Cuando hacia eso daba la impresión de que pasaba de ser un tipo de su edad a ser uno que está en los mediados de sus 20 disfrutando de todas las cosas buenas de la vida, aunque la realidad era otra ya que estaba más cerca de los 40 que de los 30.
—Esa soy yo, productiva, dedicada y por sobre todo intensa con todo lo que esté relacionado a las cosas que amo.
Dalton se quedó mudo y me dio otra vez la misma mirada.
—De eso no me queda alguna duda, aún tengo cicatrices en mi espalda de ello y estoy casi seguro de que tendré que darle dinero al hotel donde me quedé para que puedan comprar un nuevo sofá—agregó con la arrogancia que lo caracterizaba.
Si esta era la forma en la que quería que fuesen las cosas pues bien, dos podían jugar a esto. Era consciente de que yo era quien tenía más que perder que él, había mucho en juego para mí. Tanto que podía perder si usaba bien mis cartas, y lo más desalentador de todo esto es que las suyas eran mucho más poderosas que las mías, al fin y al cabo yo solo era la nueva aquí y él era el jefe con el que había pasado la noche.
—Wow, supongo que tienes una memoria bastante vivida— mascullé entre dientes— Eso es bueno para ti en especial porque lo que ocurrió en esa habitación de hotel entre nosotros dos no se volverá a repetir, léeme los labios—levanté un dedo y los señalé— NUNCA—deletreé la palabra letra por letra para que le quedara bastante claro.
Dalton dejó la carpeta sobre su escritorio y ahuecó su rostro entre sus manos. Un gesto bastante juvenil para un hombre que lo tenía todo y manejaba un mega imperio.
— ¿Nunca escuchaste acaso la frase que decía “nunca digas nunca”?—inquirió socarrón— Porque conmigo aplica, ya que una vez que prueban de mi casi todas quieren volver a repetir. Soy como un plato gourmet de esos que le pides al camarero que le ruegas que continúe enviando a tu mesa porque jamás puedes saciarte de él—me guiñó un ojo.
No había tenido muchas entrevistas de trabajo, para ser exactas esta era la primera que tenía a nivel profesional y de momento no estaba yendo precisamente como yo quería, había tomado un giro retorcido e inesperado el cual me estaba volviendo loca.
—Veo que tu etapa de “galán y caballero” fue solo un show que montaste para meterme en la cama—me incliné en su dirección—Bravo!—exclamé aplaudiendo—Desarrollaste el papel de forma increíble, supongo que pasar tanto tiempo enterrado entre libros ha dado sus frutos. Pero déjame decirte una cosa, si crees que estas a la altura de los héroes literarios como Darcy o Romeo o incluso “La Bestia” lamentablemente tengo una mala noticia para ti. En tu vida podrás estar a su altura. Ellos tienen algo que tu no.