Una Rosa Para Ti...

Capítulo Veinticuatro

 

(…)

Iba pasando de dar mi ronda a los pacientes, cuando veo a Anghela entrar en la habitación de Yaneth, miro mi reloj es demasiado temprano para lo que suelen venir, la curiosidad ganó a mi deber y fui a escuchar detrás de la puerta. Pude escuchar claramente que Anghela se estaba despidiendo, acaso Ricardo intenta jugar conmigo, si todos los días que lo he estado llamando me ha respondido y ahora quiere largarse del país… no se lo voy a permitir… prefiero verlo muerto que con su mujercita. La estúpida de Anghela salió de la habitación con dirección los higiénicos, tiempo después que ella subió a los ascensores, Ricardo entró en la habitación.

  •  Hola hermanita, sé que Anghela vino a despedirse, sí, nos vamos del país… es lo mejor para todos. En un principio pensamos que habías ido a Máncora a reencontrarte con ella, créeme que me sentí fatal; el solo pensar que habías ido a verla y que nos viste cuando nos encontramos… calaba mi seso, el solo creer que por mi culpa, por haber llegado antes, tú estabas postrada en esta cama… partía mi alma, ni siquiera podía verte a la cara. Pero cuando Amanda aclaró que fuiste a Máncora por verte con ella sentí una amalgama de sentimientos, desde alivio hasta miedo a que nunca despiertes. Yaneth despiértate, sé que has decidido darte una oportunidad con Amanda y lo celebro, pero también sé qué nos has dejado de amar a Anghela; por mi parte te prometo que haré hasta lo imposible… para que seamos felices, nuestra Valentina será la que nos una y nos dé las fuerzas que necesitamos para seguir adelante, además de saber que Anghela también me ama, así que haré que ese amor crezca cada día más hasta que un día, perdóname hermanita, pero espero que algún día Anghela solo me ame a mí y tú te conviertas… en un recuerdo y estoy seguro que será uno bonito. Te amo mucho mi nena, pero esto es nuestra despedida. 
  • Ricardo, buenos días.
  • Vania… hola – se sorprende al verme.
  • Que sorpresa el verte tan temprano por aquí – lo miro fijamente.
  • Es que… hace mucho que no visito a mi hermana… así que aproveché en venir – sonríe.
  • Ya veo – me acerco -, ¿cómo has estado? -  lo digo muy cerca a sus labios.
  • Bien - se aleja –. Me tengo que ir – mira su reloj –, adiós Vania.
  • ¿Adiós? Parece una despedida… y de esas que son para siempre.
  • Se me hace tarde, cuídate. – sale del lugar.
  • Maldito Ricardo, mil veces maldito… si no eres para mí… no lo serás para nadie.    

(***)

Ricardo volvió al auto y fuimos juntos a desayunar a “El Secreto de mi Padre”, Julia nos atendió muy bien, ella sabía que me iría del país y desde donde esté monitorearía mis cafés mientras ella los administraba, además de tener la idea de abrir uno allá con producto nacional; estuvimos hasta el mediodía con ella.

Luego fuimos a finiquitar algunas cosas como por ejemplo los contratos con la empresa del móvil que teníamos, caminamos por el malecón una última vez por el momento, almorzamos en el restaurante que cenamos la primera vez que salimos, caminamos por las calles que aquella vez lo hicimos, reímos y hablábamos de nuestros sueños a futuro junto a nuestra Valentina. Llegamos muy tarde a casa, ese día necesitábamos despedirnos de nuestra caótica ciudad.

Nos despertamos muy temprano, nuestro vuelo salía a las diez de la mañana, así que aún nos daba tiempo para desayunar junto a Priscila y muy a mi pesar con Amanda. Ese día Ricardo pidió desayuno en delivery, el timbre de la puerta sonó, como Ricardo estaba en el baño bajé porque podría ser el delivery, abrí la puerta…

  • ¿¡Vania!?
  • Hola… Anghela.
  • Adelante por favor – me hago a un lado para que pase, ella camina hasta el medio de la sala –, que sorpresa, justo ayer intentaba llamarte para…
  • ¿Despedirte? – asiento – lamento decirte que eso no se podrá querida…
  • No entiendo, habla claro por favor.
  • Ricardo… te contó lo que hay entre nosotros – sonríe.
  • ¿Y qué hay entre ustedes?
  • Hace mucho que Ricardo y yo tenemos una relación paralela a la de ustedes – lo dice sin anestesia.
  • ¿Qué? Me estás tratando de decir… que Ricardo y tú…son…
  • ¡Amantes! ¡exacto!
  • No… Ricardo…
  • ¿No sería capaz? Tengo pruebas – me muestra un celular reproduciendo un video donde ella estaba desnuda moviéndose encima de él mientras gemía –, ¿lo sigues dudando? También tengo fotos – las tira en la mesa del medio de la sala, en ellas se veía él desnudo durmiendo y ella besándolo, en otras ella encima de él.
  • ¿¡Amor… quien fue!? – dice Ricardo bajando las escaleras.
  • ¿Es cierto?  - lo miro fijamente con lágrimas en los ojos, tomando las fotos de la mesa y se las enseño.
  • Anghela… amor… yo…
  • ¿Por qué? –  pregunto casi ahogándome en lágrimas – era por ella que querías irte del país… ¿cierto?
  • Lo siento… fue cuando estuviste lejos, el alcohol me llevó a eso… yo…
  • ¡El alcohol… no corazón! – interviene Vania – hace poco estuviste en mi apartamento desnudo sobre mí y no estabas alcoholizado – sonríe.
  • ¡Vania vete! ¡vete de mi casa! – la toma del brazo intentando sacarla de la casa.
  • No te dejes engañar Anghela… - se suelta de su agarre - él se acostaba conmigo…. cada que tú no lo hacías con él.
  • ¡Vania basta! – dice Ricardo
  • ¿No me crees…? - ella me mira sonriendo - ¿quieres más pruebas?
  • ¡Vania vete! – vuelve a tomarla del brazo - ¡vete! – la lleva hasta la puerta y la saca.
  • Amor…– se acercar a mí, yo retrocedo.
  • No intentes tocarme – camino hacia la habitación, seguida de Ricardo, encontrándome con Priscila con la boca abierta literalmente y Amanda con una sonrisa burlona - ¿por qué? ¿por qué Ricardo? – digo entrando en el dormitorio.
  • Perdóname Anghela… por favor, perdóname – se intenta acerca mientras yo me alejo –. Estaba confundido, cuando te fuiste sin decirme nada más que amabas a mi hermana y a mí… después de haber hecho el amor con ella… quedé perturbado… sé que no es excusa… pero… perdóname. Te juro que te amo, eres la única persona a quien amo.
  • No solo fue cuando estaba lejos…
  • Te juro que ese día no pasó nada… ella…estaba…desnu… perdóname.
  • Estabas desnudo… encima de ella… y quieres que te crea… que no hiciste nada – las lágrimas me caían a mares en el rostro.
  • Anghela vámonos…  - se acerca y me toma de los brazos - empecemos de nuevo…  - me pega a él - esperaré hasta que me perdones, el tiempo que tú creas necesario esperaré, te lo juro – me abraza.   
  • Suéltame por favor – seco las lágrimas y me alejo -, necesito tiempo… para pensar.
  • No mi amor, no, vámonos… empecemos de…
  • ¡Basta! – interrumpo su hablar – me siento… lastimada, sé que no soy perfecta, que he cometido miles de errores… pero tuve a tu amante frente a mí, intenté ser su amiga…y ahora me dices que olvide todo, así como si nada, no puedo. Me siento traicionada, dime… ¿cómo se perdona? 
  • Igual que yo lo hice contigo – responde con lágrimas en los ojos.
  • Es… ¿una especie de venganza? – lo miro con repulsión.
  • No, claro que no… - se limpia las lágrimas - nunca intenté herirte… por favor… sigamos adelante; sin errores, ni sombras del pasado.
  • Quisiera perdonarte… pero mi corazón… en estos momentos… no puede. Por favor déjame sola. – me siento en la cama y cierro mis ojos.
  • Amor… - se pone a mi altura – perdóname.
  • Déjame sola… por favor.



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En el texto hay: anghela, yaneth, ricardo

Editado: 23.01.2020

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