Una Nueva Princesa

Capítulo 8. Pequeña Mentirosa

Cuando regresé al castillo Esmeralda, fue Frederic quien les contó a mis Hermanas lo sucedido, claramente ninguna se quedó tranquila y empezaron a revisarme de pies a cabeza buscando alguna herida o moretón que necesitará atención médica. No me gusta que se preocupen tanto por mí pero en esos momentos no tenía la fuerza necesaria para quejarme, solo me deje cuidar durante lo que resto del día.

Cuando Helena me preguntó qué fue lo que sucedió exactamente y por qué fue que caí al agua, tuve que distorsionar un poco la realidad.

—Papá me subió al bote, me dijo que era una vista preciosa la que se apreciaba viajando sobre el lago. 

—Clarissa, no pudiste ser tan descuidada como para caerte de esa manera, tu no eres así. 

—Pero... Pero habían unas hadas y quería tocarlas. 

—¿Hadas? 

—Sí,  pero no podía alcanzarlas se encontraban bailando y mi mano resbaló, fue por eso que caí al agua. 

—Y, ¿El rey? ... – Su voz se volvió más seria.

—El trató de alcanzarme, pero Frederic ya estaba en el agua para poder rescatarme, no hay nada de lo que debas preocuparte— Le regale a Hena mi mejor sonrisa.

—Está bien— a pesar de sus palabras mi hermana no sonaba del todo convencida —Solo sea más cuidadosa, es más tiene prohibido volver a subirse a ese bote, ¿entendio?

—Si, entendido. 

—Tuve que haber estado ahí— Hena empezó a martirisarse —Ahm, trataré de hablar con él rey para que me permita cuidar de usted cada que se reúna con él, es más seguro así princesa— Se notaba que Hena estaba muy preocupada por mí, seguramente se siente culpable por lo que pasó a pesar de ni siquiera haber estado ahí.

—Si Hena esta ahí, nada me podría hacer daño— No puedo desaprovechar esta oportunidad, si Helana es quien me acompaña podría estar menos tensa cuando me encuentre con Aruon.

La verdad no me gusta tener que mentirle a Hena pero siento que si le hubiera dicho lo que en verdad pasó ella armaría todo un escándalo, todas mis hermanas son muy sobreprotectoras conmigo, temo que si se enteran de lo que pasó y como al rey no le importó verme ahogandome, traten de tomar cartas contra el, esto solo les traería problemas y como se dice, el rey no acepta ni tolera ninguna falta hacía su persona.

Tengo una semana para poder planear algo, tal vez el que haya caído al agua no fue tan malo, por lo menos sigo viva, sana y salva. Me ayudó a darme cuenta que el rey no es del todo un monstruo, si bien es una persona sin corazón, el no es la clase de demonio que asesina a sangre fría quiere decir que él no me mataría con sus propias manos. Pero si una oportunidad como la de hoy sucede, el no dudaría en abandonarme a mi suerte.

Esto me deja con una sola opción, acercarme a el, por muy frío que sea si se acostumbra a tenerme a su alrededor le será cada vez más difícil deshacerse de mí, empezará a dudar y como cualquier persona racional no tratara de matarme sin tener un buen motivo el cual nunca le daré, tal vez nunca me quiera como un padre a una hija, pero eso no me importa, solo quiero mantenerme con vida hasta que pueda ahorrar lo suficiente e irme de aquí y si es posible de este reino.

Teniendo todo decidido me levanto de mi cama y saco papel y tinta de mi escritorio para poder planear todo, prendo una lámpara de aceite y me siento en el suelo para poder escribir mejor. Actuar a ciegas es de idiotas y tal vez yo llegue a serlo en otra vida pero no en esta.

Empiezo a trazar un diagrama para acomodar todos los escenarios posibles.

—Bien mi punto de partida es el día en que lo conocí. 

Empiezo a dibujar varias ramas para escribir mis ideas. Una de las ramas ya está llena con lo sucedido en el lago, no tuve un buen comienzo pero puedo recuperarme.

Lo primero que debo decidir es como actuar frente a él. 

Hasta ahora sólo me he quedado callada y hago todo lo que él ordena, nunco lo veo a los ojos y siempre camino tras de él, hasta los perros hacen más que eso, así que debo cambiar mi actitud. 

—Si de un día para otro empiezo a hablarle tiernamente el notará que algo no está bien conmigo, pero tampoco puedo seguir viéndome temerosa en su presencia. 

Un cambio radical a mi actitud queda descartada, ¿Qué debería hacer?

—... Esto es más complicado de  lo que esperaba.

Me quedo pensando durante unos minutos, hasta que un nombre viene a mi mente.

—Frederic. 

Él me cae bien y aunque me sienta mal debo aprovecharlo, si de algo me sirve mi experiencia en el trabajo y en la vida, para cambiar mi actitud con alguien no necesito hacerlo directamente con él, puedo hacerme más y más cercana a Frederic y como él parece tener una buena relación con el rey, eventualmente puedo acercarme a Aruon también.

—¿Aunque no sé si eso sirva aquí?, De donde vengo no existía la magia, pero no pierdo nada en intentarlo. 

Cuando cambie mi actitud por completo debe de ser a una mucho más dulce, aun así debo cuidar mi boca no puedo ir por ahí haciendo lo que quiera, cualquier error podría ser srucual, me aseguraré de no cometer ninguno. 

Tal vez deba dejar un poco de mi dignidad tirada, pero nada se logra sin sacrificios.

—¡Bien, teniendo estas dos cosas establecidas todo lo demás lo iré llenando conforme lo que suceda! 

Apago la lámpara de aceite y doblo mi papel para guardarlo bajo los resortes de mi cama.

Esto debe funcionar, si no lo hace, no sabría que hacer.


***


 

Una semana se puede ir volando y mi segundo encuentro con el Rey ha llegado, esta vez voy al Palacio Real preparada.

Me encuentro junto a Helena en la carroza que nos transporta y frente a nosotras Frederic, quien viene tan bien vestido como siempre.




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