Una Pequeña Promesa

Capítulo 6

Eran las 3 de la tarde y Dean estaba enterrado en casos, no veía la hora de acabar en la clínica para regresar a casa junto a April y su hija. La enfermera en frente suyo estaba hablándole, pero él no registraba sus palabras y sabía que era importante ya que estaban discutiendo un caso para decidir a qué especialista recomendar al paciente.

Un suave golpe en la puerta lo despertó de sus pensamientos y no podía creer que April estuviera justo ahí. Al ver a la enfermera, la sonrisa de April se desvaneció y una expresión de culpa se quedó en su lugar.

—Disculpa, no sabía que estabas ocupado. Más tarde regreso.

—No, entra —respondió Dean con una sonrisa, alegre de tener una distracción y mucho más que eso, que dicha distracción fuera April—. Ya estábamos terminando.

La joven enfermera miró a April con el ceño fruncido y después a él.

—En realidad, todavía nos quedan tres casos por revisar —respondió ella.

—Y por eso mismo necesito un descanso —contestó Dean.

La enfermera se levantó abruptamente y April se hizo a un lado en lo que ella salió de la oficina de Dean con una molestia que lo dejó sorprendido. No entendía su conducta en lo absoluto.

—Lo siento, no sé por qué está de tan mal humor —se disculpó Dean. April sonrió y se acercó al escritorio.

—Ya estoy acostumbrada a que las mujeres a tu alrededor me odien, no es nada nuevo.

Dean sabía que tenía razón, y que además, lo mismo le sucedía a él con cada hombre con quien April salía.

—¿Y qué te trae por aquí? —preguntó Dean mientras le indicó a April con una mano que tomara asiento.

—Hannah tiene una consulta con su pediatra para ver cómo lleva el nuevo tratamiento. En la última consulta hace un mes, le cambiaron el tipo de insulina y solo se le administra una vez al día. No ha tenido complicaciones hasta el momento, así que supongo que la pediatra la deje con este nuevo tratamiento de manera permanente.

Dean asintió, pensando en la horrible manera en la que se enteró que su hija era diabética. Fue dos días después de su regreso y la niña tuvo una crisis de hipoglucemia al regresar de la escuela, estaba temblando, con sudores fríos y apenas se le entendía lo que hablaba.

Sin perder un segundo, April se hizo cargo de la situación y enseguida le dio un vaso de jugo de manzana con mucha azúcar y le pidió a Dean que le hiciera la prueba de glucosa para confirmar que tenía el azúcar baja. Pasaron más de tres horas intentando que su hija se mejorara, las tres peores horas de su vida. Ese momento lo hizo apreciar la fuerza de April por llevar sola sobre sus hombros la enfermedad de su hija.

Dean sabía que tenían que hablar de ello, pero cada vez que surgía el tema de la enfermedad de Hannah, él lo evitaba por temor a saber que su hija haya tenido que sufrir y que él no haya podido estar ahí para ella.

Justo cuando Dean se había llenado de valor para preguntarle a April, Hannah entró corriendo a la consulta seguida por su abuela, la que estaba sin aliento por estar corriendo detrás de la niña.

—¡Papi! —gritó Hannah antes de arrojar sus bracitos a su papá. Dean la alzó en sus brazos y la abrazó mientras se ponía de pie—. Vas a venir conmigo a ver a mi doctora, ¿verdad? Ella es muy buena y siempre me da caramelos especiales.

—¿Cómo que caramelos especiales? —preguntó él preocupado, pero April corrió a aclarar las palabras de su hija.

—Son caramelos hechos sin azúcar, especiales para diabéticos —dijo con una sonrisa en modo pánico.

Dean soltó una carcajada y Hannah se rió junto con su papá, sin entender muy bien por qué todos se estaban riendo.

—Está bien, voy contigo, pero tienes que pedirle a la doctora que me dé un caramelo también —Le guiñó un ojo a la pequeña y ella le sonrió.

—Solo si te portas bien. Las personas que lloran no reciben caramelos —respondió ella con inocencia.

—Lo prometo —contestó él y salió con ella en brazos, April caminando delante liderando el paso y su madre intentando calmar la excitación de la niña.

La consulta salió a la perfección, Hannah estaba reaccionando muy bien a su nueva medicación y la doctora le recomendó mantenerse así. Hannah incluso convenció a la doctora de regalarle un caramelo a su papá y después de una dura negociación con su doctora, esta finalmente accedió.

Después de despedirse de su familia, Dean se quedó pensativo en su oficina. Sabía que esa noche cuando regresara, iba a hablar con April acerca de su hija, ya no soportaba el hecho de estar a oscuras acerca de tantas facetas de la vida de su hija y, aunque le doliera el no haber estado alrededor, era hora de enfrentar sus temores y no dejarlos que fueran un impedimento en la nueva vida que estaban construyendo.

 

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Nota de autora: Pido disculpas por la demora en la actualización y por ser un capítulo corto. He estado esta semana mudándome a una nueva casa, justo hoy tuve tiempo de sentarme a escribir y quise publicar hoy mismo para no retrasarme después con las actualizaciones. El próximo capítulo va a ser más largo y más romántico, lo prometo.

❤️

 




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