La joven se acomodo en la banca para escuchar con atención la historia de Jack, en su mirada se mostraba una ilusión infantil.
Jack tomo de su taza, aclaro un poco su garganta y comenzó a narrar su historia.
- Como te mencione, yo era oficial de policía, tenia una compañera, era mi mejor amiga, era quien me conocía mejor que nadie más, quien me convertía en una mejor persona, ella me inspiraba a dar siempre lo mejor de mí. Ella me conocía, me aceptaba y creía en mí cuando nadie más lo hacía, y sin importar lo que pasara yo siempre la iba a amar.
- Supongo.. que no está hablando de su esposa ¿verdad? – susurro
- No – miro la caja – su nombre era Elena, murió cuando solo tenia 27, era una misión a gran escala, ese día solicite que no estuviera en mi unidad, ya que yo tenia que estar en el frente, a ella la mande a la retaguardia – apretó la mandíbula – pero nos rodearon y toda su unidad fue eliminada, fue todo mi culpa – con cuidado abrió la caja, mostrando un anillo de diamante – esa noche planeaba proponerle matrimonio
El silencio se hizo entre ellos dos, ninguno podía decir algo al respecto, simplemente dejaron que el dolor se adentrara en sus pechos y saliera a través de sus ojos.
La joven con delicadeza tomo la mano de Jack intentando consolarlo, el solo la acepto y la apretó con fuerza. Como nunca en su vida quería tener ahí a su esposa, para que le consolara también, ella había sido quien lo levanto junto cuando estaba en lo más profundo de su desesperación; si aquel día ella no hubiera pasado por su departamento a preguntar como estaba, el seguramente estaría muerto, ella lo había salvado en más de una forma, y por eso le estaba eternamente agradecido.
- Lamento que las cosas hubieran pasado de esa forma – dijo finalmente la joven
- Me culpe durante muchos años, me odiaba a mi mismo, incluso.. intente acabar con mi propia vida – acaricio con suavidad su anillo de bodas – pero gracias a mi esposa pude salir adelante, pude volver a amar, pude formar una familia y pude ser feliz una vez más.
- Me alegra oír eso – sonrió de forma hermosa –realmente me alegro mucho por ti – seco sus lagrimas – me alegra saber que pudiste ser feliz
- Si, fui muy feliz
- Pero … ¿Por qué no querías recordarla aun tras tantos años? – pregunto con cierta molestia
- Era demasiado doloroso, aun cuando las heridas se han serrado, siguen doliendo, quise olvidarla y fingir que nunca existió en mi vida – miro la caja – ahora me doy cuenta que fue un error, debí recordarla y agradecer lo que hizo por mi
- Ella se entristecería mucho de saber que la olvidaste – lo miro con reproche – pero estoy segura de que te perdonaría si realmente lo lamentas
- No puedo saber eso, no puedo pedirle perdón a un muerto
- Claro que puedes Jack aún no partes de la estación – dijo con alegría
- ¿Tu lo crees así? …. Espera ¿Cómo sabes mi nombre? Yo no te lo he mencionado
Jack hacia memoria, en todo este rato el nunca le había mencionado su nombre, al igual que ella no había mencionado el suyo, no pudo ser por su placa, esta no estaba gravada con su nombre; mientras más lo pensaba le daba la sensación de conocerla de algún lado, pero no sabia donde
- ¿Nos hemos conocido antes?, me da la sensación de que te he visto antes
- Si nos conocemos Jack, pero ha pasado tanto tiempo y además tú decidiste olvidarme
- Pero … no es posible.. yo – las palabras se trababan al salir de su boca
- Toma un café conmigo por favor, antes de marcharnos
Antes de que pudiera responder la joven ya se había dirigido al interior de la cafetería, Jack sentía miedo, sentía confusión, pero sobre todo, sentía esperanza, en su cabeza ya se formulaba un nombre, pero no quería creerlo.
Poco a poco se formulo más preguntas y todas llegaba con su respuesta inmediata.
¿En que momento decidió tomar este viaje? Nunca, este viaje no puede planearse
¿Sabia a donde iba el tren? Si, el tren lo llevaría al final de su camino
¿Había salido del hospital? No, nunca salió
La joven llego con una taza caliente y la coloco frente a Jack, el la tomo con delicadeza, su mente parecía estar en blanco, la acerco a sus labios y bebió con delicadeza, el sabor del café llego a cada rincón de su boca. Hacia años había dejado de beber café, porque cada taza le recordaba que ella no estaba, cada mañana lo recibía en la estación con una taza, y antes de irse se despedían yendo a la cafetería; por eso lo odiaba y dejo de tomarlo, pero esa taza tenia el mismo sabor de aquellos días, tenia el toque que lo distinguía de todos los demás, tenia su sello personal. Bajo la taza y mirándola a los ojos se lo agradeció.